A dos mil kilómetros de Ricote: Viaje por Escocia en bicicleta

Dos ricoteños en las esclusas de Fort Augustus, junto al lago Ness.

Dos ricoteños en las esclusas de Fort Augustus, junto al lago Ness.

José María García Avilés  / Javier García Ortega

Por mucho que leas sobre un país, nunca lo conocerás hasta que no lo visites y hables con sus habitantes. Los libros, los documentales, nos dan una primera imagen de un territorio, pero esos conocimientos hay que trasladarlos al terreno, percibir su olor, oír sus sonidos propios, conversar con sus gentes, conocer de primera mano sus costumbres, y este año tocaba hacer eso en Escocia.

Lo primero era elegir el viaje con cuidado, lo que no hicimos: «Primo, ¿nos vamos a Escocia?». Respuesta: «Nos vamos». Lo siguiente es trazar los itinerarios, buscar los vuelos, diseñar las etapas, localizar los campings, ajustar el equipaje a los 40 kilos, incluida la bicicleta, que nos admiten sin sobrecoste en el avión, tareas en las cuales la improvisación puede ser una mala amiga.

Ya todo preparado, al aeropuerto de Alicante, y hasta Edimburgo para comenzar una ruta circular de 900 km por esta preciosa parte del Reino Unido, buscando algo de fresco y recordar cómo era la lluvia, que no era lo que más abundaba en aquel pasado mes de agosto donde te cocías hasta en la piscina del pueblo.

Comenzamos en Edimburgo, para seguir a Stirling, donde William Wallace derrotó a los ingleses, para hacer memoria acordaros de la película Braveheart, protagonizada por Mel Gibson. Lo siguiente: cruzar la zona interior de Escocia con esos paisajes carentes de árboles que salen en todas las películas, aunque eso sí, algo estropeados por haber más coches que en un circuito, y además conduciendo como pilotos. Seguimos hasta llegar a Fort Williams y Fort Augustus, la puerta de entrada al Lago Ness, y terminar nuestro recorrido por el oeste de Escocia en Inverness.

Comenzamos en Edimburgo, para seguir a Stirling, donde William Wallace derrotó a los ingleses

La ruta continuó, otra vez cruzando el país, hasta Aberdeen, al este, ¡por Dios, qué ciudad más triste!, todos los edificios de granito, el cielo también gris, una tormenta que nos cayó hasta empaparnos, bueno, pero lo triste también tiene su encanto. La ruta seguía hasta Saint Andrews, cuna del golf, y desde allí sólo quedaba regresar a Edimburgo y durante cuatro días patear la ciudad y alrededores, eso sí, andando, porque ya estaba el cuerpo un poco peleado con la bicicleta.

Para quienes estéis interesados, es un territorio que merece mucho la pena visitar, paisajes impresionantes, costumbres diferentes de las que siempre se aprende algo, un apego a las tradiciones por parte de sus habitantes que es digno de valorar, y multitud de detalles que te sorprenderán continuamente.

¿Algunas observaciones y pequeñas recomendaciones?, no ir en agosto salvo que quieras sentir el agobio de miles de turistas, o ir en agosto si quieres ver el festival de Edimburgo, todo un espectáculo; asistir a una jornada de los juegos de las Highlands, sí, esa competición en la que lanzan desde troncos hasta cualquier cosa que sea capaz de desplazarse por el aire y pese bastante; por supuesto visitar el Lago Ness y alrededores, pues aunque hay otros, y tan bonitos como este, Ness es el que parece de obligada visita; Inverness, una ciudad pequeña, pero muy acogedora; cuidado con la comida tradicional escocesa, tienen un estofado que necesitas varias pastillas de protector de estómago para enfrentarte a él; los temidos mosquitos, hay en zonas pantanosas, pero tampoco te comen, y eso sí, no sirven las mosquiteras (son muy pequeños y las cruzan), ni los repelentes (parece que los atraen); el kilt, o falda escocesa, complemento que os puede parecer extraño, pero que para ellos es uno de los símbolos de su tierra y lo visten con mucho orgullo; los castillos, el contraste del mar con la tierra, las bandas de gaiteros, los cementerios celtas, la rapidez con la que te acostumbras a conducir por la izquierda, etc., etc., vamos, que si tienes oportunidad de ir, no te la pierdas.

Y, por último, y lo sentimos por los que cambiaron el ejercicio físico por el sillón, si vas en coche verás más cosas, pero en bicicleta captarás todos los detalles de esta tierra y quedarán más tiempo en tu memoria, salvo que te hayas puesto ciego de whisky escocés y no recuerdes nada a la vuelta.