ANÁLISIS

Sánchez se desmarca de otros líderes y enarbola la causa contra la muerte "insoportable" de civiles en Gaza

El presidente del Gobierno afea a Netanyahu en Jerusalén la matanza de civiles, en un tono mucho más duro y frontal que el empleado por los jefes de Gobierno de Alemania, Italia, Reino Unido o Estados Unidos

Pedro Sánchez y su homólogo belga, Alexander de Croo, durante una visita en Israel.

Pedro Sánchez y su homólogo belga, Alexander de Croo, durante una visita en Israel. / EFE

Mario Saavedra

Pedro Sánchez ha viajado a Israel más tarde que sus homólogos europeos, y con un mensaje mucho más duro para el Gobierno de Benjamín Netanyahu. El presidente español ha afeado cara a cara al primer ministro hebreo el número "realmente insoportable" de civiles y menores muertos en la ofensiva israelí contra Hamás en Gaza. Con rostro muy serio ha dicho al presidente israelí, Isaac Herzog, que el "derecho a defenderse" de Israel de las "atrocidades" de Hamás "no puede implicar la muerte de civiles inocentes, incluidos miles de niños en Gaza".

El lenguaje ha sido el más contundente usado hasta la fecha por ninguno de los líderes occidentales que han visitado Israel desde que el pasado 7 de octubre la milicia islamista atacó por sorpresa y mató a más de 1.200 israelíes. El Ejército hebreo ha respondido con una ofensiva aún en marcha en la que han muerto más de 14.500 palestinos.

Cuando la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, viajó a Israel el 18 de octubre, dio a Netanyahu un apoyo sin ambages. El británico Rishi Sunak le dijo que quería "que ganara" en su guerra contra Hamás. El estadounidense, Joe Biden, comparó al grupo con Estado Islámico y se limitó a lamentar las bajas palestinas. El canciller alemán Olaf Scholz, subrayó el "derecho y el deber" de Israel de defenderse, y más tarde ha rechazado que esté incumpliendo la legalidad internacional en sus ataques. El presidente francés, Emmanuel Macron, en su visita sugirió incluso hacer una alianza internacional contra Hamás, pero luego ha ido cambiado el tono a medida que aumentaban las muertes de civiles en Gaza, y ahora critica abiertamente las matanzas.

Alineamiento de Sánchez

Desde Moncloa justifican el tono empleado por Sánchez precisamente por la amistad que une a España con Israel. Un buen amigo dice las verdades a la cara, alegan, y la espiral de violencia no ayudará a garantizar la seguridad, ni la de Israel ni la de Palestina.

Recuerdan que el presidente del Gobierno condenó los ataques de Hamás en cuanto se produjeron, y pide constantemente la liberación de los rehenes. El presidente ha rendido homenaje a las víctimas del grupo islamista y ha visitado el kibutz Be'eri, uno de los epicentros de la matanza.

Niegan que Sánchez haya retrasado su visita hasta ahora como mensaje político contra Netanyahu. No era oportuno el viaje porque estaba en funciones, dicen. Sin embargo, el presidente sí acudió en funciones a la conferencia de paz que se celebró en Egipto sobre Gaza a finales de octubre. Entonces, mantuvo una reunión precisamente con tres de los políticos más activos a la hora de pedir contención a Israel: el secretario general de la ONU, António Guterres; el representante de la política exterior europea, Josep Borrell; y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.

"El tono de Sánchez ha sido distinto al de otros líderes mundiales", opina para este diario Haizam Amirah Fernández, investigador principal del Real Instituto Elcano. "Está en línea de lo que dijo Guterres, que el conflicto no ha surgido de la nada. Que es necesario mostrar solidaridad con la sociedad israelí tras los ataques que han sufrido sus civiles y, al mismo tiempo, hacerles ver que la respuesta desmedida alimenta a los grupos extremistas y genera más rechazo y más odio hacia Israel".

Posición de Sánchez sobre Palestina

Para Sánchez no se trata solo de una cuestión ideológica (siempre ha sido sensible a la causa palestina) o política (España tiene uno de los índices de apoyo a Palestina más altos de los países occidentales). Es, también, una apuesta de política exterior que le sirve para acercarse a los países de la vecindad sur (Marruecos, Argelia, Libia o Túnez), recuerdan fuentes diplomáticas. La ocupación israelí de palestina es uno de los temas más sensibles para la calle árabe.

