GEOPOLÍTICA DEL ESPACIO

A la conquista de la Luna: dictaduras frente a democracias en la carrera espacial

Estados Unidos e India compiten con China y Rusia para establecer una base en el satélite terrestre

Alunizaje de la nave indianChandrayaan-3 en el polo sur lunar.

Alunizaje de la nave indianChandrayaan-3 en el polo sur lunar. / India acaba de convertirse oficialmente en el cuarto país en aterrizar con éxito en la Luna y el primero en hacerlo en el polo sur de este satélite. Ayer, tras una cuenta atrás de vértigo, la agencia espacial india (ISRO) ha conseguido posar la misión espacial Chandrayaan-3 sobre el polo sur de la Luna. En la imagen, alunizaje de la nave Chandrayaan-3 en el polo sur lunar.

Mario Saavedra

Hasta junio del año pasado, los astronautas de India solían entrenarse en el centro para cosmonautas Yuri Gagarin cerca de Moscú. Las agencias espaciales de India (ISRO) y Rusia (Roscosmos) colaboraban. Pero en junio del año pasado el Gobierno de Narendra Modi firmó los Acuerdos Artemisa. Un texto que, liderado por Estados Unidos, fija las normas conjuntas de exploración del espacio ultraterrestre, desde la Luna a Marte o los asteroides. España, Francia e Italia, entre otras 25 naciones, se han adherido. 

Ahora, los astronautas indios se formarán en el Johnson Space Center de Texas. Nueva Delhi también ha acordado enviar una misión conjunta con Estados Unidos a la Estación Espacial Internacional (ISS) en 2024. India se alinea con Estados Unidos y se aleja de Rusia.

El pasado miércoles, 23 de agosto, a las 14:30 hora española, la agencia espacial india consiguió un hito histórico. Consiguió “conquistar” el polo sur de la Luna. El módulo de aterrizaje Vikram (Valiente) se desgajó de la nave Chandrayaan-3 y se posó sobre la cara oscura del satélite terrestre. Era la primera vez en la historia que el ser humano conseguía realizar una maniobra tan compleja. Y era el primer paso exitoso de una larga carrera lunar en marcha, cuyo objetivo final es construir asentamientos fuera de nuestro planeta.

Para Rusia, los Acuerdos Artemis son una iniciativa de Washington para colonizar la Luna. Moscú tiene sus propios planes espaciales para los próximos años. Para empezar, en esa fecha, 2024, Rusia se desvinculará de la ISS, algo que ya había anunciado en 2021 pero que se ha consolidado tras su aislamiento internacional tras su invasión ilegal de Ucrania de 2022. 

El Gobierno de Vladímir Putin tiene un plan de desarrollo a largo plazo para la exploración y explotación Lunar, que anunció hace tres años. Primero, poner en órbita un módulo lunar y posarlo en el satélite terrestre antes de 2025, para luego construir una base lunar antes de 2034. Seis años después, en 2040, debería haber levantado un sistema tripulado de exploración lunar. Decidieron adelantar el lanzamiento del módulo lunar, para evitar que India se les adelantara. Pero la Luna-25 chocó con la superficie lunar después de que se interrumpiera la comunicación.

Las sanciones impuestas a Rusia tras la invasión de Ucrania han supuesto un varapalo para Roscosmos. Tuvieron que prescindir de una cámara fabricada por la Agencia Espacial Europea (ESA), que iba a incluir en su módulo lunar, después de que la UE impusiera sanciones contra Rusia en febrero de 2022. Tampoco pudo conseguir componentes de la aeroespacial europea Airbus.

Buscan ahora la ayuda de China. Con el gigante asiático tienen firmado un acuerdo de colaboración. China tiene su propia su misión para construir una Estación Lunar de Investigación (ILRS, por sus siglas en inglés). Lleva en marcha dos años y a ella se ha unido Rusia, con el mismo objetivo es construir una base en la Luna antes de 2036. 

La Unión Europea, por su parte, participa en el Artemis, un programa internacional de vuelo espacial tripulado liderado por la NASA y empresas privadas de vuelos espaciales, junto con las agencias de la UE, Japón, Canadá, Israel y Australia. El objetivo de volver a explorar la Luna y llevar a la primera mujer y al próximo hombre al polo sur lunar para finales de 2024.2

La ESA construirá dos de los módulos de la pequeña estación que se pondrá en órbita lunar para albergar astronautas, la Gateway. Como parte del acuerdo, se espera que un europeo pueda pisar la Luna a mediados de 2030. Es un proyecto de casi 15.000 millones de euros, de los que España aportará más del 8%.

Los regímenes autoritarios se alinean así frente a los democráticos en la nueva carrera espacial.

Cien países con intereses de exploración

Hay en marcha desde hace años una reordenación de la geopolítica espacial global, asegura Julie Klinger, profesora del departamento de Geografía y Ciencias Espaciales de la Delaware University en un artículo en Cidob.

En 1967, 132 países, incluidos Rusia, China y Estados Unidos, firmaron el Tratado del Espacio Exterior (OST, por sus siglas en inglés). Fijaron los principios por los que deberían regirse las actividades de exploración y uso del espacio exterior, incluidos la Luna y otros cuerpos celestes. Sólo se permitía el uso pacífico del Espacio, que se definía como patrimonio común de toda la humanidad. Impedía, entre otras cosas, que el primero que llegara a un lugar de un astro lo reclamara. Ni India puede apropiarse del polo sur de la Luna por haber llegado primero ni tampoco EEUU por la bandera que clavó Neil Armstrong. Este tratado ha permitido, por ejemplo, el desarrollo de la industria de satélites en la órbita terrestre global.

Pero ahora las cosas están cambiando, apunta Klinger. Primero, con la Ley de Competitividad sobre Lanzamientos Comerciales al Espacio, de Barack Obama en 2015. “En contradicción con el articulado y el espíritu del OST dicha ley reconoce la apropiación privada por parte de nacionales estadounidenses de cualquier recurso descubierto en el espacio exterior”, escribe Klinger. Cuatro años después, el Congreso de EEUU autorizó la creación de una “Fuerza Espacial” y Donald Trump autorizó la explotación por parte del sector privado de los recursos mineros tanto de la Luna y otros planetas. 

El ser humano ha descubierto ya seis minerales en la superficie del satélite terrestre. El último, el año pasado por China. Lo denominó Changesite-(Y) y podría ser una futura fuente de energía para naves espaciales o para generadores en la tierra, porque contiene helio-3. Este gas es muy raro en la tierra. Los científicos lo ven como un candidato a ser el combustible de una futura energía de fusión nuclear (la liberada al juntar átomos), el equivalente al uranio en la fisión (la que se produce en las centrales o bombas nucleares por rotura de los átomos). 

En este nuevo esquema (Rusia-China vs. EEUU, UE y otros) deja fuera a muchos países, especialmente a los menos desarrollados. Sin embargo, hay más de un centenar de Estados que tienen programas más o menos avanzados de exploración espacial. Hay planes para crear una Agencia Espacial Africana, con sede en Egipto y una veintena de países del continente tienen agencias propias. 

“Esta impresionante proliferación de compromisos espaciales en todo el mundo es, exactamente, lo que preveía el OST”, escribe Klinger. “Una geopolítica crítica del espacio exterior debe ir más allá de quien construye la primera base lunar para, y de manera mucho más importante, comprender cómo el espacio exterior puede ayudarnos a resolver los problemas del planeta”.