Como perros y gatos

¿A qué hora habla Agustín Ramos en el Real Murcia?

Agustín Ramos, en rueda de prensa

Agustín Ramos, en rueda de prensa / Juan Carlos Caval

Ángela Moreno

Ángela Moreno

Desde que Agustín Ramos llegó al Real Murcia, nadie ha hablado de impagos a la plantilla. Solo un año después de que el actual presidente aterrizara en NC, el Real Murcia festejaba un ascenso a Primera RFEF. Y solo una vuelta ha necesitado el conjunto grana para afianzarse en zona de play off. Es más, en noviembre, lograba salir victorioso de la batalla con Felipe Moreno, algo increíble dado que el cordobés siempre tuvo las cartas ganadoras, y reforzado de una Junta de Accionistas en la que Francisco Tornel y sus socios rebeldes le habían preparado la guillotina.

Pero eliminados momentáneamente de la partida sus principales críticos y con una gestión económica y deportiva como mayor respaldo a su presidencia, lo que nadie esperaba es que Agustín Ramos se buscara un nuevo enemigo, y ese enemigo no es otro que el propio Agustín Ramos.

Porque con todas las cosas buenas que ha conseguido en tan poco tiempo en el Real Murcia, con un 2022 de notable, soy incapaz de entender cómo ha podido meter la pata hasta el fondo en este inicio de 2023. Y no hablo de impagos, porque sigue asumiendo facturas y nóminas; ni hablo de crisis deportiva, porque el Real Murcia, pese a la decepción en Elda, no se desvía de sus objetivos ambiciosos. Me refiero a la imagen del club, un aspecto que Agustín Ramos siempre ha cuidado desde su llegada, pero que desde finales de diciembre está permitiendo que quede a la altura del betún.

Puedo perdonar que Agustín Ramos, deseoso de dar en las narices a Felipe Moreno y a los ‘amigos’ interesados de éste, se agarrase a Julián Luna como un salvavidas incluso cuando no necesitaba ningún flotador porque él mismo está sacando a flote al Real Murcia. Puedo llegar a entender que el presidente se dejase llevar por la palabrería de Luna, ese abogado con el que firmó un contrato por el que se iban a ingresar 10 millones. Pero soy incapaz de asimilar cómo, casi un mes después de meter la pata hasta el fondo, Ramos sigue sin salir a dar explicaciones. Porque cada día que pasa y cada día en el que el principal accionista grana no da su versión, los personajes a los que él mismo ha elevado a los titulares son los personajes que están aprovechando para adherirse a la publicidad que otorga el Real Murcia como algunos parásitos se agarran a la piel para chupar la sangre.

El mismo presidente que en su día convocó una rueda de prensa y mandó un aviso a Felipe Moreno, recordándole que era «un invitado, porque el Real Murcia ya tiene un capitán de orquesta», es el mismo presidente que no dijo ni mu hace un par de semanas cuando Julián Luna se fue de ‘tournée’ por los medios, atreviéndose a hablar como si fuera ya el accionista mayoritario del club grana; y es el mismo presidente que ha consentido con su silencio devolver a la actualidad a un personaje como Antonio Perea, un personaje que, 8 años después de salir huyendo con el rabo entre las piernas después de que LA OPINIÓN le desenmascarase, ha vuelto a tener protagonismo gracias al propio Real Murcia.

Porque Agustín Ramos podría haber acabado hace muchas semanas con este historia que está avergonzando de nuevo a un murcianismo cansado ya de cantamañanas. Porque Agustín Ramos, imperfecto como cualquier ser humano, podría haber cogido el toro por los cuernos nada más darse cuenta de que había sido engañado por Julián Luna. Porque Agustín Ramos solo tendría que haber convocado una rueda de prensa y decir «me han engañado» o «me he equivocado», y a continuación desenmascarar a Luna hasta el punto de quitarle cualquier gusanillo de seguir vendiendo humo.

Pero Agustín Ramos, que apenas necesitó un par de días para darse cuenta de que le habían tomado el pelo, no lo hizo. Porque Agustín Ramos, a diferencia de otras ocasiones en las que se ha ganado a la afición con su sinceridad, prefirió guardar silencio, y ahora, un mes después, el silencio le ha llevado a un callejón sin salida. Porque no solo ha permitido que Julián Luna engorde a base de mentiras una película cuyo final todos conocemos, es que ha consentido que entre en acción un Antonio Perea cuya sola presencia significa mal olor alrededor de un Real Murcia que no merece que vuelvan a mercadear con su nombre y su escudo hasta arrastrarlos por el barro.

Como nunca es tarde para reaccionar, Agustín Ramos no debería guardar silencio ni un día más. No debería pasar ni una jornada más sin que comparezca ante los medios, nos hable de las negociaciones con Julián Luna, dé explicaciones de cuál ha sido su relación con Antonio Perea y detalle cuánto dinero de los 500.000 euros ingresados por el abogado archenero salieron realmente del bolsillo de Antonio Pedreño.

No solo eso. Agustín Ramos, que podría sentar a su lado al propio Pedreño, debería aprovechar la ocasión para romper el contrato que tanto está dañando su imagen y para vetar definitivamente a Perea de un club al que el archenero nunca más debería acercarse.

Suscríbete para seguir leyendo