Fútbol

El Real Murcia sonroja a todos menos a Felipe Moreno

El Ceuta devuelve a la realidad a un equipo grana que, sin victoria, vuelve a ponerse en el foco por su mal juego, su falta de ideas y su incapacidad para generar ocasiones

Munúa, pese a la confianza del dueño, otra vez cuestionado

Rodri Ríos supera a Pedro López pero la acción es anulada por fuera de juego. | LOF

Rodri Ríos supera a Pedro López pero la acción es anulada por fuera de juego. | LOF

Ángela Moreno

Ángela Moreno

No hay aficionado del Real Murcia que no acabara sonrojado ayer después del pésimo partido completado por los granas en Ceuta (1-0). Pero ese bochorno no es nuevo. No hay semana en la que no haya bochorno para los seguidores murcianistas, que hasta en los días de victoria han sido capaces de disfrutar.

Porque aunque Ceuta fue el fin de la buena racha, racha en la que se habían sumado cuatro victorias en cinco partidos, la realidad es que Ceuta solo fue una parada más en la bochornosa trayectoria que llevan los de Munúa en esta campaña. Un conjunto de Munúa que más de dos meses después del inicio de campeonato sigue ofreciendo los mismos síntomas, síntomas todos negativos. Y es que no se recuerda un Real Murcia más pobre que el actual. Hemos visto equipos que tiraban de corazón a falta de calidad; hemos visto equipos basados en la fortaleza defensiva ante la carencia de buenos delanteros, hemos visto equipos para todos los gustos, pero la mayoría con un plan, un plan que unas veces salía y otras no, pero un plan, un plan que en el Real Murcia de Munúa no existe.

Porque el Real Murcia es como un puzzle completamente desencajado, un puzzle en el que nadie es capaz de encontrar al de al lado, en el que ningún jugador tiene idea de qué hacer con el balón; un puzzle en el que el único recurso es pegar pelotazos que dejan en mal lugar a dos delanteros que reciben a mil metros del área, sin nada o poco que hacer, acabando revolcados por cualquier central con un poco de consistencia, como ocurrió ayer con Saturday o con Danese.

Porque en Ceuta solo se vio el Real Murcia real, ese Real Murcia que no nos quitamos de la cabeza, incluso cuando se gana de chiripa al Linares o al Mérida, un Real Murcia que no ilusiona ni con los resultados a favor, un Real Murcia que lleva más de dos meses sonrojando a cualquiera que pierde unos minutos de su vida observando el mal llamado fútbol de los granas. Solo Felipe Moreno, dueño del Real Murcia, escapa a ese sonrojo, solo Felipe Moreno está feliz con un Real Murcia que es un trapo roto en manos de cualquier rival, un Real Murcia al que el Ceuta desarboló en apenas media hora, un Real Murcia al que hasta el colista Baleares hizo méritos para ganar.

Pero mientras que ya casi nadie confía en el Real Murcia, Felipe Moreno no da su brazo a torcer. Da igual que ya esté más que confirmada la planificación penosa de la plantilla, porque Felipe Moreno no ha puesto ni un ‘pero’ a la gestión de Javier Recio; y da igual que Gustavo Munúa haya convertido al Real Murcia en un muñeco roto, en un equipo que juega como pollos sin cabeza, un equipo sin juego ni energía, un equipo que por no saber no sabe ni dar pelotazos válidos, porque Gustavo Munúa tiene crédito infinito, o eso es lo que se empeña en afirmar Felipe Moreno. Un Felipe Moreno que parece una mala copia del Felipe Moreno que llevó al Leganés a Primera División. O a lo mejor es que en el Leganés Felipe Moreno se lo tomaba en serio y se rodeaba de profesionales de verdad, dándoles el poder de tomar decisiones; y en el Real Murcia solo se rodea de palmeros que le digan lo que quiere escuchar.

Porque después de 12 jornadas, en las que nadie recuerda una gran jugada del Real Murcia, en las que nadie recuerda un gol espectacular, en las que nadie ha sido capaz de disfrutar aunque sea 45 minutos, Felipe Moreno sigue apostando por la paciencia ante los sonrojos.

Sonrojos como el de ayer en Ceuta, donde nadie hubiera reprochado la derrota si los granas hubieran dejado todo en el campo, pero es que el equipo de Munúa no sabe lo que significa dejar todo en el campo.

