Luis Enrique lo practica hasta la tozudez, como el Real Madrid con sus canteranos distinguidos. Giuseppe Tomasi di Lampedusa publicó una de las mejores novelas italianas del siglo XX, “El Gapotardo”, que pasó a la historia por inspirar el método lampedusiano en política: es necesario cambiar todo para que todo siga igual. Y en esa notable contradicción aparente navegan a favor o contracorriente los mayores conservadores del mundo, por mucho que pasen por progresistas enarbolando banderas libertarias. En España sabemos mucho de eso, y lo soportamos con nuestra ancestral despreocupación sobre determinados políticos, tildándoles con sufridas razones de ser todos iguales.

Luis Enrique cambia de jugadores, pero nunca de sistema. Le dan igual unos que otros, los rivales y las circunstancias de cada partido. Cambia jugadores como de niños hacíamos con los cromos y sigue impertérrito con su sistema de presión adelantada y dos extremos falsos o auténticos muy abiertos en banda. El caso es que estén ahí y que desborden a mansalva, como hace Adama las escasas veces que lo pone, o que lo hagan esporádicamente, tal que Ferrán, Asensio, Gerard Moreno, Sarabia u Olmo, medias puntas o puntas medios que destacan más por el amago y el tiro desde fuera, y poco, que por ponérselas al delantero centro en franquía. En el mejor de los casos, Gerard o Ferrán ven puerta acompañando a un ariete puro.

Otro tanto ocurre con el medio centro. Sean Busquets o Rodri, tienen que hacer de la anticipación y la velocidad sus puntos fuertes cuando en realidad son sus flaquezas. Y claro, jueguen quienes jueguen de centrales, se producen rotos delante de ellos que les generan inferioridades ante delanteros rápidos o que jueguen de primeras con algún compañero que acompañe en el contragolpe. Así nos han cogido en casi todos los partidos de la selección de Luis Enrique. Sin embargo, Iñigo Martínez, Pau Torres, Laporte o el mismo Eric García conceden menos en sus equipos. Otra cosa es cuando jugamos contra rivales cualificados. Salvo errores puntuales en la salida del balón, que también nos sucede a menudo, nuestros internacionales se arropan más en el medio y sufrimos menos que contra equipos menores.

En resumen, es el sistema de Luis Enrique lo que nos hace vulnerables atrás y poco efectivos arriba. Como bien concluye él mismo, podemos ganar a quien sea y nos puede ganar cualquiera. Es cuestión de que tengamos o no el día. Pero esa aparente contradicción, como la lampedusiana que decíamos, esconde una clamorosa realidad. El fútbol es dinámico y depende de demasiados factores como para jugar siempre igual. Debería saberlo el áspero asturiano, pero si no lo ha aprendido ya, con la mili que lleva, es que, una vez más, se evidencia aquello de que lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta. Aparte de tener una simpatía y empatía bastante mejorables, Luis Enrique es un cabezón de libro. Cambia todo para no cambiar nada y se adorna, además, perdonando la vida con desdén a quien ose cuestionar sus planteamientos. A personajes así, un zurrón y al campo, pero con las cabras.

Decía que el Real Madrid adolece también de una forma lampedusiana de formar o fichar jugadores. Mientras presida Florentino Pérez debes ser media punta para aspirar a algo. Desde el año 2000, salvo Ronaldo Nazario, no ha fichado ningún delantero puro contrastado -reitero para desmemoriados o paniaguados que a Cristiano se lo dejó fichado Calderón-. Y otra curiosidad, aparte de Carvajal, y repescado, no ha triunfado en el Madrid ningún canterano. ¿Será casualidad, o más bien una forma de ver el fútbol tan particular como la de Pérez, que dirige también la política deportiva?

El sábado fui a La Condomina a ver a los chicos de Raúl contra nuestro UCAM. Me gustaron varios de los medias puntas que acumulan en el Castilla, pero, embarullados en medio campo, son tan romos en ataque como endebles atrás. Los de Mendoza les dieron un repaso monumental jugando a lo que mejor hacen los equipos de Salmerón. Achantados atrás con cuatro defensas y dos medios centros muy juntitos, y lanzando dentelladas arriba con atacantes rápidos y un delantero centro clásico. En resumen, Garrido -si mantiene esa efectividad será estrella- y Biel sostuvieron al equipo.

La lista de internacionales de Luis Enrique es tan extensa como la de medias puntas quemados en el Madrid. Cambian y cambian para no cambiar ellos.

¡Ay, gatopardos míos!, gatopardicos de futbolín… La verticalidad no es lo vuestro.