Una vecina del sacerdote asesinado en abril de 2007 en su vivienda de Murcia ha dicho hoy en la segunda sesión del juicio con jurado, que celebra la Audiencia Provincial, que en los últimos días le "veía muy raro y nervioso"", pero no sabe "a qué se debía".

Estas declaraciones coinciden con el contenido del texto del testamento que el sacerdote redactó poco días antes del crimen, en el que comunicaba a su familia que sentía próxima su muerte y en el que, en opinión de sus allegados, se sentía amenazado.

La testigo, M.J., que era la encargada de llevarle diariamente la comida al fallecido, ha revelado también que unas semanas antes del asesinato, el sacerdote, S.H., le dijo en varias ocasiones "que no subiera por las escaleras y que utilizara el ascensor".

Ha agregado que le "extrañó esta indicación y al contestarle que prefería no utilizar el ascensor para hacer ejercicio" le contestó que "por la escalera solía haber gente".

La testigo ha indicado que, tras descubrirse el crimen, reconoció en una fotografía a uno de los acusados, Marius N. como el hombre que había visto unos meses antes en pijama en la vivienda de la víctima cuando ella intentaba entrar, lo que el sacerdote evitó.

En la sesión de hoy ha declarado también un miembro de la policía científica que participó en las investigaciones y que ha manifestado que, cuando entraron en la casa, se encontraron maniatado al sacerdote en el suelo de un dormitorio, encima de un gran charco de sangre.

Ha dicho también que el cadáver tenía la cabeza totalmente destrozada y que el impacto de los golpes que le habían propinado con un martillo debieron ser de tal violencia, que considera que solo pudieron proceder de una "persona de mucha fuerza".

Este juicio, en el que las acusaciones piden penas que suman 25 años de prisión para Marius N. y su ex-pareja. Ramona E., ambos de nacionalidad rumana, por los delitos de asesinato y robo continuará mañana con la intervención de los médicos forenses que realizaron la autopsia.

El informe que redactaron en su día señala que el sacerdote presentaba golpes por diversas partes del cuerpo, aunque los causantes de su fallecimiento fueron los que recibió en la cabeza, que le destrozaron la bóveda craneal.

En la sesión de ayer, este caso dio un giro radical cuando Ramona E., que hasta ahora se había confesado única autora del crimen y del robo, cambió su declaración y dijo que el verdadero autor fue el otro procesado.

Asimismo en la apertura de la vista oral, el fiscal pidió a los miembros del jurado que para no perder su objetividad no se dejasen llevar por las presuntas relaciones homosexuales mantenidas por el sacerdote con el procesado Marius N.