Porque el equipo de Munúa es insignificante en manos de cualquiera, un equipo que al primer soplido tiembla en defensa, un equipo que se empeña en jugar en inferioridad por culpa de un Tomás Pina que está cinco velocidades por debajo del ritmo de Primera RFEF, un Real Murcia que cuenta con dos laterales -Sergio Santos y Marc Baró- que si los hubiera fichado Julio Algar, ya se estarían recogiendo firmas para pedir el destierro del madrileño, y un Real Murcia que tiembla cada vez que Munúa mueve alguna ficha en su pizarra.

Porque Munúa se empeña en jugar con dos delanteros cuando el equipo es nulo en el centro del campo, pero ese mismo Munúa saca del campo a un delantero cuando el marcador se pone en contra y la única alternativa son centros laterales. Ese mismo Munúa que pone a Tomás Pina por delante de Isi Gómez cuando hay que oxigenar al equipo o que no es capaz de coger a Rojas y darle un toque de atención, para que piense más en el equipo y menos en él mismo.

Pues ese Munúa que ha convertido al Real Murcia en un Real Murcia que da pena sobre el césped, es el Munúa que está blindado por Felipe Moreno, un Felipe Moreno que fue el único que no vio que las victorias solo eran flor de un día, un Felipe Moreno al que pareció no sonrojarle la eliminación copera en manos de la Arandina y que tampoco parece dispuesto a hacer nada después del ‘espectáculo’ visto ayer en Ceuta.

Porque si el Ceuta ganó por 1-0, gracias a un gol de Cedric en el minuto 26, fue por el gran partido del meta Manu García, el único que se salvó, el único que evitó un ridículo mayúsculo. Porque de no ser por el portero, el Real Murcia podría haber salido del Alfonso Murube con tres o cuatro goles a sus espaldas.

Porque mientras que el Ceuta asediaba una y otra vez el área murcianista, los de Munúa eran un equipo manso, sin ideas, que cuando recibe el balón no sabe qué hacer, es cómo una patata caliente, que todos quieren quitarse de encima cuanto antes. Y así, no hubo ni una ocasión clara de gol hasta el minuto 86, cuando, en una falta, Arturo puso a prueba a un Pedro López que no falló. El meta del Ceuta sí fue superado por Rodri Ríos en el primer tiempo, pero la acción estaba anulada por fuera de juego.

Pero para ver la realidad del Real Murcia solo hay que poner un poco de atención en los cinco minutos que prolongó el árbitro, cinco minutos que no mostraron a un Real Murcia volcado por conseguir el empate. Todo lo contrario. Esos cinco minutos solo fueron cinco minutos más de la vergüenza que estaba ofreciendo el Real Murcia. Un Real Murcia solo salvado de la goleada por Manu García.

Munúa: "Hicimos un primer tiempo malísimo, nos superaban en todo"

Quiso hacer autocrítica Gustavo Munúa a la conclusión del partido. Sin la victoria que le había salvado en encuentros anteriores, este domingo el técnico se quedó sin excusa. Sin embargo, pese a decir que el primer tiempo había sido «malísimo», el uruguayo salvó la segunda parte de los suyos, una segunda parte en la que solo hubo una ocasión, la de Arturo en un lanzamiento de falta y en la que los murcianistas no acabaron goleados gracias a Manu García.

«Hicimos un primer tiempo malísimo, no nos salía nada y nos superaban en todo», explicaba en rueda de prensa, para a continuación comentar que «en el segundo tiempo, cambiando algunas cosas, fue mucho más igualado, tuvimos nuestras ocasiones, más allá de que no pudimos terminar de rematar las jugadas buenas».

No se quedó ahí Munúa, que posteriormente reforzó su idea diciendo que los del Ceuta «jugaron bien, nos complicó y jugaron mejor que nosotros, fueron justos ganadores, a pesar de que en el segundo tiempo estuvimos más cerca de empatar».

Maquilló Munúa una mala segunda parte y también recurrió a la excusa del poco tiempo que el equipo había tenido para preparar el partido por culpa de la Copa del Rey. «Después de un partido de Copa a mitad de semana, y de que ayer no pudimos entrenar para estar aquí lo antes posible», recordaba.

«Tenemos que ir partido a partido porque está todo muy justo, nada es fácil. El año es largo y estamos más cerca de los puestos que queremos estar. Ahora nos viene el Real Madrid Castilla y hay que prepararlo bien en casa», apuntó.

La única buena noticia fue el debut de Larrea, que llevaba desde inicio de curso lesionado. Sobre el centrocampista, el técnico dijo que «es un jugador que le aporta balance al equipo, además de tener visión de juego. Tuvo sus primeros minutos, y lo metí por cómo estaba el partido. Con su fútbol y volcados hacia delante para crear las ocasiones».