Entrevista | Joaquín Lisón Cineasta

"Esta película es un quejío murciano para que no todo se convierta en ruinas"

 La Filmoteca acoge esta semana la presentación de su película ¿Dónde está mi acequia?, la tercera entrega de la saga que inició con Canalejas en 2017 sobre la cuenca del Segura

El cineasta Joaquín Lisón junto a la productora Conchi Meseguer.

El cineasta Joaquín Lisón junto a la productora Conchi Meseguer. / L.O.

Lola López

Lola López

La que marca el río Segura geográficamente no es la única división que vive la ciudad de Murcia. El Segura da vida a la huerta, y la huerta da vida a la ciudad, pero parece que la "vorágine" del "progreso desenfrenado" ha hecho que se nos olvide. Sin embargo, Joaquín Lisón y Conchi Meseguer, cineasta y productora respectivamente, lo tienen muy presente. Tanto es así que firman ‘De Pontones a Guardamar. La memoria de un río’, una saga fílmica que este jueves estrenará su tercera entrega, ¿Dónde está mi acequia? (2024), en la Filmoteca Regional. En plenas Fiestas de Primavera, se han programado dos pases: hoy a las 18.45 y mañana a las 21.15 horas.

¿Qué tal, Joaquín? ¿Cómo van los preparativos?

Me pillas en los últimos días del proceso: repasando todo en detalle, observando la película para ver dónde se puede mejorar. Una vez están la estructura, el ritmo y los contenidos, repasamos lo que se ha quedado atrás en el montaje y se puede recuperar. Piensa que han sido siete años de rodaje, y que en 2019 estuvimos en los archivos municipal y regional buscando fotografías antiguas de la ciudad y de la huerta que estoy revisando.

Dejando todo a punto para ese estreno en la Filmoteca de ¿Dónde está mi acequia? ¿Qué expectivas tiene?

Estos dos pases van a ser una presentación. Para que la película pueda aparecer en el ICAA [el Instituto de la Cinematografía], vaya; la estrenaremos oficialmente en Madrid en los próximos meses. Pero la ocasión merece que se presente por primera vez en Murcia, en su lugar natal, con su público.

Y en Fiestas de Primavera, además, el momento perfecto.

Exacto, ha sido intencionado. Muchas escenas de la película se sitúan en estas fiestas. Entre 2019 y 2021 estuvimos filmando escenas de las celebraciones de estos días tan especiales para Murcia, y también tenemos imágenes antiguas. Por eso queríamos estrenarla en esta semana en la que celebramos nuestro pasado relacionado con la huerta, esa identidad, lo que nos es afín y de donde venimos. Entendemos que la nuestra es una ciudad mitad urbana, mitad agrícola, y la película habla de esa relación, por lo que creíamos importante que la película se estrenara justo en el centro de las Fiestas de Primavera.Vayamos al comienzo: cuénteme cómo surge hacer esta saga de películas del entorno del Segura.

Surge como una necesidad real de las dos personas que formamos la productora: Conchi Meseguer y yo. Había una necesidad de reconocer nuestro paisaje, pero a la escala de la cuenca del Segura. Somos una sociedad que gira en torno a un río que nos ha permitido asentarnos en este territorio, vivir de ese agua y de una tierra fértil, crear una comunidad y una cultura. En 2016, Conchi, que es una persona muy vinculada a la tierra y viene de la tradición huertana, se cruza en mi camino cuando yo hacía un cine más experimental. Entendemos que el Segura es vertebrador de ese paisaje y decidimos filmar una película.

«Es necesario reconciliarnos con la huerta para no perder una parte de nuestra ciudad que tiene una cultura propia»

Pero no fue suficiente con una película, ¿no? Este proyecto, ‘De Pontones a Guardamar. La memoria de un río’, es una saga.

Nos dimos cuenta de que abarcar en una sola película el recorrido de Pontones a Guardamar era casi imposible si queríamos tener una mirada profunda, tranquila, estudiosa y escuchar a esos habitantes. Pronto nos dimos cuenta que no iba a ser una película, que iban a ser más: así nacieron Canalejas (2017), Desarraigo (2018) y, ahora, ¿Dónde está mi acequia?

Y entre medias, otras que no forman parte de la saga, ¿verdad?

Sí. El viaje constante (2019) nos llevó a Sierra Morena, donde hicimos un viaje a pie con una familia de pastores, hicimos la transhumancia con ellos. Y la crisis del Mar Menor nos lleva dos años allí a filmar Sofía volverá (2022). Y ahora ya, por fin, ¿Dónde está mi acequia? va a ver la luz siete años después. Ha sido un parto [Risas]. Y en la película se nota que hemos estado muchos años y que hemos estado grabando hasta hace nada. En estos últimos cuatro o cinco meses hemos cogido la cámara y hemos hecho escenas que pensábamos que eran pertinentes para cerrar la película.

Volviendo a la colección del Segura, ¿qué encontramos en esta tercera entrega? Porque es la historia personal de su compañera Conchi la que vertebra la historia.

