Si el Real Murcia lleva ya dos meses ‘regalando’ sustos a sus aficionados cada vez que se abren las puertas de Nueva Condomina, el fin de semana de ‘Halloween’ no iba a ser diferente. Pese a que los responsables murcianistas no adornaron el estadio grana con calaveras, esqueletos, telarañas o calabazas, los seguidores que ocuparon sus butacas solo tuvieron que esperar seis minutos para comprobar que iban a vivir un auténtico domingo de terror y noventa para marcharse a casa sonrojados por la vergüenza que les habían hecho pasar los de Mario Simón ante el Osasuna Promesas. Porque el 1-4 con el que se cerró el choque será un resultado que costará olvidar en Nueva Condomina.

Porque los rojillos, casi sin despeinarse, no se conformaron con sentenciar el choque antes de empezar. Es que los rojillos, cuando Pedro León acortaba distancias y daba esperanzas, volvieron a aprovechar dos acciones a balón parado para cerrar una goleada que quedará incluida en el currículo de Mario Simón, de su cuerpo técnico, especialmente el encargado de trabajar defensivamente las acciones a balón parado, y de cada uno de los futbolistas granas que lucieron la elástica del Real Murcia pero que debajo casi con toda seguridad lucían una camiseta con el mensaje ‘Feliz Halloween’.

Porque a los seis minutos, el marcador de Nueva Condomina ya reflejaba un 0-2 a favor del Osasuna Promesas. Porque en seis minutos, los rojillos solo habían necesitado dos saques de esquina para desnudar completamente a los de Mario Simón. Con Llinares de asistente, a los dos minutos Xabi Huarte avisaba del desastre defensivo de los granas con un remate que se colaba a la red de Miguel Serna. Y, si alguien pensaba que ya no podían suceder más cosas malas, el Real Murcia volvió a las andadas solo cuatro minutos después. Aunque conseguían despejar el lanzamiento del 18 rojillo, en una segunda acción, el centro era aprovechado por Herrando para dejar un silencio ensordecedor en un estadio que de encadenar desesperantes empates a cero, ha pasado este domingo a comprobar de primera mano que a lo mejor el Real Murcia no es un equipo tan maduro y tan solvente como nos vendieron en pretemporada.

Porque la ansiedad a la que se volvía a agarrar Mario Simón en la rueda de prensa del viernes es una excusa que ya no sirve a nadie. Porque un equipo que fracasa y fracasa cada jornada en Nueva Condomina, no puede llegar y, después de los sobreavisos recibidos en dos meses, encajar dos goles en apenas seis minutos. Y no fueron tres o cuatro porque Miguel Serna salió al rescate de los suyos. Primero repeliendo un disparo de un Iker Benito que había dejado rezando a Manu Pedreño y luego enviando a córner una acción de Barbero.

Y mientras los aficionados sacaban a pasear todo el repertorio de pitos que conocían, al Real Murcia solo le quedaba mirar el reloj y pensar que había mucho tiempo por delante para reaccionar. No podía acortar distancias Andrés Carrasco tras un gran centro de Dani Vega y tampoco lo pudo hacer Pedro León con un disparo lejano que sacó por bajo Valencia.

La mejoría no era suficiente para cambiar las cosas antes del descanso y el Real Murcia se fue al vestuario castigado por la propia condena que se había autoprovocado en el inicio del partido.

Un gol que quedó en falsa esperanza

El susto que llevaban en el cuerpo los aficionados granas no lo sintió de igual manera Mario Simón. Pese al 0-2, no movió ni una pieza el técnico grana al comienzo de la segunda parte. Mantenía el madrileño la confianza en un once prácticamente idéntico al que jugaba en Lezama. Solo Andrés Carrasco, clave en los últimos minutos ante el filial bilbaíno, aparecía como novedad en el equipo murcianista.

Pues en manos de esos once estaba la remontada, y parecía que era posible porque en el 52 Pedro León aprovechaba una falta para acortar distancias y dar esperanzas a los más de diez mil aficionados que habían acudido al estadio, sin embargo, el tanto del muleño solo fue un paréntesis en un partido en el que la defensa del Real Murcia continuaría con su particular estriptis y en el que Serna volvería a hacer de las suyas.

Porque si alguien esperaba que con el gol de Pedro León el domingo de terror pasase a ser un domingo de remontada se equivocaba. Y se encargó de dejarlo claro Llinares. El gran protagonista del Osasuna Promesas volvía a encender las alarmas de Nueva Condomina cuando aprovechó otra acción a balón parado para sacar en la foto, por tercera vez, a la defensa grana. Metía el balón al área el ex del Albacete y, entrando como un Ferrari entre Seiscientos, remataba a gol Jonatan González.

Pero ya puestos a hacer daño, es lo que tienen los filiales, que son tan jóvenes y felices, los visitantes provocaron que los aficionados del Real Murcia quisieran marcharse de la vergüenza que sentían a falta de veinte minutos para el final. Porque la película de terror grana incluía otra escena solo disponible para mayores de dieciocho años. Cuando parecía que el debate en la portería estaba cerrado, Miguel Serna se empeñó en abrirlo. Porque el meta grana contribuía a la gran fiesta de Llinares ‘comiéndose’ un córner directo. Cuando fue a reaccionar, el balón ya estaba en la red y el 1-4 en un marcador que más de uno intentaba no mirar. Como el propio Mario Simón, que ya en el tiempo de descuento, solo sabía mirarse el reloj con tal de no mirar para otro lado.

Los que sí miraron al frente fueron los pocos aficionados que resistieron en las gradas. Fueron ellos los que despidieron al equipo con una sonora pitada.