En su rincón

La alegría de vivir

Amparo Alegría, Doctora en Bellas Artes

Amparo Alegría en su taller de Espinardo.

Amparo Alegría en su taller de Espinardo. / Javier Lorente

Javier Lorente

Javier Lorente

Decir que es una grandísima artista plástica y mejor persona suena manido. Incluso su nombre, Amparo Alegría Pellicer, suena como a nombre artístico. De hecho, la quisieron llamar Patricia, pero no: es su nombre auténtico y ella es así, un ser de luz que ilumina a cuantos la rodean, dándoles, efectivamente, amparo y alegría. Ella sabe de eso, de que le duela el cuerpo, incluso de estar meses sin poder moverse de la cama por una lesión de espalda que le generó una discapacidad y que no la ha frenado. Yo la conozco personalmente desde hace años, nos vimos en un encuentro artístico, en la Feria Inocentes de Blanca. Puede que yo tampoco estuviera pasando por un buen momento en mi vida personal, pero su afecto, sus palabras, su sonrisa contagiosa, me hicieron mucho bien… Bueno, y disfrutar de su magnífica instalación, que llenó el stand de miles de hilos cruzados, entretejidos, creando un espacio mágico, inolvidable y efímero, porque al terminar el fin de semana no tuvo otra ocurrencia que pegarle fuego a tantas horas de trabajo, tal vez en una manera de darnos a entender que hay que vivir el momento. Carpe Diem. Ella es así, atenta a los demás y consciente de que hay que vivir la vida, disfrutar de las pequeñas cosas y hacer que los momentos pasajeros se hagan eternos.

Le hago la foto en su taller de Espinardo, cerca del mercado de abastos donde después me tomo una cerveza y ella, más sibarita, una copa de vino blanco, fresquito. El taller es de los que me gustan, amplio y lleno de mil historias creativas: cuadros, esculturas, materiales, utensilios, maquinaria…Creo que podría haber escrito este artículo describiendo cada uno de los rincones mágicos de su estudio, libros y discos incluidos, que hablan mucho de la mente creativa de esta mujer y, sobre todo, de su inmensa capacidad de trabajo. Pero creedme si os digo que no hay nada mejor que una conversación con la artista, aunque bien es verdad que aquí me faltarían páginas (siempre insisto en que me es imposible con estas letras resumir estos encuentros con estas gentes de la cultura tan admirables).

De casta le viene al galgo. Amparo me habla de su madre, «la señora Mary», una mujer fuerte, emprendedora y, sin duda, adelantada a su tiempo que escribía cuentos infantiles para ayudar a asociaciones sin ánimo de lucro que atendían a niños con problemas o síndromes. Su madre, además, era capitana de enfermeras en el Hospital Mesa del Castillo y, por si eso fuera poco, montó una fábrica de galletas en la que daba trabajo a mucha gente, incluso a su marido, que era representante y viajante. De ella ha heredado muchas cosas Amparo Alegría, incluso el oficio de enfermera o su preocupación por los demás, que la llevó a dedicarse durante años al sindicalismo regional.

Me cuenta mil cosas de su infancia y juventud, de sus familiares por parte de padre, que se dedicaban a las artes o al profesorado en dibujo. «Ya con13 años me relacionaba con grandes artistas que me marcaron y enseñaron, como los hermanos José María y Luis Pastor o el mismísimo José María Párraga, Alberto Corazón y Manolo Valdés. Con ellos me iba a pintar del natural a los huertos. Incluso tuve una época, de joven, en la que pintaba flores en unos cuadros ovalados que luego vendíamos para pagarnos algún capricho, incluso unos cubatas. Verdaderamente, siempre he estado rodeada de arte y artistas: no es extraño que pronto estudiase Artes y Oficios y luego Bellas Artes». También me cuenta otras muchas anécdotas de su época de juventud, sus ansias de aventuras y de viajar: «En una época montamos una especie de comuna en La Sagra y hasta nos fuimos en un Seat 127 ,un 4L y un Simca 1000 al punto más al norte de Europa, toda una experiencia inolvidable, cuando el mundo aún estaba por descubrir. Llegamos a montar el primer Club de Actividades Subacuáticas de la Región y retomamos el Club Montañero de Murcia. Mi vida daría para una película. Fíjate que, cuando nací, un tío mío que estaba exiliado en Francia vino clandestinamente con el regalo de tres dibujos de Picasso que sirvieron para pagar mis gastos médicos, que estuve muy malica».

Me confiesa que siempre ha querido valerse por sí misma, ser independiente, no aprovecharse de ningún privilegio por estar casada con un conocido magistrado y añade: «Por eso no he expuesto demasiado en nuestra Región, he preferido hacer mi carrera en el resto de España o en otros países. He participado y he sido premiada en muchos concursos, fundamentalmente de escultura y monumentos. Recuerdo especialmente el de la Fundación Rosa Márquez, que me posibilitó vivir en la Casa del Doncel de Sigüenza, un maravilloso lugar para crear». También me habla de su tesis doctoral «sobre la utilización de un material fabricado con algas, como material escultórico»: «Un alginato que patenté. Al final, las mujeres siempre hemos hecho muchos más avances en la historia de los que se conocen. Siempre se ha dicho que los artistas somos un poco anárquicos, pero yo siempre he creído que el arte y la ciencia han de ir de la mano».

De entre su extenso currículum y sus muchos premios, me cuenta sobre alguna de sus obras de gran formato expuestas en varios lugares de España, monumentos como el de Oliegos de León, 5 toneladas de acero, o el de 3 metros de altura en bronce, dedicado a Isabel I de Castilla en Loja, o su monumento en el Museo de Escultura al Aire Libre en El Bosque de Ariadna, en Guadalajara… Una gran trayectoria con numerosas exposiciones que le han llevado desde ser premiada en Imagina San Javier a exponer en la lejana China, y son numerosos los talleres que ha impartido para artistas y estudiantes. Me cuenta que en la época de encierro de la pandemia no paró de trabajar e hizo una colorista serie de esculturas móviles en metacrilato que ha tenido mucho éxito y ha expuesto con el colectivo hispanosueco de ArtiShow.

«Me interesa el arte como me interesa la vida: el arte nos libera y aún queda mucho camino para hacer un mundo mejor, justo e igualitario. No podemos dar ni un paso atrás. Si el arte pusiera el dedo en la llaga, el mundo cambiaría». Una artista imprescindible, como el oxígeno.

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