Nuestra metodología consiste en coger la cámara, el micro, un pequeño equipo de rodaje, y empezar a escuchar el paisaje. Así, metafóricamente, a escucharlo a través de la cámara. Tenemos la gran suerte de que la ciudad de Murcia es un gran yacimiento arqueológico y podemos ser testigos de muchos descubrimientos que se están realizando en los diversos parques arqueológicos. Y tuvimos la fortuna de que nos dejaron entrar, filmar, entrevistarles, saber de los descubrimientos... Miramos también hacia la huerta, hacia su origen y el de la ciudad; nos remontamos a siglos pasados. Tenemos toda esa gran mirada historiográfica, y de pronto nos damos cuenta de que quien está con la claqueta en todo ese rodaje, quien está apareciendo en el previo de cada toma, es una persona que está muy relacionada con ese origen, y digamos que, si la ciudad está hecha de dos partes, una parte urbana y una parte huertana...

¡Ella encarna todo eso!

De pronto me doy cuenta de eso y empiezo a preguntarle, a pedirle que me cuente cosas de sus padres, de sus abuelos, de sus tatarabuelos... Y la cámara empieza a reconocer una protagonista que es la propia directora de producción. Eso para nosotros fue algo mágico.

Esos son los orígenes de ella y su vinculación a la huerta, pero usted es francés. ¿Qué le une a la huerta de Murcia, cómo llega a sentir esa fascinación?

[Risas] Mi familia paterna es de Albudeite. Son gente del campo, es una zona de huerta, agrícola, andalusí-islámica en su pasado medieval, y donde todavía persiste ese paisaje, con lo cual yo mantengo ese vínculo por parte paterna. En los años sesenta, dentro del gran trasiego migratorio que viven los españoles en esa época, mi padre emigra a Francia y se casa con una francesa, que es mi madre. En los ochenta, cuando se establece la democracia, deciden volver. Y yo con 14 o 15 años cambié de país, de cultura, y me encontré con un territorio completamente diferente. Siempre me ha resultado curioso, y cuando empiezo a convertirme en cineasta me gusta mirar ese paisaje y tenerlo como escenario.

Porque esta película, ¿es un documental o hay ficción?

No tiene ficción ninguna, pero te diría que tampoco es un documental. Es una película que se sitúa en esa frontera entre ambos géneros, una frontera muy rica y muy mía, en la que puedes moverte por aspectos no convencionales, donde el género no existe. La película se nutre de documentación, pero también se nutre de un relato con un personaje. Ahí ando, me gusta ese lugar donde uno puede trabajar con cierta experimentación. Esa mezcla entre lo urbano y lo huertano de la que habla también está personificada en la banda sonora: todo temas de Crudo Pimento.

Sí, es cierto, y fue una propuesta de Conchi. Teníamos la película sin banda sonora, desnuda –imagínate: dos horas de sonido ambiente–, y no teníamos mucho presupuesto. Ella me sugirió hablar con Raúl e Inma y escuchar su música. Después de que me insistiera dos o tres veces [Risas], los escuché con atención y fui apuntando canciones que luego iba probando en el montaje. La película cambió completamente. Es una música que tiene el mismo espíritu que el documental: ser un grito, un quejío murciano entre la desesperanza y la necesidad de no perderlo todo, de que no todo se convierta en ruinas. Tenemos tantas voces académicas, que sientan cátedra cuando hablan, mezcladas con la historia de una huertanica que ha perdido a su padre durante el rodaje, y la música de Crudo Pimento... me cautivó.

Y todas son de su último disco, El Carmen 13:7 (2023).

Curiosamente sí. Nos lo pusieron muy fácil: cuando les enseñé el montaje con su música, les gustó, nos quedamos todos sin palabras. Todo encajaba.

¿Cree que Murcia puede reconciliarse con la huerta?

Es necesario hacerlo para no perder una parte de nuestra ciudad que tiene una cultura propia, relacionada con la tierra, con el terruño, que le dicen. Eso es extremadamente necesario mantenerlo hoy, con este rumbo que hemos tomado de progreso desenfrenado, infinito. Yo echaría el freno y pondría la mirada en esas culturas vinculadas con la tierra, al suelo, al cielo, y que están cargadas de información fundamental para reconciliarnos con nuestro paisaje, nuestro planeta. Hay que mirar a nuestros muertos, como dice la película, y frenar esta vorágine. Parar un poco y reflexionar, que es lo que quiere gritar el documental.

¿Es esta la última entrega de la saga, o aún queda río por contar?

Nos queda llegar al mar, hablando poéticamente. Nos queda la desembocadura, la Vega Baja. Hay tantas metáforas con esa imagen de un río llegando al mar y perdiéndose en el océano... En ¿Dónde está mi acequia? ya llegamos a entender y descubrir el desenlace, pero nos queda una última película, un cierre para entender por qué el proyecto se llama ‘La memoria de un río’.

LOS PASES

Fecha: hoy, 18.45, y mañana, 21.15 horas.

Lugar: Filmoteca Regional, Murcia.

Precio: 5 euros.