Tras ser elegido secretario general del PSOE en 2014, las primeras palabras de Pedro Sánchez en su discurso fueron, precisamente, una denuncia de la matanza que por entonces se estaba produciendo en Gaza. Pidió que se detuviera "de una vez por todas la barbarie en Palestina". "¡Basta ya! Hay niños inocentes que están muriendo, personas inocentes que están sufriendo y muriendo en un territorio que está siendo atacado de una manera irresponsable", dijo entonces, nada más tomar la palabra. El primer ministro era precisamente Benjamín Netanyahu, y había lanzado una ofensiva contra Hamás en la Gaza en la que terminaron muriendo más de 2.200 palestinos, además de 70 israelíes.

Posición española, endurecida

Cuando Hamás atacó Israel por sorpresa, hace ahora mes y medio, España tuvo que posicionarse rápidamente ante la que se iba a convertir en la peor crisis en la zona en medio siglo.

Primero, tanto Sánchez como su ministro de Exteriores, José Manuel Albares, condenaron los "atentados" del "grupo terrorista" Hamás. Una declaración de principios en la que se rechazaba el marco mental de los que consideran el ataque del grupo islamista es legítima defensa contra la ocupación.

Después, resistieron los envites de los líderes más abiertamente pro-israelíes dentro de la Unión. España rechazó la iniciativa unilateral del Comisario de Vecindad, Olivér Varhely, de suspender la ayuda económica a los palestinos. "Estoy en completo desacuerdo con cortar la ayuda, hay que distinguir Hamás de la Autoridad Palestina", dijo a este diario el ministro Albares. Más tarde, se pusieron del lado de Josep Borrell en el terremoto político que provocó en Bruselas el posicionamiento unilateral de Von der Leyen con Israel. Sánchez defendió a António Guterres cuando Israel le declaró persona 'non grata' por sus comentarios sobre la ocupación como origen de los problemas entre Israel y Palestina.

La tensión acumulada explotó en forma de crisis diplomática tras las declaraciones de la exministra Ione Belarra, pidiendo llevar a Netanyahu a la Corte Penal Internacional por genocidio. Israel condenó esas "declaraciones inmorales" y acusó a la ministra, sin nombrarla directamente, de alinearse "con el grupo terrorista Hamás". El Ministerio de Exteriores rechazó "tajantemente las falsedades vertidas en el comunicado de la Embajada de Israel".

Ahora, y desde hace varias semanas, Sánchez ha pasado a una tercera fase más dura. En su discurso de investidura criticó abiertamente las "matanzas indiscriminadas de civiles" en Gaza, al tiempo que pidió la liberación inmediata de los rehenes retenidos por Hamás.

Conferencia de Paz y reconocimiento de Palestina

Más allá del tono empleado, en lo sustancial el Gobierno de Pedro Sánchez trata de impulsar la celebración de una conferencia de paz cuando el conflicto se enfríe. En unos seis meses, apuntan desde Moncloa como marco temporal. Recuerdan que ya hay 88 países que han aceptado esa "idea española" de una cumbre: los 27 de la UE y los 51 de la Liga Árabe y la Organización para Conferencia Islámica.

Otra de las ideas sustanciales que está defendiendo Sánchez es que la Autoridad Nacional Palestina se haga cargo de la Franja de Gaza cuando termine la contienda. La propuesta es delicada, porque en 2006 estalló un enfrentamiento en violento entre los partidos de Hamás y Al Fatah, que terminó con centenares de muertos y el control de Gaza por parte del partido islamista. "Yo le puedo asegurar una cosa, y es que la Autoridad Nacional Palestina no volverá a la Franja de Gaza sobre tanques israelíes", ha dicho a este diario el embajador palestino en España, Husni Abdel Wahed.

Sánchez también sugiere dar a Palestina el reconocimiento como Estado, como han hecho ya 136 de los 193 países de Naciones Unidas; de ellos, 10 de la UE. Pero, tras cinco años en el poder, no lo ha hecho. El Gobierno dice que quiere coordinarse con otros socios europeos para que el reconocimiento sea más efectivo.

El resto de la postura española es más estándar: la llamada solución de dos Estados, uno palestino pleno junto a Israel. Una opción que para algunos analistas y políticos es ahora inviable, porque Israel tiene alrededor de 700.000 colonos en Cisjordania y Jerusalén Este, la zona sobre la que debería consumarse ese Estado palestino, junto con la Franja de Gaza, en estos momentos destrozada en su parte norte y en plena contienda.