Un hombre de 37 años, Santiago H. V., se sentaba ayer en el banquillo de la Audiencia Provincial de Murcia acusado de abusar sexualmente de una niña de 11 años de edad. El sospechoso, que en todo momento negó los hechos que se le imputan, se enfrenta a 35 meses de cárcel (la pena que para él pide la Fiscalía).

Los hechos que ahora se juzgan ocurrieron en verano de 2014 en una casa de Molina de Segura. Según explicó al tribunal la víctima (que ahora tiene 15 años y declaró por videoconferencia, para no ver al acusado), el adulto le tocó «una vez el culo y otra las tetas». Lo hacía «donde le pillaba» en su casa, a la que ella solía acudir, como otros menores del vecindario, a bañarse en la piscina.

Después, señaló la víctima, comenzó a hablar por WhatsApp con el hombre. Los mensajes «los dejaba o los borraba. Dependía de lo que hablábamos. Vamos, que al final terminaba borrándolo todo», comentó. Hasta que un mensaje que no le dio tiempo a eliminar fue descubierto por su madre. Cuando la mujer vio lo que ponía, denunció.

El presunto agresor, por otro lado, llegó a decir que era la menor la que se le insinuaba a él. También contó al tribunal, incurriendo en contradicciones, que pensaba que era la madre de la pequeña la que le mandaba mensajes al móvil, ya que, según él, la mujer también tonteaba con él

«No tengo más ansia de más mujeres. Yo ya tengo mi mujer», aseveró el sospechoso.

«Con la cría no había tenido así ninguna cosa de mirarnos serios... con la madre sí», soltó el hombre, que, por un lado, afirmó que la menor «se chuleaba con las amigas» de mantener contacto vía WhatsApp con él y, por otro, insistió en que él pensaba que chateaba con la madre, no con la niña.

También admitió tener pornografia en su móvil, «la fotos que nos pasamos por el WhatsApp los grupos de los soldadores y los camioneros», señaló.

La madre de la víctima, por otro lado, dijo de su hija que «aparte de notarla extraña, estaba muy agresiva y respondona, que ella es supercallada. Y en la última evaluación ella estaba un poco flojica».

«Empezó el curso y lo empezó fatal. Su profesora me llamó y me dijo que no prestaba atención, no hacía caso... Me dijo que notaba que la niña tenía un problema, que algo tenía que pasarle».