Juan Manuel López Iturriaga (Bilbao, 4 de febrero de 1959) participa el próximo lunes, a partir de las siete y media de la tarde, en el ciclo de conferencias Bibliosport que organiza la Biblioteca Regional. El exjugador de baloncesto, que ha escrito varios libros, colabora con El País, la Cadena Ser, el programa televisivo Aquí la tierra, de Televisión Española, y presenta Colgados del Aro, hablará de deporte y literatura.

¿Qué les va a ofrecer a los asistentes a la conferencia?

Vamos a hablar de deporte con una mirada a la literatura y la escritura, que ha sido una de mis facetas, porque yo empecé a escribir cuando era jugador artículos para El País y después he publicado libros. Vamos a hacer un poco una mezcla de deporte y literatura, hablando de libros del deporte que son interesantes. Mi intención es que sea muy interactiva, que la gente pregunte y hablemos de lo que le interese a los asistentes más de lo que pueda pasar por mi cabecita.

¿La literatura deportiva está de moda?

Desde el mundo de las biografías, que son clásicas y hay unas cuantas que merecen mucho la pena, también hay libros de reflexión del deporte, ya no tan personalistas, pero sí extrayendo todo lo bueno que tiene el deporte, que puede enseñar muchas cosas. Hay gente que ha escrito libros interesantes desde el punto de vista didáctico porque el deporte es una buena escuela de vida. 

Pero parece que los valores del deporte están cada día menos presentes en la sociedad.

En mis comedias hablo de una entrevista que le hicieron a la mítica jugadora Laia Palau, donde decía que el mundo se debería manejar como si fuese un equipo, y creo que tiene mucha razón. Uno de los grandes problemas que puede haber actualmente es que cada vez más cada uno mira por lo suyo. Existe individualismo incluso de ciudad y nación; tendemos más a cerrarnos cuando vienen los problemas que a abrirnos. Al final se intenta solucionar los problemas de forma muy localista y nos cuesta ponernos de acuerdo cuando somos más de uno.

Es que el trabajo en equipo parece que está en desuso, sobre todo entre las nuevas generaciones.

Durante el covid, que fue una tragedia y un enemigo bestial que hemos vivido, ni siquiera fuimos capaces de juntarnos. Y al revés, en muchas ocasiones se ha utilizado como herramienta para atacar al otro. A los jóvenes también les influye mucho lo que ven. Lo que sí podemos hacer es intentar convencerles de que es verdad que juntos somos más fuertes y en eso el deporte es tremendamente ejemplar. No te digo nada lo que ha pasado este verano con la selección de baloncesto, un equipo sin grandes nombres y que ha ganado un Campeonato de Europa. Mejor propaganda para ver los efectos positivos de tener un equipo bien cohesionado y bien armado no se me ocurre. Ha sido muy ejemplarizante. 

De la generación de Pau Gasol siempre esperábamos un éxito, pero en este Eurobasket casi nadie apostaba por España. 

Sí que es verdad que en la época dorada, cuando estaban todos en su máximo nivel, España tenía grandes talentos, pero también los tenía Serbia y Rusia y no lograban llegar donde llegó España. Es verdad que el talento influye, pero la clave estaba por otro lado, porque eran un equipo y un grupo de jugadores que se juntaban un rato para jugar a baloncesto.

¿El legado que dejó la generación de Gasol fue la unión?

El gran éxito fue lo que dejaron, una forma, un estilo, una herencia. La selección del último Eurobasket tenía menos talento, pero mamó de esa generación, de su forma de competir, de relacionarse y divertirse, de crear unos vínculos y una fortaleza tremenda. En su éxito está la demostración. Al final ni Doncic, ni Antetokounmpo ni Jokic ganaron, lo hizo España con jugadores para los que en su mayoría era su primera gran competición. Ha sido de quitarse el sombrero.

¿Su generación, con su plata en Los Ángeles, enseñó el camino?

Hay algunos nexos de unión, pero son muchos años de diferencia. Uno de los grandes valores que podemos tener nosotros es que en aquella época, donde el deporte español ganaba muy poco, casi nunca, nosotros dimos un empujón. Chavales que nos vieron ganar se dieron cuenta que se podía lograr. Es muy diferente criarte viendo ganar que viendo perder. Una vez que ves a España ganando una plata olímpica, crees que tú lo puedes conseguir también, que no es un sueño imposible. Aquello tuvo su importancia a nivel global y de país, fuimos esos pioneros de los ochenta junto a Seve Ballesteros y Perico Delgado. Todos esos enseñamos que ser español no significa que vamos a perder siempre, y eso, junto a los Juegos de Barcelona 92, hizo que pasáramos de ser un país muy acomplejado deportivamente a la modernidad.

Usted fue de los deportistas que rápidamente se incorporó al mundo laboral. ¿Lo tuvo claro rápidamente?

Yo estudié Ingeniería Industrial, pero en tercero de carrera ya me di cuenta que no la iba a desarrollar aunque la acabé. Los medios de comunicación me atraían mucho para escribir y lo hice incluso siendo jugador, pero después surgió la tele y al final la vida te lleva por caminos inesperados.

¿Entre sus proyectos está escribir otro libro?

Ahora mismo no. Ya he escrito cuatro entre unas cosas y otras, pero en estos momentos no lo contemplo porque todo lo que quería contar de mí y de mis experiencias, ya está contado. Un paso podía ser algo de ficción, pero nunca me he movido bien en la ficción, no sé si tengo talento para ello, pero queda mucho todavía y nunca se sabe.