In Memoriam

Brindaremos por ti, Antonio Álvarez

Antonio Álvarez, director del Salón del Manga de Murcia.

Antonio Álvarez, director del Salón del Manga de Murcia. / Juan Carlos Caval

Enrique Nieto

Enrique Nieto

Cuando, en 2019, le dieron el alta en el Hospital Reina Sofía, donde le habían curado las heridas de un atraco con apuñalamiento para robarle parte de la recaudación del Salón del Manga que él coordinaba, Antonio Álvarez le dijo a su familia que lo primero que quería hacer no era volver a su casa a terminar de recuperarse, sino que deseaba primero tomarse una cerveza con sus amigos de siempre en el mismo bar, frente a mi estudio, donde tantas veces habíamos hecho lo mismo. Y así ocurrió, y allí, como siempre en la calle junto a la ventana de ese bar, nos contó su terrible experiencia en la que pudo perder la vida.

Y cuento esto en un momento en el que todos los que lo conocíamos nos sentimos desolados, para que quede constancia de lo que significábamos los amigos para Antonio y también lo que él significaba para nosotros. Cuando yo lo conocí él tenía veinticinco años y ya era el hombre que ha sido siempre, un chico listo y despierto como pocos, siempre dispuesto a generar algo nuevo, a aportar su visión de lo que ocurría a nuestro alrededor y a mantener sus ideas contra el viento y la marea de los que estábamos presentes, todos llenos de opiniones, casi siempre tan dispares. Cualquier discusión con él acababa en sonrisas; cualquier diferencia, en un abrazo.

En los treinta años de nuestra amistad, Antonio apenas había cambiado su forma de estar ante la vida. Su sinceridad era la de siempre, su alegría y su cercanía quedaba de manifiesto cada vez que nos hemos visto. En nuestro grupo había varios periodistas y para él fue un gran momento el día en el que vio su foto en un artículo de opinión en este medio. Había conseguido otro de esos pasos por los que anduvo su tan corta vida, siempre buscando formas de expresar toda esa creatividad que le rebosaba. Su experiencia con los salones del manga han tenido mucha repercusión mediática, pero puedo decirles que Antonio Álvarez hizo muchas más cosas, su capacidad de resolución de problemas de coordinación en cualquier asunto de su responsabilidad era proverbial y apreciada por los que lo rodeaban.

Alguien ha dicho que para escribir obituarios lo mejor es no conocer al fallecido porque si es tu amigo del que hablas te salen los sentimientos y no puedes hacer literatura. Es totalmente verdad. Miro la página en blanco de este artículo y solo siento una enorme tristeza porque Antonio ya no está, que ha levantado la noche el vuelo tan temprano que no encuentro las palabras para decirle adiós, ni para contarles a ustedes el dolor que sentimos todos sus amigos por su pérdida. Volveremos a la ventana del bar de siempre y brindaremos por ti, Antonio, agradeciendo la suerte de haberte conocido. Sé que esto te gustaría.

Te echaremos de menos, amigo. 

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