FC Cartagena

Aprobados y suspensos de la segunda unidad del FC Cartagena

Calero introduce a los menos habituales frente al Huesca y obtiene un rendimiento irregular en el último partido del curso en el Cartagonova

Arnau Solà controla un balón durante el encuentro del domingo. | LOYOLA PÉREZ DE VILLEGAS

Arnau Solà controla un balón durante el encuentro del domingo. | LOYOLA PÉREZ DE VILLEGAS

Alfonso Asensio

Alfonso Asensio

No está teniendo un buen final de temporada el Fútbol Club Cartagena. Gesta histórica a parte, el rendimiento del equipo una vez ha logrado la salvación matemática está dejando mucho que desear. No encuentra Julián Calero la tensión competitiva en su plantilla, la misma que convirtió al conjunto albinegro en el mejor de Segunda, después de firmar el objetivo con tres jornadas de antelación. Ni introduciendo a los menos habituales levanta el técnico el espíritu competidor de un equipo que ya ha hecho los deberes.

Ya sufrió esta circunstancia el Cartagena en Ipurúa y la volvió a sufrir el pasado domingo en el Cartagonova. A pesar de que el entrenador parleño no quiera «echar suciedad» sobre lo conseguido en la segunda vuelta, lo cierto es que los suyos no están dando la talla ni dignificando al club en los últimos compases. La segunda unidad, de la que el entrenador y la afición esperaban un punto de rebeldía, no cumplió con su deber.

Entró en la portería para sustituir a Raúl Lizoain un Tomás Mejías que no parece estar a la altura de la competición en estos momentos. Tras llegar inédito desde el Ceuta, donde no disputó ni un partido en la presente temporada, Mejías se enfundó la albinegra en invierno y, desde entonces, sólo ha saltado al terreno de juego en dos ocasiones. La primera, tras una lesión de Raúl, destapó su falta de forma. La segunda, el domingo, la corroboró: recibió tres disparos a portería y sólo desvió el primero, pero con un blocaje fallido que costó el primer gol. El segundo tanto en contra también se puede achacar a sus dudas por alto y su falta de dominación en el área pequeña.

Tampoco cumplió Mikel Rico en su partido de despedida del fútbol. El centrocampista de Basauri estuvo irregular, participando mucho del juego del equipo, pero cometiendo también varios errores graves para un futbolista de su nivel. No estuvo intenso para evitar el plácido control de Hashimoto en el área que condujo al 0-1 y ofreció un balón en bandeja a Obeng que no terminó en gol por demérito del delantero. Aunque mantuvo un buen porcentaje de acierto (81 por ciento), sus siete pérdidas de balón lastraron al equipo.

Se sumó a este negativo grupo un Darío Poveda que ha pasado por todos los estados de forma en los seis meses que lleva en Cartagena. Comenzó desplazando a Ortuño de la titularidad, pero se le acabó la confianza y los goles para tener que ceder de nuevo el paso al yeclano en el tramo final. Ha vuelto al once tras la consecución del objetivo, pero no ha estado fino. Contra el Huesca, el alicantino sólo tocó el balón en veinticuatro ocasiones y ni si quiera pudo disparar. No tuvo opciones y no generó peligro de ningún modo.

En el otro lado de la balanza estuvieron Diego Moreno, Arnau Solà y Arnau Ortiz. Los tres jugadores cedidos fueron de lo mejor del Cartagena y los únicos que pusieron algo de fútbol en una tarde densa. Moreno se incorporó varias veces al ataque e incluso llegó a disfrutar de una gran ocasión cuando recibió un balón suelto en el área para disparar de volea. Arnau Solà recorrió su banda incansablemente y evitó que la ocasión de Obeng terminase en gol con un repliegue muy meritorio en velocidad. Ortiz mostró el desborde que se le pidió desde su llegada y generó ocasiones de gol desaprovechadas.

Para el último partido de liga, Calero quiere volver a «premiar» a los que han estado «fuera del foco» según dijo en la rueda de prensa. No obstante, nada hace presagiar una mejora en el compromiso o la actitud competitiva para terminar la temporada.