CAMBIO DE PROPIEDAD

EEUU se está quedando con el deporte de Europa y no te estás dando cuenta

La compra de MotoGP por parte de Liberty Media, propietaria de la F1, es la última de una serie de operaciones que han llevado, por ejemplo, a que el 50% de la Premier esté en manos americanas

Interacción entre 'The Sphere', estadio esférico de música de Las Vegas, y el gran premio que se celebra en la ciudad estaounidense.

Interacción entre 'The Sphere', estadio esférico de música de Las Vegas, y el gran premio que se celebra en la ciudad estaounidense. / EFE

Denís Iglesias

Que vienen los inversores de China. Ahora es Qatar. No, llega el turno de Arabia Saudí. Desde hace años, el deporte de Europa siente amenazada la soberanía de su deporte, al igual que sucede con el resto de baluartes económicos. En este caso, la influencia llega al corazón cultural, por lo que su influencia es más sensible. Sin embargo, el país que ha revolucionado los cimientos de esta industria es EEUU. La compra reciente por parte de Liberty Media, fondo con sede en Colorado, de MotoGP es la última gran adquisición de la contraparte 'yankee', que a través de la propiedad de la F1 o de grandes clubes como el Liverpool, Chelsea, Manchester United o Arsenal está cambiando las reglas del juego.

Hace unos años era impensable que algunas de las marcas más potentes del fútbol estuviesen bajo el poder de compañías del país del 'soccer', concebido como un entretenimiento secundario, a pesar de la presencia de estrellas como PeléBeckembauer o Cruyff. Sin embargo, la concepción de los equipos de fútbol como empresas multinacionales activó el interés de actores que en EEUU habían hecho crecer franquicias. Esta forma de sociedad es todavía ajena al modelo de competitividad europeo, pero proyectos como la Superliga, con su modelo cerrado de divisiones, se miran en el reflejo de las grandes ligas norteamericanas como la NFL o NBA.

El 50% de la Premier pertenece a EEUU

En la actualidad, existen hasta 40 equipos de fútbol en Europa que son de propiedad estadounidense. Del total de los 96 equipos que forman parte de las cinco grandes ligas continentales (Premier, LaLiga, Serie A, Bundesliga y Ligue 1), el 40% tienen un propietario extranjero, según un informe de Football Benchmark. Con diferencia, el inversor 'yankee' moviliza un mayor capital, seguido de los inversores chinos, saudíes y suizos.

Solo en la Premier League, EEUU controla la mitad de los equipos: Manchester United, Aston Villa, Liverpool, Chelsea, Arsenal, Everton, Fulham, Burnley, Fulham, Bournemouth y Crystal Palace. En la Ligue 1 hay otros cinco clubes donde el accionista mayoritario es estadounidense: Olympique de Marsella, Olympique de Lyon, Strasbourg, Tolouse y Le Havre. La misma cifra en la Serie A: AC Milan, Roma, Genoa, Atalanta y Fiorentina, mientras que en LaLiga, el RCD Mallorca, que juega este sábado la final de Copa, pertenece al empresario neoyorquino Andy Kohlberg.

A estas sociedades hay que sumarles el Leeds, Birmingham, Swansea, Millwall, Huddersfield Town, Plymouth Argyle (segunda inglesa); Porstmouth, Barnsley, Wycombe Wanderers (tercera inglesa), Crawley Town, Wycombe Wanderers, Gillingham (cuarta inglesa), Woking FC (quinta inglesa); Caen (segunda francesa), Nancy, Red Star (tercera francesa); Parma Calcio, Spezia y el Venezia (segunda italiana). Los motivos para involucrarse en equipos de interior categoría son diversos.

Los derechos audiovisuales, el maná del inversor 'yankee'

Desde un interés personal y mediático, como ocurrió con los actores Ryan Reynolds y Rob McElhenney, propietarios del Wrexham, hasta el carácter histórico, como sucedió con el Parma Calcio, heredero de homónimo club italiano (desaparecido en 2015), comprado por el Krause Group en 2020. Regar de capital un club no tiene porque ser sinónimo de éxito. La viva imagen es el Chelsea FC, quien en mayo de 2022 cambió de mano.

Pasó de ser controlado por el magnate ruso Roman Abrahmovich -sancionado por la invasión de Ucrania)- a ser dirigido por un consorcio que tenía como cabeza visible a Todd Boehly, copropietario de Los Angeles Dodgers de béisbol. El continuo dispendio sin resultados positivos ha llevado, según informó la prensa inglesa esta semana, a que el fondo Clearlake Capital, dueño del 61,5% del Chelsea, ponga fecha de caducidad para el empresario. El actual presidente dejará de serlo en 2027.

