Danza Crítica

Más mujeres en danza

Alicia Narejos en ‘Del segundo cuerpo o de su imagen’.

Alicia Narejos en ‘Del segundo cuerpo o de su imagen’. / AÍTA SALINAS

Tania Herrero

Alrededor del 8 de marzo la memoria colectiva pone de manifiesto todas esas voces femeninas que en ocasiones pasan desapercibidas, para darles el valor que se merecen en la sociedad. El mundo de la danza no es ajeno a esto que pasa: muy pocas son las que están como directoras o coreógrafas en las compañías, o simplemente se visualiza su trabajo, pese a que el 85 % o más de los profesionales de la danza pertenecen al sector femenino.

No es por menospreciar el talento masculino en la danza, pero por todos es sabido que los hombres en este ámbito lo tienen un poco más fácil por la escasez de los mismos. Es por ello que se hacen tan necesarias propuestas como la vivida el sábado pasado sobre las tablas de la Fundación Mediterráneo. En ella no solo se visibiliza el talento femenino, sino que va unido al murciano, y en esta ocasión, un talento que transita fuera de nuestras fronteras.

La gala fue una montaña rusa de sentimientos, donde la intensidad de las coreografías y la interpretación de estas mantuvo al espectador en vilo.

Begoña Ruíz en Lo mío, la única intérprete afincada en Murcia en la actualidad, presentó una potente fuerza física donde las entradas y salidas al suelo junto a algunas acrobacias acompañaban a esa mirada intensa que traspasaba al público y lo hacía volver a ese movimiento palpitante tan significante de la intérprete.

La segunda pieza presentada donde también imperaba la danza contemporánea fue Del segundo cuerpo o de su imagen, coreografía creada en la Residencia de Estudiantes a partir de la beca de creación del Ayuntamiento de Madrid 2023. Alicia Narejos muestra su peculiar visión sobre la idea del cuerpo. En este solo las manos cobran una especial relevancia como principal vía de movimiento conectadas y articuladas a través de formas a veces un tanto «retorcidas» donde la expresividad de las mismas intercala la solidez del pensamiento que traspasa el cuerpo. Sin duda, un solo penetrante que desasosegaba el alma.

Hortensia Laencina, a través de un acercamiento a la figura de Gala, también desasosegaba el alma desde un prisma totalmente diferente. Mediante una experimentación con base flamenca utilizando la hibridación del movimiento expresivo con pinceladas de zapato, busca y enseña esa mujer que no solo fue musa.

9 metros da un giro a la velada, mostrando una pieza de inmersión en una experiencia en donde se habla de vida y de muerte, donde el drama coquetea con el humor, la voz baila con el movimiento, y el final apuñala al espectador para dejarlo sin aliento.

Lucía Campillo cierra esta secuencia de solos con su obra Prólogo. Un magnífico final donde Lucía se transforma en escena transmutando la piel y haciéndonos partícipes de esa energía que atraviesa su cuerpo y llega hasta su zapato, que con bravísima autoría hizo palpitar al público.

Una gala visceral e intensa donde quedó más que demostrado el talento femenino que poseemos en danza, solo faltaría que en la Región hubiese más ayudas para la creación y que este talento no tuviera que sobrevivir fuera de nuestras fronteras para que adquiriese el valor que ya posee. Una segunda edición de Mujeres en danza que afianza este tipo de propuestas y esperemos continúe en el tiempo.