ADIÓS A 'LA VOZ'

La última condición de Pepe Domingo Castaño para renovar en COPE: "Venid todos a la verbena o no renuevo"

El locutor más reconocible de la radio española deja huérfanos a los compañeros a los que siempre se encargaba de reunir en comidas, cenas y juergas: "Todo partía de él"

Sus amigos y colegas Jorge Hevia y Germán Dobarro relatan el vacío que deja este "maestro de la radio y de la vida"

El locutor Pepe Domingo Castaño, en una entrevista de presentación de su libro ’Hasta que se me acaben las palabras: Mis recuerdos de radio y vida’.

El locutor Pepe Domingo Castaño, en una entrevista de presentación de su libro ’Hasta que se me acaben las palabras: Mis recuerdos de radio y vida’. / ELISENDA PONS

Ana Ayuso

Pepe Domingo Castaño, la voz más reconocible en activo de la radio española, falleció de forma repentina en la madrugada del domingo. Sufría desde hacía unos días una infección en esa garganta que durante más de 60 años cantó, presentó, anunció y se atoró cuando tuvo que defender en directo y en privado a sus compañeros y amigos.

Jorge Hevia lo sabe bien. Durante la retransmisión de la Super Bowl de 2010 leyó un SMS muy desafortunado de un oyente que criticaba a un antiguo anunciante. La empresa se quejó a la emisora, que decidió expedientar al actual productor de Tiempo de Juego (COPE) y suspenderle un mes de empleo y sueldo. Esta medida desencadenó el torbellino que cambió la historia de la radio deportiva de nuestro país en tan sólo un verano. A Paco González le apartaron del Carrusel Deportivo, su programa de toda la vida, por defender a Hevia.

"En el primer Carrusel Deportivo sin Paco, había una orden más o menos explícita de hacer el trabajo y de no convertir un programa de radio, que no era nuestro, sino de la Cadena SER, en un homenaje a Paco, y más cómo estaban las cosas y cómo iban a estar, con abogados y demás", explica Jorge Hevia a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del Grupo Prensa Ibérica. En ese momento, Pepe Domingo Castaño "sacó galones", señala. "Dijo que sí a todo lo que le pedían, se sentó en su micrófono y empezó el programa haciendo justo todo lo contrario de lo que le habían insinuado que tenía que hacer, de forma más o menos explícita, que en el caso de Pepe creo que fue bastante explícito. A él le dio igual". El de Padrón tardó tan sólo 20 segundos de programa en pronunciar el nombre de su querido compañero en antena.

"En aquel momento, el protagonista era Paco González y Pepe se puso al frente de la manifestación, cuando era una persona que había hecho ya todo a nivel laboral y que podía no haberse mojado y terminado su carrera en la SER, donde, seguro, tuvo ofertas tentadoras. Él puso por delante de todo ese sentimiento de lealtad y de amistad hacia Paco, principalmente. Pepe cogió la bandera y fuimos todos con él", recuerda Jorge Hevia. Tras 18 años de Carrusel Deportivo, Pepe Domingo y decenas de compañeros decidieron abandonar Gran Vía para mudarse a Alfonso XI, a la sede de COPE.

En esa casa llevan ya 12 años. Pepe Domingo explicaba en El libro de Tiempo de Juego (Libros Cúpula, 2012) que las vacaciones en su Galicia le ayudaron a "crecer por dentro y a convencerme de que había tomado la decisión correcta de elegir a mi amigo Paco antes que a mi empresa de hasta entonces, la Cadena SER". El locutor con el que todas las marcas se querían anunciar iba a cumplir 69 años y, casi desde las primeras temporadas en COPE, rondaba la duda de si ese septiembre iba a ser el último.

La eterna renovación

"Pepe siempre estaba con la coña de si renovaba, si no, si ya tenía que irse a descansar, pero al final siempre renovaba", asegura Hevia. Y así estuvo hasta este último verano. En esa eterna resistencia, hubo una festividad clave: la verbena de La Paloma de este año, que se celebra cada 15 de agosto. El creador de '¡Pepe, un purito!' convocaba al equipo en la Cava Baja, una travesía llena de bares que el locutor recordó en un reciente documental de Amazon Prime Video y en la que se ubica Casa Lucio. "Le gustaba utilizar como pistoletazo de salida del curso radiofónico estas fiestas. Nos juntábamos 10 o 15 personas y él invitaba un montón. Mucha gente decía que es porque tenía mucho dinero y que se lo podía permitir, pero yo he conocido a mucha gente con mucho dinero y era muy poco generosa", defiende su compañero.

