Exposición

El homenaje debido a Maite Defruc

Javier Lorente, quien fuera su alumno, se ha encargado de comisariar esta emotiva muestra retrospectiva

El homenaje debido a Maite Defruc.

El homenaje debido a Maite Defruc. / asier ganuza

Asier Ganuza

Asier Ganuza

«Como muchos otros, la tuve desde mi adolescencia como maestra y ejemplo, y por eso fue para mí todo un honor cuando, unos meses antes de la pandemia, me habló para decirme que quería que fuese el comisario de una exposición antológica de sus bronces. Nunca me imaginé que ese proyecto se quedaría en el aire, como sus obras, y que terminaría siendo póstumo...», lamenta Javier Lorente.

El también artista cartagenero –y fotógrafo, y articulistas de esta casa– se refiere a su paisana Maite Bastida Sáez, mejor conocida como Maite Defruc, fallecida en agosto de 2021 a causa de una repentina enfermedad. «Estaba en plenas facultades físicas y con la cabeza llena de proyectos para los próximos años. Rebosaba vitalidad, agrado hacia los demás, armonía familiar y solidaridad sin fin, de manera incansable, con todas las causas culturales, humanitarias y sociales de su alrededor», recuerda con pena el que fue su alumno...

«Con Maite, siendo yo aún un chaval, hice varios cursos de modelado en arcilla, bajorrelieves y mosaicos, sin olvidar un par de veranos que estuvimos haciendo esculturas con arena en La Manga, ante la atenta mirada e implicación de niños y turistas. No puedo evitar recordar ahora aquellos aprendizajes con ella y su don para contagiar el amor por la belleza y el trabajo bien hecho», apunta Lorente en un texto escrito con motivo de una muestra que desde ayer puede disfrutarse en la Sala Municipal de Exposiciones del Centro Cultural Dora Catarineu, en la calle Ronda, número 7, de su Cartagena natal.

Porque aquel proyecto precovid que Defruc encomendó a su ya veterano aprendiz se ha hecho realidad bajo el título Memoria de la tierra, legado del fuego, «en consonancia con su dominio de los elementos: barro de la tierra y el agua, cera de abejas del campo, aire del movimiento generado por sus manos, y fuego dominado con sabiduría y tesón». La muestra, retrospectiva está compuesta por cuarenta obras de todas sus épocas, desde los primeros años hasta los últimos, y presenta un recorrido por los grandes temas que trató en su escultura: los caballos, los toros, el baile flamenco, la danza, la gimnasia, el retrato, el desnudo... Y, casi siempre, centrándose en la figura humana, especialmente la de la mujer. «Siempre la mujer... –dice Lorente–, frágil o empoderada, entera o rota, madre, deportista, desnuda, libre, bailaora... Siempre en movimiento».

Sin embargo, hay una obra que destaca por encima del resto: su famoso Cristo roto, un crucificado de 2,40 metros de alto descolgándose y rompiendo la cruz para resucitar; pieza que está instalada en el monasterio y osario de Verdún (Francia), allí donde se conmemora la que fue la más larga y cruenta batalla de la Primera Guerra Mundial. Como aquella, la que se exhibe en Cartagena –una réplica– es, según el comisario, «una potente imagen cargada de simbolismo, dolor y, a la vez, esperanza. Una pieza de gran plasticidad y originalidad que tenemos la suerte de ver en esta exposición».

En lo referente a la técnicas, de las cuarenta obras presentadas solo una es de barro, mientras que las treinta y nueva restantes son de bronce fundido a la cera perdida en su propio taller, en Pozo Estrecho. Se trata de un proceso «antiguo y totalmente artesanal, de una tarea laboriosa que exige gran técnica, concentración y un dominio propio de los dioses del fuego. No se conoce otra mujer que dispusiera o disponga de la fuerza, el tesón y el arte necesarios como para realizarla en la actualidad, como ella vino haciendo durante años», explica Lorente. «Siempre permanecerá en nuestra memoria en todo su poderío, su destreza y su sabiduría adquirida durante años en su hermosa y no menos dura profesión», añade el apasionado comisario.

El cartagenero, al que este jueves acompañaron otros muchos allegados de Defruc –«se ganó en vida infinitos amigos gracias a su corazón desprendido, su carácter afable y sin doblez y su bondadosa sonrisa»–, quiso agradecer a toda la familia de Maite, y en especial a sus hijos, Pablo David y Pedro José, su colaboración: «Sin su generosidad, ayuda, colaboración y dedicación esta muestra no sería posible».

Y también al Ayuntamiento de la ciudad portuaria, representado en las figuras de la vicealcaldesa, Ana Belén Castejón, y el concejal del área de Cultura, David Martínez Noguera, su apoyo en el desarrollo y exhibición de esta «exposición-homenaje». «Esto y mucho más se merece quién fue tan grandísima artista y mujer luchadora, creativa, vital, cordial y siempre tan atenta para con los demás», añadió Lorente, quien aseguró que con esta muestra «nada acaba. Al contrario. Vendrán más ocasiones de seguir exponiendo sus bronces y de dar a conocer a las nuevas generaciones el legado de esta inmensa artista y modélica persona». Y, en este sentido, lanzó un último mensaje: «Vuelvo a insistir en la idea de hacer, en su pueblo, un museo (o la fundación que ella quería) que albergue su obra y dé a conocer, por siempre, su legado».