«El que viene repite»

Vista desde la Senda de los Moriscos

Vista desde la Senda de los Moriscos

Francisco José Bermejo Fernández-Briceño / Abogado y Antropólogo social y cultural

El pueblo de Ricote ha sido declarado mejor pueblo turístico en los galardones pueblo del año 2023. La pregunta que inmediatamente surge es qué tipo de turismo viene al pueblo, o a qué viene el turismo. El pueblo de Ricote goza de un patrimonio natural muy importante. El entorno es lo que en gran medida caracteriza al pueblo que goza de una peculiar idiosincrasia de pueblo agrícola en la sierra, de huerta y monte. Gran parte de los que acuden al pueblo vienen a visitarlo y a hacer senderismo. En una conversación con Alberto Guillamón, al que agradezco haberme brindado escribir estas líneas, le comentaba que a mi juicio el potencial del pueblo está infrautilizado. Le propuse abordar el tema de las rutas senderistas.

Ricote no es un lugar de paso, el que viene lo hace a propósito. La llamada Senda de los Moriscos es una ruta de senderismo que a la vez comparte su trazado por zonas de pista forestal y de la huerta del municipio. Muchos de los senderistas, después de su caminata o algunos paseo, se quedan a comer en los bares o restaurantes de la localidad o sus alrededores. La llamada Senda de los Moriscos actúa como un elemento de dinamización turística evidente. Ello hace que debamos reflexionar siquiera brevemente sobre la necesidad de su conservación y promoción por parte de las administraciones responsables. Las sendas y caminos de la huerta fueron arregladas, por lo que mis convecinos me dicen por «el paro» (creo que se refieren a la Escuela Taller) hace bastantes años. El nombre de Senda de los Moriscos es algo de reciente creación que supongo se le puso como forma de identificar un elemento de dinamización del territorio y elemento identitario. Los más ancianos del lugar no conocen que antiguamente existiera dicha denominación. Si que es opinión más o menos generalizada que los caminos necesitan un mantenimiento adecuado porque son parte del atractivo de la localidad.

Los sábados y domingos por la mañana, bien temprano, se reúnen en la Plaza de Santiago del pueblo un número ingente de personas que, ataviados de bastones, mochilas, gorras y material de senderismo, se disponen a hacer la ruta. Vienen familias enteras, grandes y pequeños, muchas veces acompañados de sus perros. Algunas veces son clubes de montaña o asociaciones de aficionados.

La senda o el camino; uno de los recorridos que se pueden hacer sin una dificultad extrema incluso en familia, comienza en el parque que hay pasada una antigua calera (cabezo de las yeseras), sigue por una senda estrecha hasta un mirador desde el que se puede contemplar desde lo alto el Azud de Ojós, y todo el recorrido del Segura hasta Blanca, con el cortado del Solvente, y sigue descendiendo hasta una pista forestal. Una vez que se toma la pista se sigue caminando hasta cruzar la carretera asfaltada que va a la Bermeja, subiendo a continuación hasta las casas forestales, desde ahí se baja hasta el antiguo Lavadero, y por las sendas de la huerta se sigue descendiendo hasta los restos de la Ermita Nuestra Señora de las Huertas, en realidad los restos de una mezquita. Finalmente se sale de nuevo al casco urbano.

Este recorrido termina en muchos casos en el Restaurante El Sordo, o en alguno de los bares del pueblo como La Fuensanta, o el Bar de la Plaza, donde el caminante puede calmar su agotamiento. La experiencia sensorial sobre todo en la época de floración de los limoneros de la huerta es muy intensa. Los paisajes, las acequias, el sonido del agua; todo es una vivencia que merece la pena.

Lo que el pueblo ofrece al visitante es la hospitalidad de sus gentes, y sobre todo un entorno incomparable. El municipio como unidad funcional no es solo el casco urbano, sino que su peculiaridad estriba en que a la vez incluye como un pueblo en parte agrícola, dinámicas con la huerta y con el monte colindante. Estas dinámicas son un elemento de puesta en valor o de activación turística de la zona. El mismo aqueja, como muchos de la comarca, problemas de despoblamiento y de envejecimiento de la población (vaciamiento). Las rutas senderistas, o los caminos de huerta, sirven para dar a conocerlo y para dinamizar su vida. No es que el turismo sea el remedio a todos los males, pero sí que sirve para poner en valor el patrimonio y tratar en la medida de lo posible de evitar que lugares tan hermosos como este vayan languideciendo. Una de las vías para incentivar el desarrollo local es mantener adecuadamente este patrimonio cultural, su monte, sus huertas y sus caminos, sus monumentos, sus casas…. Esto no solo es responsabilidad de la administración, sino de los propios vecinos que, sin saberlo, tienen un pequeño tesoro que cuidar y transmitir a futuras generaciones. Hay además una importante cultura inmaterial vernácula de la que el visitante puede disfrutar. El caminar por Ricote, visitar el pueblo, o comer en el mismo es una experiencia tan hermosa y enriquecedora que el que viene repite.