En esa última verbena de La Paloma, se congregaron en La Taberna del Capitán Alatriste, al lado de la Cava Baja, "para comer y tardear, que es lo que hacemos ya las personas mayores". "Comimos, hablamos, nos reímos y fuimos a dar un paseo en medio de la última gran ola de calor en Madrid. Nos fuimos a tomar una copa a Juan Bravo y a charlar de la nueva temporada, de las publicidades nuevas que iban a entrar y estuvimos buscando sintonías para ellas, entre risas. Ese día no cantó", recuerda con alegría Hevia. 

Este verano, su intención de abandonar la radio cuando finalizase la temporada parecía más creíble. "En junio, nos mandó un mensaje a varios y nos dijo que había decidido renovar y seguir un año más, pero con una condición, 'sin la cual yo no sigo en la radio: que el 15 de agosto nos juntemos todos. Si no venís todos, yo no renuevo'", relata el productor de Tiempo de Juego, que lleva trabajando con Pepe Domingo desde que entró en la SER como becario. La amenaza no era necesaria: "No hacía falta tal medida de presión, porque nos encantaba ir y juntarnos con él, como nos encantará juntarnos sin él para recordarle. Hasta ese punto era importante para él que estuviésemos unidos y disfrutásemos de la vida". 

El periodista Germán Dobarro, que conoció a Pepe Domingo en una de sus visitas a los estudios de la SER en A Coruña y que terminó convirtiéndose en una pieza esencial del futuro proyecto en COPE desde Galicia, también recibió ese mensaje "extenso y razonado" en el que La Voz anunciaba que su despedida estaba próxima. "Él lo decía y probablemente hasta lo pensase, pero yo no me lo creía. Pepe era la radio y es muy difícil cuando tú eres la radio separarse de uno mismo", afirma. Ese amago de abandonar la radio no podría materializarse nunca, porque "él quería morir con las botas puestas". "Disfrutaba tanto de la radio que, en una de sus últimas declaraciones, decía que el día que se fuese, se iría, pero 'ya sabéis a qué me refiero con irme con mayúsculas'".

Él decía, y probablemente hasta lo pensase, que se iba a retirar de la radio, pero yo no me lo creía". Germán Dobarro. Periodista de Deportes COPE Galicia

Así fue. "Sabía que su final tenía que llegar de esta manera, pero es verdad que, aunque murió como todos nos hubiese gustado morir, comiéndose la vida a bocados y pasándoselo en grande hasta el último momento, la pena es que nos dejase con 80 años y no con 90", lamenta este compañero, con el que Castaño intercambiaba continuos guiños en antena. Su muerte llegó demasiado pronto. A pesar de que ya sumaba 80 años, esa edad sólo se reflejaba "en el DNI". "Cualquiera que viniese a una cena con nosotros se quedaría ojiplático, porque Pepe era un niño de 80 años y para nosotros se ha marchado un chaval de nuestro grupo". 

Mariachis y el Toni 2 en las juergas grandes

Sus compañeros le decían que era un "maestro de la radio y de la vida" y así lo demostró en las innumerables noches que compartió con ellos. "Era un monstruo de la radio, pero nos enseñaba muchas cosas de la vida. Insistía mucho en que todas las reuniones que él convocaba, las comidas, las cenas, el quedar juntos, continuasen, porque él se sentía el pegamento. Y lo era", dice Jorge Hevia. "Todo partía de él. Siempre esperaba su llamada o su mensaje para que avisase a todos los trabajadores de Deportes de Galicia para organizar una cena. Necesitaba ser generoso y disfrutar de la gente", corrobora Dobarro. "Sin estas reuniones, sin juntarnos fuera de la radio y sin reírnos, no seremos lo que somos dentro de la radio. No dejéis de hacer esto cuando yo falte", recalcaba en cada encuentro. 

