En su rincón

Nacho Ros Pérez: el devorador de películas

Nacho Ros en el antiguo  Club de Regatas

Nacho Ros en el antiguo Club de Regatas / Javier Lorente

Javier Lorente

Javier Lorente

Hoy doy cuenta de mi encuentro con el Presidente del Festival Internacional de Cine de Cartagena (FICC),que estos días está a tope con la celebración de la 52 edición del que antaño se llamaba Festival de Cine Naval y del Mar; muchas ediciones de un festival ya maduro pero que se nota rejuvenecido, con mucha fuerza y muchas ganas. Hablo de Nacho Ros Pérez, al timón de un potente equipo que volvemos a ver navegar: «Llevamos muchos meses preparando esta edición, siempre lo hacemos con más de un año de adelanto y cada año vamos a más, lo cual es fruto de la entrega de un gran equipo: Reyes Pizarro, Cristina, Majo, Fran, Mari Carmen, Ana, Víctor… yo solo soy una pieza del timón», me dice, aun así.

Nacho viene de una conocida familia de comerciantes y empresarios que ha sido todo un emblema en Cartagena, conocida por la mayor tienda de discos y de música de todo el levante español: la mítica Discos Carrot’s de la Calle Santa Florentina, con sus secciones de discos, cintas de casete y videoclub. Os imaginaréis, por tanto, que Nacho, desde niño, siempre ha sido un enamorado de la música y del cine: «Mi hermano Pablo, muy cinéfilo, me enseñó mucho y me introdujo en el Cine Club Isaac Peral y en el Cine Club Hannibal, me acercó al cine clásico y al cine alternativo». 

«En aquellos tiempos empecé a descubrir a los buenos directores de cine, a conocer a los mejores directores de fotografía… Sin darme cuenta me fui volviendo un auténtico friki del cine. Estudié Psicología en la Universidad de Murcia, trabajé en el negocio familiar y posteriormente me fui a Estados Unidos donde estudié cine, producción y guión… Mi vida siempre ha girado en torno a la pasión que mi padre y mi madre me transmitieron por el cine la música. A la vuelta, me reincorporé al negocio familiar y, con el tiempo, Esther Baeza me llamó para que me incorporase al Festival de Cine, en una época en que se cambió el equipo y aportamos nuevas ideas, le dimos una vuelta, lo abrimos aún más y lo hicimos menos militar», me cuenta.

Nacho ha sido siempre un hombre muy inquieto, culto y viajero: «He sido mochilero, he escrito crítica de cine, he sido gestor de eventos culturales, he sido pinchadiscos, como antes se decía, y siempre me ha gustado leer, en especial cómic, y, por supuesto, me apasiona todo el mundo audiovisual. La verdad es que no he parado nunca, soy muy activo, incluso nervioso, por eso me ha gustado desfogarme con el deporte, sobre todo con la natación, que me gusta practicarla en espacios abiertos, no en piscinas». Me asegura también que es un hombre casero, le gusta estar con su hija de 14 años, quedarse en casa y leer o ver películas, y me confiesa: «Tengo claro que la cultura completa a las personas, tanto como el contacto con la naturaleza. Me preocupa mucho el medio ambiente y soy muy sensible a su vulnerabilidad y crítico con nuestra contribución al cambio climático y con quienes la maltratan, y contra quienes echan basura en el mar, el campo o las montañas». 

Y me habla con verdadero entusiasmo de esta edición del FICC, de la gran calidad de todas las cintas que se van a proyectar, del Concierto de Bandas Sonoras interpretado por la Agrupación Musical Sauces, en la emblemática plaza del Icue, una de las muchas actividades paralelas que cada año van dándole más atractivo al festival, conectándolo con la sociedad y con públicos de todas las edades y gustos: «El FICC revienta en noviembre, pero hace actividades durante todo el año, como la Ficcmoteca, la Mar de Cine en la Mar de Músicas, el Cine Familiar en Agosto… Cada año nos ponemos el listón más alto, queremos mejorar siempre. Nada nos ocupa más que el intento de vincular a la ciudad con el festival. Vamos creciendo, además, gracias al apoyo de los patrocinadores y del Ayuntamiento, que es nuestro patrocinador más importante».

El FICC tiene su sede en el edificio de las Primeras Escuelas Graduadas y usa el Centro Cultural Ramón Alonso Luzzy para las proyecciones de todos los viernes, pero Nacho no oculta su sueño de tener una sede propia y estable para celebrar el FICC y me subraya: «Sería muy importante mejorar en la colaboración entre todas las disciplinas y entidades de la ciudad, caminar junto a las compañías de teatro, musicales y los diferentes creadores artísticos. El cine Central, cuando se reforme, puede ser ese gran centro cultural maravilloso que todos andamos buscando y que puede situarnos como referente nacional», y añade: «Solo podremos conseguir nuestros sueños si dejamos a la cultura fuera del partidismo, fuera de los bandos y de los enfrentamientos. La cultura debe ser un lugar de encuentro, no de división, y debe ser apoyada por unos y por otros, siempre dando la posibilidad de ser autónoma y libre, sin ningún tipo de cortapisas ni de uso para el autobombo y el postureo. La cultura no pertenece a ningún partido, empresa ni institución: es de la gente, de los creadores y de los artistas». 

La conversación, que se va haciendo apasionante a la vez que tan agradable como la constante y profunda sonrisa de Nacho, vuelve a centrarse en el cine, y lo escucho embobado hablando de directores, actores y películas: «La verdad es que me he visto todo el cine habido y por haber, aquel de los años 80 de Coppola, Spielberg… o de Joseph L. Mankiewicz, del que, si tengo que elegir una cinta, diría la de El fantasma y la Señora Muir, una deliciosa obra maestra», y añade: «El cine es un estado de ánimo, cada día tiene su película, y es posible que un domingo por la tarde te apetezca solamente disfrutar de una comedia entretenida, sin más pretensiones. Realmente me confieso un gran devorador de películas».

«¿Las plataformas?, no son malas, yo no creo que se vayan a cargar la magia de ver el cine en pantalla grande, pero hacen una gran función para acercar el cine cada día a tu casa. Antes, la gente podía ir al cine una vez a la semana, ahora puedes ver varias películas al día en casa; eso no puede ser malo, es otra manera de disfrutar del séptimo arte». Toda la vida es cine, y nada como conversar con uno de sus profetas.