La misteriosa Isla del Fraile, que parece emerger de lo más profundo del mar azul y que fuera hogar del enigmático escocés Hugh Pakenham Borthwick, es quizás el recuerdo más presente de la niñez del presidente de la Confederación Comarcal de Organizaciones Empresariales de Lorca, Juan Jódar Bardón. El islote de 93 metros sobre el nivel del mar, pero también el embarcadero del Hornillo, que daba salida al cargamento de mineral que llegaba por ferrocarril a través de la línea Almendricos-Águilas, le acompañan cada verano desde su niñez.

“En El Hornillo cada año rememoro aquel ‘Verano Azul’ de cuando era niño. Aquellos veranos eran como los de la serie de televisión. Un grupo de amigos –los hermanos Zaragoza, los Campoy…- que estábamos de vacaciones y que se juntaban para montar en bici, ir a la playa… Vamos, que lo único que nos faltaba era Chanquete y su barco”, recordaba entre risas el también presidente de la Fundación Santo Domingo, Paso Blanco.

La Bahía de El Hornillo es la foto fija del verano. “De niño, en casa de mis padres, y ahora en la casa que nos compramos Nuria y yo muy cerca. Y sigo bañándome en la misma playa, reuniéndome con la familia y los amigos y disfrutando de ese ‘Verano Azul’ que afortunadamente se repite año tras año y que cada vez me gusta más”, contaba.

Su pasión por el mar le llevó a comprar una pequeña embarcación, ‘Lady Madrid’, que homenajea el origen de su mujer, pero que también tiene que ver mucho con la canción de Leiva, reconocía. Con ‘Lady Madrid’, una Zodiac de 5,70 metros de eslora, “navegamos por el litoral de Águilas, de Lorca y Mazarrón. Música y un buen aperitivo en alta mar es el mejor de los planes para disfrutar en compañía”.

Y a la hora de elegir donde bañarse, lo tiene claro: “la zona de Cabo Cope. Las aguas allí son espectaculares. Transparentes hasta el punto de poder ver sus magníficos fondos marinos. Es un lujo poder disfrutar de calas del litoral lorquino a las que es difícil o imposible acceder de otra forma que no sea por el mar. Y, por supuesto, hay que visitar el Chiringuito de El Lío, en Calnegre”.

Las puertas de su casa están siempre abiertas. Abiertas para sus sobrinos que entran y salen como si de su propia casa se tratara. Ellos, dan buena cuenta de la piscina que por las noches reúne en su entorno a vecinos que disfrutan de una copa mientras suena la música. Las vacaciones, señalaba, son sobre todo muy familiares. Las comidas y cenas donde se dan cita padres, hijos y nietos se repiten durante todo el verano. Y hasta los planes fuera de este entorno incluyen a todos. “Estamos en nuestra habitual escapada de la familia Jódar Martínez. No falta nadie, mis tíos Juan y Pedro y mi padre Manuel. Y con ellos, sus mujeres, hijos, nietos… Este año sumamos 54”.

Buscando el frío se marcharon a la Sierra de Gredos, aunque este año los distintos conatos de incendio no han rebajado demasiado la temperatura, reconocía. “El plan fue ideado hace años por mis abuelos Manolo y Catalina. Es un clásico disfrutar de unos días todos juntos. Hoy, estamos visitando una ganadería, pero también realizaremos actividades acuáticas en el pantano”, relataba.

Pero lo que no falta en el veraneo de Juan es el caldero. “Es mi plato estrella. Soy famoso por mis calderos”, aseveraba muy serio. “Recuerdo que siempre quise tener un plato con el que obsequiar a amigos y familia. Meterme en la cocina como hacían muchos y, por qué no, alardear de él. Y un día me puse con la fabada, pero claro, no casa mucho con el calor de Águilas en verano”, señalaba divertido.

Y fue entonces cuando pidió ayuda a su madre. “Me enseñó a hacer el caldero y me he convertido en todo un experto, aunque los que vienen a degustarlo lo prueban siempre en la fase final y dicen que ellos son los que le han dado ese ‘toque’. Cada verano suelo hacer siete u ocho calderos”, admitía. Pero lo que más le gusta es el ritual de la preparación en la que invierte toda la mañana. “Me levanto temprano, voy a la pescadería, compro los ingredientes… Y comienzo a hacer el fumet. Me tomo mi tiempo, porque la buena cocina huye de las prisas y, por supuesto, disfruto degustándolo con mis invitados”.

El deporte también es parte importante de su veraneo. Hace natación a primera hora, pero también monta en bicicleta y corre por las sendas. “Esto es un paraíso envidiable. Solo hay que darse cuenta que todo el que viene, se queda. La Comarca del Guadalentín es impresionante por lo que ofrece. Aguilas, Lorca, Mazarrón… no dan opción a tener que buscar nada fuera”.

Y se reunirá con miembros del Paso Blanco que preparan la conmemoración del veinticinco aniversario de la coronación canónica de la Santísima Virgen de la Amargura. “Estos días permiten mantener encuentros de trabajo para idear proyectos futuros. Las mejores ideas siempre surgen en una buena conversación aderezada con una cerveza y un acompañamiento”. Pero también se mostraba preocupado por la “incertidumbre” que reina en estos momentos en todo el mundo. “Los expertos nos anuncian un segundo semestre difícil. En la Comarca del Guadalentín hemos recuperado empleo, actividad, pero necesitamos que esa tendencia se mantenga y continuar con el buen posicionamiento alcanzado”, argumentaba.

Del veraneo, concluía, “me quedo con los paseos en ‘Lady Madrid y las reuniones familiares y de amigos en torno a un buen caldero”.