"Le gustaban mucho los mariachis. En las juergas importantes que organizaba Pepe, siempre tenía que aparecer en algún momento un grupo de mariachis y era muy divertido", destaca Hevia. Pepe Domingo Castaño organizaba las comidas de Navidad, reservaba el sitio, hablaba con los restaurantes y movilizaba a todo el equipo al Toni 2, el emblemático piano bar de la calle del Almirante. "Era muy bonito acabar la noche en el Toni y que Pepe se hiciera de rogar un poco para cantar. Él lo estaba deseando, al final cantaba y el garito se venía abajo en aplausos de los que le conocíamos y de los que no, y él se hinchaba como un pavo, porque necesitaba ese cariño de los suyos y de la gente", evoca el productor de Tiempo de Juego. Pepe Domingo "hacía mucho por ganarse ese cariño y le gustaba mucho recibirlo, aunque se hiciera de rogar".

Hacía mucho por ganarse el cariño de la gente y le gustaba mucho recibirlo, aunque se hiciera de rogar". Jorge Hevia. Productor de 'Tiempo de Juego'

"Hablaba igual con todo el mundo"

"Estábamos en el programa hablando con nuestra corresponsal en Londres, Paloma García Ovejero, y surgió el tema del libro de Pepe, Hasta que se me acaben las palabras: Mis recuerdos de radio y vida. Dijo Paloma que, si tuviéramos narices de ir allí, a Londres, donde había un montón de gente que quería mucho a Pepe y al programa, ella nos llenaba una sala y hacía una presentación. Paco González empezó a decir por debajo: 'Pepe, no te calientes'. Pepe ya se estaba calentando, y Paloma le decía que iban a ir a comer al restaurante de Quique Dacosta, que era muy oyente del programa. Y Paco: 'Pepe, no te calientes'. Y, en medio, dijo Pepe: 'Nos vamos a Londres todos los de la careta, os invito yo'. Y Paco: 'Se ha calentado'. Pagó un viaje a Londres, avión, hotel e invitación a comer en el restaurante de Quique Dacosta para 15 personas", narra Jorge Hevia.

Ya en una sala llena, con unas 200 personas, se habilitó un pequeño espacio para que todo el que quisiese acercarse a hablar con Pepe Domingo Castaño pudiese hacerlo. "Estuvo allí todo el tiempo que esa gente quiso, no había reloj", apunta. Era accesible para todo el mundo. "Disfrutaba con la gente de abajo y con la de arriba. Le daba exactamente lo mismo. Podía hablar con los becarios con la misma naturalidad que lo hacía con el consejero delegado. Y, fuera de nuestra empresa, hablaba con el director general de un banco igual que con cualquier tipo que acababa de conocer y que tenía un bar en no sé dónde", dice Germán Dobarro.

El propio Jorge Hevia certifica esa afirmación. Cuando él estaba haciendo prácticas en la Cadena SER, con 20 años, casi no se atrevía a decir ni buenas tardes. "Me daba miedo acercarme y tener una conversación con esta gente". Durante un viaje a Galicia con unos amigos, se le ocurrió escribirle a Pepe Domingo, que se encontraba en la zona. "'Oye, Pepe, estamos por Galicia. Vamos a pasar unos cuantos por donde estás tú. Si te apetece, tomamos un café o una caña antes de comer'. Yo era un becario prácticamente recién llegado a la redacción y no sólo nos tomamos el café y la caña, sino que además él reservó en un sitio para que comiésemos todos juntos, también con Tere -su inseparable mujer-. Para mí era un orgullo estar comiendo con Pepe Domingo Castaño. Por supuesto, nos invitó a todos". 

"Era imposible llevarse mal con él. Era un niño, le ponía ilusión a las cosas, se podía enfurruñar y en casa le llamaban Marqués de Gruñón, pero eran enfaditos de niño. No había posibilidad de que guardase rencor. Los momentos negativos se le pasaban rápido y los positivos estaban siempre: las ganas de reírse, de divertirse, de cantar, de jugar. ¿Cómo te vas a llevar mal con esa persona?", homenajea Hevia. Germán Dobarro, triste por la pérdida, sentencia: "Deja un vacío... que nadie se imagina hasta qué punto".