En otros clubes como el Liverpool o el Arsenal, el intervencionismo de Fenway Sports Group o Kroenke Sports & Entertainment se reduce a la parcela de los negocios. La dirección deportiva queda en manos de profesionales relacionados directamente con el fútbol, por lo que se produce un 'win-win'. El atractivo de la Premier está en las cifras que moviliza. De acuerdo con el 'Annual Review of Football Finance' elaborado por Deloitte, la competición inglesa tuvo unos ingresos de 6.400 millones de euros, un 12% más, con respecto a la temporada anterior.

Es prácticamente el doble que LaLiga, con una facturación de 3.300 millones (un 11% más), detrás de la que se sitúa la Bundesliga (3.100 millones, un 5% más) y la Serie A, con 2.400 millones que supusieron una caída del 7% debido a la depreciación de los contratos de retransmisión nacionales e internacionales. Los derechos audiovisuales siguen siendo la clave de todo. A pesar de estar en el quinto lugar, la Ligue 1 francesa fue la experimentó un mayor alza, del 26%, hasta alcanzar los 2.000 millones de facturación gracias al Olympique de Marsella y al PSG.

¿Cambiarán las reglas del juego con EEUU?

El otro gran frente que ahora controla EEUU es el motor. El anuncio de la compra de MotoGP (86% de las acciones al canadiense Bridgepoint) por parte de Liberty Media permitirá al fondo crear un gigante de motor. Además de la principal competición de motos controla la Fórmula 1. La idea es crear un híbrido que alimente a ambas competiciones, cuyo origen y desarrollo han sido europeos.

La F1 se trató durante décadas como un deporte británico y MotoGP estaba en manos de la española Dorna Sports, que seguirá siendo una compañía independiente atribuida a Liberty Media Formula One Group. Como en el caso del Chelsea, lo que preocupa, más allá del control, es cómo afecta el propio modo de sentir y vivir la competición. En la Premier el peso del aficionado es fundamental y en el fútbol la influencia de las propiedades afecta más a los flujos de capital que al juego.

Con todo, no se omiten debates como los de la duración de los partidos, que están movidos por el interés mercantil de las retransmisiones. El tiempo efectivo es otra cuestión sobre la que se discute. El 'reloj parado', como sucede en el baloncesto, ha llegado incluso a las asambleas de la International Football Association Board que decide las reglas del deporte más popular. En MotoGP y Fórmula 1, al tener reglas propias, el nivel de intervención es mayor.

Fernando Alonso, en su etapa en Alpine, en el GP de EEUU celebrado en el circuito de Texas.

Fernando Alonso, en su etapa en Alpine, en el GP de EEUU celebrado en el circuito de Texas. / EFE

Mascotas, 'shows' al descanso y 'all stars'

La Nascar o las IndyCar Series eran el gran producto de consumo en EEUU. Pero la llegada de Liberty Media en 2017 a la F1 hizo que el 'Gran Circo' se interesase cada vez más por el mercado norteamericano, así como por otros emergentes. En este contexto nacieron el GP de Miami y el GP de Las Vegas. De este modo, EEUU pasó de tener una prueba (se había celebrado en circuitos como Indianápolis y actualmente en Austin) a ser el país con más trazados.

En enero, la Federación Internacional de Automovilismo que dirige la competición frenó lo que hubiera sido un paso más hacia la americanización de la F1. Rechazó la entrada de Andretti, escudería norteamericana, alegando "falta de competitividad". Se habría convertido en la segunda del país de las barras y las estrellas junto a Haas. En la parrilla hay un solo estadounidense, Logan Sargeant.

El español Álex Rins celebra el triunfo logrado en el MotoGP de Las Américas de 2023.

El español Álex Rins celebra el triunfo logrado en el MotoGP de Las Américas de 2023. / EFE

Porque la estrategia 'yankee' no consiste tanto en colonizar los torneos -en la Premier hay jugadores de EEUU, pero no en equipos relevantes, salvo el paso de Pulisic por el Chelsea- sino en controlar su negocio. Un enfoque global que, sin embargo, ha conllevado, por su propio modo de entender el negocio, en la implantación de elementos de la cultura norteamericana como las mascotas, los 'shows' al descanso, los 'all stars'. Recursos a favor de la espectáculo frente al resultado, que sigue siendo un elemento de prestigio, aunque cada vez más relativo.