Semana Santa

Madrugada azul en Lorca

La Serenata a la Virgen de los Dolores reúne en San Francisco a miles de azules

Con la última campanada de las doce de la noche se abría la puerta de San Francisco y se vislumbraba el trono de la Dolorosa.

Con la última campanada de las doce de la noche se abría la puerta de San Francisco y se vislumbraba el trono de la Dolorosa. / Pilar Wals

Los últimos rayos de sol caían cuando los primeros azules llegaban a las puertas de San Francisco. Jóvenes ansiosos por ocupar un lugar principal cuando al filo de la madrugada la Virgen de los Dolores cruzara el umbral de San Francisco. Una mirada al reloj de cuando en cuando para contar las horas, los minutos, los segundos… para estar nuevamente junto a la Madre, para gritarle a los cuatro vientos que es la Reina del Cielo, la más hermosa… la única capaz de convertir la noche oscura en madrugada azul.

Cientos de pañuelos se alzaban hasta los más alto durante la espera a la Dolorosa.

Cientos de pañuelos se alzaban hasta los más alto durante la espera a la Dolorosa. / Pilar Wals

Y durante la espera los que aguardan animan a la Agrupación Musical Mater Dolorosa que lleva a cabo uno de sus últimos ensayos antes de escoltar este viernes a la Virgen de los Dolores en la procesión que abrirá la Semana Santa lorquina. La noche va llegando y las farolas se iluminan mientras el aroma de los naranjos en flor de la calle Nogalte se deja sentir con mayor intensidad. Huele a azahar, pero también a incienso. Huele a Semana Santa.

Un joven azul grita vivas a la Virgen de los Dolores a las puertas de San Francisco.

Un joven azul grita vivas a la Virgen de los Dolores a las puertas de San Francisco. / Pilar Wals

Y poco a poco el atrio de San Francisco se llena de jóvenes y no tan jóvenes. Y frente al templo, bajo los naranjos, familias completas esperan que avance la noche. Comienzan a sonar los primeros gritos de cariño a la Dolorosa, al Paso Azul… mientras un cielo cuajado de estrellas parece juguetear con la luna. Más y más azules van llegando. Y son alzados hasta lo más alto gritando nuevos vítores que todos contestan con entusiasmo.

La Dolorosa cruzando el umbral de San Francisco al filo de la medianoche.

La Dolorosa cruzando el umbral de San Francisco al filo de la medianoche. / Pilar Wals

Una nueva mirada hacia el reloj de San Francisco que esta noche parece no querer dejar que sus agujas avancen. Y cientos de pañuelos se alzan hasta el cielo como si de un mar embravecido se tratara. Decenas de móviles captan las una y mil escenas que se suceden. Historias que son enviadas a miles de kilómetros para que, los que no están, disfruten del momento siendo protagonistas indiscutibles de cada acontecer.

El trono de la Virgen de los Dolores se adentraba nuevamente en la iglesia de San Francisco tras la Serenata.

El trono de la Virgen de los Dolores se adentraba nuevamente en la iglesia de San Francisco tras la Serenata. / Pilar Wals

Gritan junto a la puerta de San Francisco, bajo la torre, en la subida a la calle Alfonso X el Sabio, en la Cuesta de San Francisco. Mientras uno baja de lo más alto, otro ocupa su lugar. Niños, jóvenes, veteranos… muestran su cariño, su amor, su pasión por la Dolorosa con cada grito que desgarran las gargantas. Se hace el silencio y las campanas comienzan a sonar. Una, dos, tres… diez, once y doce. Y todo se vuelve noche. Los herrajes de la vieja puerta de San Francisco anuncian que sus dos hojas se van a abrir. Lo hacen mientras dejan entrever un halo de luz. Y la noche oscura se hace madrugada azul.

Volteo de la bandera azul de rodillas bajo la torre campanario de San Francisco

Volteo de la bandera azul de rodillas bajo la torre campanario de San Francisco / Pilar Wals

A lo lejos, aún en el interior del templo, el trono de la Santísima Virgen de los Dolores es mecido por los portapasos. Poco a poco se acercan al umbral de San Francisco y llevando los varales al brazo salvan el arco de la entrada. Ya en el atrio un grito anuncia: “Al cielo con ella”. Y es alzada hasta lo más alto, mientras todos cantan el Himno de la Virgen de los Dolores. Los vivas se suceden, como también los flashes de las cámaras de los móviles que captan cada uno de los movimientos del trono, de los portapasos. Y uno de los capataces anuncia que el tiempo se acaba que los siete minutos están tocando a su fin.

Los portapasos desandan lo andado y regresan al templo que vuelve a cerrar sus puertas que este viernes se abrirán para la primera procesión de la Semana Santa lorquina que protagonizará la Dolorosa a la que acompañarán cientos de mantillas ataviadas con la clásica mantilla española. Ya en el interior, los portapasos se emocionaban cuando abandonaban los varales. Mientras, se iniciaba un recorrido para dejar las banderas en los balcones que ocuparán hasta la recogida de esta noche, poco antes de iniciarse la procesión.