Giro inesperado

El grupo Wagner se retira a las puertas de Moscú tras alzarse contra Putin

Es el desafío “más importante” al que se ha enfrentado el Estado ruso en los últimos tiempos, según valora el Ministerio de Defensa británico

El grupo Wagner afirma que ya controla militarmente Rostov

Agencia ATLAS / Foto: EFE

Marc Marginedas

Una jornada de infarto, durante la cual ha quedado expuesta, con la mayor crudeza desde el inicio de la invasión de Ucrania, la fragilidad del Estado ruso y del actual líder del Kremlin. El enconado conflicto entre Yevgueni Prigozhin, líder del grupo de mercenarios Wagner, y la cúpula del Ejército ruso ha estallado en la noche del viernes al sábado, pasando de las palabras a los hechos, después de que el cabecilla de la controvertida milicia se declarara en rebeldía abierta y ordenara a sus tropas penentrar en territorio de la Federación Rusa desde Ucrania, tomando bajo su control la ciudad de Rostov del Don, en el sur, y avanzando hasta 200 kilómetros de Moscú, sin hallar ninguna resistencia digna de mención. Al caer la noche, y tras alcanzar un pacto con el presidente de Bielorrusia, Aleksándr Lukashenko, el líder mercenario ha ordenado el regreso de sus combatientes a sus bases para evitar un "derramamiento de sangre".

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Fue una tentativa de golpe de Estado en toda regla protagonizado por un controvertido y hábil personaje de pasado criminal, cada vez más crecido gracias a sus éxitos en los frentes de batalla de Ucrania y consciente de su influencia y prestigio como comandante militar entre la soldadesca rusa. Durante todo el día, los comentaristas coincidían en deducir, a partir de sus palabras, que ya no se trataba solo de un conflicto con el estamento militar, sino que estaba cuestiona incluso al mismísimo presidente de la nación. “Estamos asistiendo al inicio de una guerra civil”, ha proclamado en su cuenta de Twitter Igor Shusko, uno de los blogueros especializados en la guerra de Ucrania más seguidos en las redes sociales. Los términos del acuerdo conseguido gracias a los buenos oficios del líder bielorruso consiste en que Prigozhin, convertido desde hace meses en una piedra en el zapato del liderazgo militar, se retirará a Bielorrusia, el caso penal abierto por rebelión armada será cerrado y ninguno de los mercenarios que participó en la asonada será juzgado debido a "sus méritos en el frente", según ha asegurado el portavoz presidencial, Dmitri Peskov.

A primera hora de la mañana, fue confirmado que Rostov del Don, con 1,1 millones de habitantes, la décima ciudad más poblada de Rusia, hub y centro de distribución para el aprovisionamiento de las tropas que combaten en Ucrania, considerada algo así como la Nueva Orléans de Rusia debido a su puerto fluvial y a su clima relativamente beningo, se hallaba bajo el control por hombres de la milicia Wagner llegados la noche anterior desde el vecino país. En Voronezh, más al norte, a poco más de 500 kilómetros de Moscú, los amotinados habían recabado apoyos, logrando hacerse con el control de instalaciones militares, registrandose algunos enfrentamientos en los alrededores. Según pudo comprobar Reuters durante la mañana, helicópteros militares rusos han bombardeado un convoy de los alzados que circulaba por la autovía M4 en las afueras de la población.

Asimismo, se llegaron a identificar columnas de vehículos militares en dirección de Lipetsk, región vecina de Voronezh, y Krasnodar, la gran ciudad del sur de Rusia, a unos 150 kilómetros al sur de Rostov. Transcurridas unas horas, la amenaza que se percibía en esos momentos sobre la capital era tan seria en las que las autoridades tuvieron que cerrar al tráfico unos 300 kilómetros de la autovía M4, que une la principal megalópolis rusa con Voronezh y Rostov del Don, al tiempo que se habían posicionado camiones con arena en los accesos capitalinos desde el sur para colocar obstáculos y cavar trincheras a un eventual avance blindado. Los cuarteles generales de Wagner en San Petersburgo fueron sido rodeados por agentes antidisturbios.

Tras meses de tira y afloja entre Prigozhin y el ministro de Defensa Serguéi Shoigu y el jefe del Estado Mayor, Valeri Guerásimov, de especulaciones de hasta qué punto el líder de Wagner continuaba siendo leal al Kremlin, el discurso televisado de Putin, a primera hora de la mañana, no le concedía ya ninguna posibilidad de acomodo o pacto alguno. “A lo que nos enfrentamos es exactamente a una traición; una traición provocada por la ambicion desmesurada y los intereses personales”, subrayó el líder del Kremlin. Con el semblante serio, y vestido con traje y corbata negros, ha acusado a Prigozhin, al que no ha mencionado por el nombre, de asestar “una puñalada por la espalda a nuestro país y a nuestro pueblo”.

La respuesta de Prigozhin no se hizo hecho esperar, negando que sus hombres sean traidores: "El presiente está equivocado; somos patriotas de nuestra patria; hemos luchado y seguiremos luchando". Su intención, dijo, era ir hasta el final y no entregarse al Ejército regular. "Ninguno de nosotros va a plegarse a las demandas del presidente del FSB ni de nadie más", ha prometido, haciendo referencia a la reciente exigencia de que los mercenarios de Wagner firmaran un contrato que, de facto, suponía la pérdida del la atuoridad de Prigozhin en el Ejército que creado por él. Finalmente, al caer la noche en Rusia, anunció la retirada de sus hombres, una decisión en la que, según fuentes de Bielorrusia, el presidente del país, Aleksándr Lukashenko, ha jugado el papel de mediador.

En las primeras horas transcurridas desde el inicio del golpe, el presidente ruso recabó respaldos principalmente políticos, como el de las autoridades de ocupación en las zonas de Ucrania bajo control ruso, de los presidentes de las dos cámaras del Parlamento, de la mayoría de la clase política moscovita y también del presidente de Chechenia, el influyente Ramzán Kadírov, quien en el pasado se había alineado a Prigozhin en su pulso con el estamento militar. Empleando los mismos términos que el líder del Kremlin, Kadírov ha calificado el alzamiento de “puñalada” y ha expresado la voluntad de sus hombres de neutralizar la asonada. Nada de ello impidió que los vehículos militares de Wagner recurrieran un gran trecho de la distancia que separa Rostov de Moscú, y llegaran a un punto por determinar a tan solo dos centenares de kilómetros.

Decenas de personas vitorean al jefe de los mercenarios de Wagner al abandonar Rostov

Agencia ATLAS / Foto: EFE

Por contra, el líder de Wagner recibía el respaldo expreso de opositores enfrentados al Kremlin como Mijaíl Jodorkovski, lo que, sobre el papel, dificultaría la labor de ganar adeptos a su causa en el seno de la élite rusa. Desde Kiev, el cabecilla golpista ha recibido un apoyo más velado pero muy significativo. Responsables ucranianos de alto rango han asegurado, en tono de satisfacción, que la asonada de Wagner era "el inicio de la operación antiterrorista" en Rusia. El empleo de semejante vocabulario -el Gobierno ucraniano considera a Rusia un "estado terrorista"- y el contenido de las últimas palabras de Progozhin antes de iniciar la incursión en territorio ruso, cuestionando los mismos motivos explicitados por el mismo Putin en febrero del pasado año para iniciar la invasión del país vecino, habían azuzado rumores de contactos secretos o algú pacto entre el líder de Wagner y la inteligencia ucraniana.