Un estudio de la Universidad de Oviedo sobre el terremoto de Lorca registrado en 2011 revela que los desastres naturales reproducen los estereotipos de género, de forma que los hombres desempeñan un rol activo en el rescate, mientras que socialmente las mujeres son vistas como beneficiarias de la ayuda masculina.

A esta conclusión han llegado las investigadoras Sandra Dema Moreno, Rosario González Arias y Rocío Pérez Gañán, profesoras del Departamento de Sociología de la Universidad de Oviedo y las dos primeras integrantes del proyecto I+D+i GENDER Género, Desastres y Riesgos, cuyo trabajo ha sido publicado en la revista International "Journal of Disaster Risk Reduction".

Para realizar su estudio, han analizado el discurso de hombres y mujeres que fueron protagonistas del terremoto de Lorca y han constatado que, en el momento en que tiene lugar la catástrofe, los dos sexos despliegan una serie de acciones de carácter inmediato que van en línea con las expectativas y las representaciones sociales habitualmente relacionadas con los tradicionales roles de género.

Sandra Dema reconoce que fundamentalmente el personal técnico de protección civil y bomberos, así como los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, son los que llevan a cabo estas labores, instituciones todas ellas muy masculinizadas, por lo que al poner el foco en el rescate desde ese punto de vista especializado y profesionalizado "se invisibiliza el tipo de actuaciones que lleva a cabo la población para ponerse a salvo y rescatar a aquellas personas que tienen a su alrededor cuando sucede una catástrofe".

Ellos la fuerza, la valentía, la rapidez

Según este estudio, los hombres aparecen como los principales protagonistas de la fase de salvamento y sus acciones conllevan el uso de la fuerza, la valentía, la rapidez y la toma de decisiones y buena parte del discurso masculino se centra en la acción del rescate que, según destaca Rosario González, "es narrada muchas veces de forma épica, explicando los detalles vinculados al riesgo que asumen para salvar vidas".

Los hombres llevan a cabo una parte de las acciones de rescate en el ámbito de la familia o en su entorno vecinal más cercano y otras las desarrollan en el espacio público, adquiriendo con ellas gran visibilidad, pero en numerosas ocasiones, las rescatadas son mujeres, "conocidas o desconocidas, lo que ayuda a reproducir el imaginario simbólico del héroe", señala.

Por el contrario, las mujeres son vistas como simples receptoras de la ayuda masculina y este matiz, a juicio de Rocío Pérez, desempeña un papel sustancial en el sistema de relaciones de género, "no sólo porque se ignora el papel activo que desempeñan en el rescate, sino que se oculta además su capacidad de organización y resiliencia en contextos de emergencia".

Ellas más constantes, protectoras y coordinadas

El análisis de los grupos revela que las mujeres también participan activamente en la evacuación y el rescate, lo que, según estas investigadoras, hace necesario revisar la propia noción de rescate incorporando sus importantes aportaciones.

A diferencia de las de los hombres, las acciones de rescate femeninas no suelen limitarse a la mera acción de salvamento, sino que conllevan un acompañamiento de las personas rescatadas prolongado en el tiempo, una acción protectora que va más allá del rescate físico.

Asimismo, sus actuaciones, aunque en ocasiones llevan aparejado el uso de la fuerza, también adoptan la forma de sugerencias y recomendaciones verbales y se caracterizan también por el componente colectivo de sus acciones de rescate, que llevan a cabo de forma coordinada con otras mujeres.

Para las investigadoras, es necesario ampliar los límites conceptuales que definen las actuaciones vinculadas al rescate de personas, así como los tiempos y los espacios en los que se realizan para generar así un cambio de percepción social en torno al papel de las mujeres en la catástrofe, más acorde con lo que acontece en la práctica sobre el terreno.