En la sesión semanal de preguntas al primer ministro en el Parlamento británico, Brown informó a los diputados de que había hablado con su colega chino esta mañana y le había dejado "absolutamente claro" que tenía que producirse un fin de la violencia.

"El primer ministro (chino) me dijo que, condicionado a dos cosas que el Dalai Lama ha dicho ya -que no apoya la independencia total del Tíbet y que renuncia a la violencia-, estaría preparado para iniciar un diálogo" con el líder espiritual tibetano, prosiguió el jefe del Gobierno de Londres.

"Creo que es importante que todos nosotros facilitemos las conversaciones", dijo Brown, que anunció también que se reunirá con el Dalai Lama cuando éste visite el Reino Unido, lo que la prensa británica espera para mayo próximo.

Sin embargo, "lo más importante en este momento", a juicio de Brown, es "lograr un fin de la violencia", "la reconciliación" y que se produzcan "conversaciones legítimas".

El líder de la oposición conservadora, David Cameron, felicitó a Brown por su decisión de reunirse con el Dalai Lama, que responde, a juicio de los observadores británicos, a la presión de las organizaciones de derechos humanos.

Los Gobiernos de China y el exilio tibetano continuaron hoy su cruce de acusaciones sobre la ola de violencia desatada en los últimos días en el Tíbet y varias provincias chinas, territorios que siguen aislados a la prensa extranjera e independiente y ante la incertidumbre generalizada.

Mientras el régimen comunista aseguró que la región tibetana recupera poco a poco la normalidad tras las revueltas que arrasaron Lhasa, el Gobierno tibetano en el exilio se esfuerza en desmentir la versión oficial china y admite que cada vez es más difícil obtener información alternativa.

Según la ONG Centro Tibetano para los Derechos Humanos y la democracia, las manifestaciones de ayer en Gansu dejaron varios muertos, bajas que el Gobierno chino se niega a reconocer, y que según Dharamsala ya ascienden a casi un centenar en el total de la represión.