Muchos habían dado casi por concluida la brillante carrera deportiva de Miguel Ángel López Nicolás (Llano de Brujas, 3 de julio de 1988). Los últimos años han sido duros. ‘Súper López’ se había quedado en la alta competición sin esa capa que le llevó a ser campeón de Europa y del mundo. ‘Volaba’ en los entrenamientos, siempre con un pie pegado al asfalto, como así se exige en la marcha atlética, pero los resultados no llegaban. Las dudas en esos momentos son lógicas, muy humanas. Pero este marchador de Llano de Brujas que encontró en Daniela el amor de su vida entrenando un día por el margen del río Segura, no se rindió. Ni él, ni su familia ni su entrenador, José Antonio Carrillo, el mago de Cieza que ha llevado en los Europeos de Múnich tanto a López como al extremeño Álvaro Martín a lograr la corona continental.

López, chico educado, callado y siempre respetuoso, buen compañero, obediente y disciplinado, fue un niño revoltoso. Su madre le apuntó a kárate, pero no terminó de integrarse. Después probó el baloncesto y el atletismo, pero fue en esta última disciplina deportiva donde se quedó. Hizo longitud, velocidad, vallas y peso. Todo menos marcha hasta que un día, por casualidad, llegó a la disciplina de los ‘andarines’.

Superada la adolescencia empezó a brillar en los 20 kilómetros marcha. Ya mostró todo su potencial en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, donde fue quinto. El diploma llegó después de vivir en Saransk una actuación decepcionante en la Copa del Mundo, donde reconoce que tocó fondo. Carrillo le volvió la cabeza loca en el viaje de vuelta: "Miguel Ángel, por favor, tú estás llamado a ser el mejor", le decía. El ciezano tenía razón. Sabía que tenía en sus manos una perla con un gran potencial. Y los éxitos empezaron a llegar. Después de la plata en el Mundial de Rusia 2013, llegó el oro en el Europeo de Zúrich 2014 y también el título de campeón del mundo de Pekín 2015, justo un año antes de los Juegos de Río de Janeiro. A Brasil llegó con todos los focos puestos en él y con el reto de doblar y participar tanto en 20 como en 50 kilómetros marcha. El resultado no fue el esperado. Undécimo en la distancia corta y abandono en la larga.

Desde entonces y hasta el oro en el último Europeo de Múnich, solo un resultado positivo a nivel internacional: el segundo puesto en la Copa del Mundo de Podebrady en 2017. Y después del Mundial de Doha, en 2019, llegó el cambio coincidiendo con la pandemia. La Federación Internacional eliminó los 50 kilómetros e incluyó en el programa de la marcha los 35. Miguel Ángel, que ya en 2015 había sido campeón nacional en esa distancia y ahora también tiene el récord nacional, demostró tener la madurez necesaria -en la actualidad tiene 34 años- para adaptarse perfectamente. Y tras Tokio 2021, donde acabó trigésimo primero en 20, se centró exclusivamente en los 35. En este 2022 con Mundial y Europeo ya avisó en Eugene en julio que estaba preparado para volver a saborear las mieles del triunfo. Fue décimo y el tercer atleta del viejo continente. Y en Múnich 2022, la misma ciudad donde veinte años atrás logró otro murciano, Juanma Molina, un bronce, ofreció una exhibición, escapándose desde el kilómetro 5, permitiéndose la licencia por esa superioridad abrumadora de dar un abrazo a su entrenador justo antes de entrar en la meta.

López es ambicioso. Ahora, tras haber recuperado su capa, quiere más: "El atletismo no para y el año que viene tenemos otro Mundial, que es muy importante porque es el paso previo a los Juegos Olímpicos, que para mí es la tarea que tengo pendiente porque quiero ganar una medalla en París", afirma el de Llano de Brujas, quien tiene claro que todo lo que ha vivido los últimos años "es proceso del aprendizaje, de conocerme a mí mismo, de saber lo que haces y por qué lo haces. Por qué estoy, por qué llevo tantos años luchando. Cuando lo comprendes y consigues darle sentido a todo es cuando todo sale". Y así ha sido cómo López ha vuelto a ser Súper en este mes de agosto de 2022.

Veinte años con Carrillo

La unión deportiva entre el entrenador ciezano José Antonio Carrillo y Miguel Ángel López cumple 20 años. Siempre han ido de la mano desde que el atleta de Llano de Brujas, como no era el mejor de su colegio ni corriendo ni saltando, decidió probar la marcha. En su estreno en una competición escolar, sin haber entrenado previamente, acabó segundo. Poco después, tras la llamada de un profesor a Carrillo, decidió irse a Cieza a entrenar casi a diario. Unas veces iba su madre a llevarlo y otras tenía que coger el autobús. Solo necesitó un año de entrenamientos con el ciezano para convertirse en campeón de España cadete y tres después fue sexto en el Campeonato del Mundo juvenil. «Es un segundo padre para mí», dice orgulloso Miguel Ángel, un hombre que siempre ha sido agradecido.