Ron Carter se despide en el Cartagena Jazz Festival

Ron Carter (Fernandale, Michigan, 1937) es una de las voces más distinguibles del contrabajo. Comenzó a tocar el violonchelo a los diez años para después cambiarse al contrabajo. Hasta 1955, Ronald Levin Carter tocaba partituras clásicas con su violonchelo, pero nunca se ha alejado de la música clásica: ha grabado piezas de Bach o el Concierto de Aranjuez.

En 1990 se volvió a reunir con el pianista Herbie Hancock, el batería Tony Williams y el saxofonista Wayne Shorter (junto a ellos suplió en los 60 al legendario primer quinteto de Miles Davis) para retomar la música que interpretaron con el trompetista; esta banda se reconstruyó a mediados de los 70 con Freddie Hubbard reemplazando a Davis. En 1978, Carter se incorporó al cuarteto del saxofonista tenor Sonny Rollins. Fue uno de los músicos fijos del sello Blue Note, y uno de los contrabajistas más solicitados. También se integró en CTI con el productor Creed Taylor, que encontró un fino equilibrio entre honestidad y gancho comercial.

"El contrabajo es todo para mí", dice Carter, que ha contribuido a liberarlo de la sección rítmica para darle una voz solista. Liderando Foursight, cuarteto en el que también están Renee Rosnes al piano, Jimmy Greene al saxo tenor y Payton Crossley a la batería, toca el poco frecuente contrabajo piccolo (intermedio entre el violoncello y el contrabajo).

Casi toda su vida ha sido Ron Carter un secundario, y eso que su primer disco como líder lo grabó en 1960, pero ha tocado con los más grandes del jazz (Thelonious Monk, John Coltrane, Brad Mehldau…), y ha trabajado también con Roberta Flack, Aretha Franklin, James Brown, Antonio Carlos Jobim, Jefferson Airplane, Paul Simon o los raperos del A Tribe Called Quest, aunque él siempre se reivindica como "un músico de jazz”.

En su gira de despedida pasará por la 42ª edición del Cartagena Jazz Festival. El año pasado, cuando cumplió 85, fue convocado por este festival. Lamentablemente, anduvo de médicos, y no pudo comparecer. Hombre de palabra que es sin embargo, acude ahora a la cita, y, como dijo hace doce meses, quiere que esta sea su actuación de despedida formal de los escenarios. Desde el primer acorde, todo transitará por los caminos de la perfección, pero con la virtud de no sonar a ejercicio o manifiesto preciosista, sino más bien como un latido de vida, como el proceso de creación instantánea que define al mejor jazz.

Viernes, 10 de noviembre. Nuevo Teatro Circo, Cartagena. 20.30 horas. 25 euros.