Arte

Balanza reflexiona sobre un tiempo pasado a través del radiocasete

La galería murciana Art Nueve acoge el último proyecto expositivo del murciano, una sugerente muestra de pintura, dibujo, escultura y cerámica

Eduardo Balanza posa en el espacio 
AP1 de Art Nueve.  israel sánchez

Eduardo Balanza posa en el espacio AP1 de Art Nueve. israel sánchez / asier ganuza

Asier Ganuza

Asier Ganuza

Recuerda Miguel Ángel Hernández que la obra de Eduardo Balanza se ha interesado desde hace tiempo por las tecnologías obsoletas y la experiencia que llevan aparejadas, «por todo lo humano y afectivo que se pierde cuando abandonamos un sistema tecnológico». Porque para ellos –tanto para el artista como para el reputado escritor, ejerciendo ahora como comisario–, un reproductor de casetes «no es simplemente un artilugio mecánico, sino una manera de entender el mundo y, sobre todo, una memoria». Y, de hecho, es en base a esta idea sobre la que se articula el último proyecto del murciano: Radio Vanitas, presentado este miércoles en el espacio AP1 de la galería Art Nueve.

En este trabajo, inaugurado a última hora de la tarde de ayer en el local del número 1 de la calle Dr. Tapia Sanz, Balanza concreta su interés por lo analógico con una reflexión sobre el fin del radiocasete y la tecnología analógica de reproducción musical, «una parte fundamental del trabajo continuo del artista con la cultura musical y las formas en las que se instaura en lo social», apunta en un texto escrito para la ocasión por el autor de El dolor de los demás (2018). Así, a través de la pintura, el dibujo, la escultura y la cerámica, el artista genera una suerte de lamento por un mundo material que ha comenzado a dejar de existir, «un universo donde las cosas tenían todavía un lugar y una corporeidad, donde la música surgía de artilugios que podíamos tocar y manipular».

Miguel Ángel Hernández reflexiona sobre esta cuestión: «En estos objetos encontramos una materialidad decadente, precaria, que nos habla del paso del tiempo, pero que también nos confronta con nuestra propia memoria». Pues, para el escritor e historiador del Arte, los radiocasetes que pinta o cincela Balanza son «casi monumentos», como sus cintas iluminadas en las que parece pervivir cierta presencia tecnológica; «aunque se trata de una tecnología zombi, muerta en vida –matiza el comisario–, entre el juguete y el espectro. La cinta se ilumina pero está vacía. El objeto es un exvoto. Pura apariencia. Cuerpo vacío que no suena».

En este sentido, lo sonoro ocupa un papel esencial en estas obras, pero lo hace a través de su negación: altavoces pintados que ya no producen sonido, cintas que son meras carcasas, radios de terracota que se presentan como objetos de lo que una vez fue y nunca más ya será... «Objetos que solo suenan en nuestra memoria –en la de una generación que todavía conserva el recuerdo de aquella tecnología–, pero que pronto, para otros, para los que vengan en el futuro, no serán otra cosa que meros fósiles, restos arqueológicos de una civilización extinguida, objetos misteriosos que un día tuvieron una función que, a buen seguro, les resultará desconocida», señala Hernández.

Así, este proyecto es, en última instancia, una vanitas; es decir, una alegoría de la finitud, una toma de conciencia de que aquello que hemos dejado atrás y que ya no regresará. «Memento mori, pero también memento vita. Recuerda que eres mortal, pero también recuerda que viviste, que la música emanada de esos objetos te atravesó, que todo pasa y es fugaz, que el tiempo se nos escapa y no podemos frenarlo, pero que en esas cintas algo permanece, aún latente, esperando a que nuestra memoria lo pueda despertar», concluye el profesor.

Un espacio para repensar el mundo en el que vivimos

La sala AP1 de Art Nueve es un espacio para proyectos de carácter emergente e investigativo. Uno de los objetivos -señalan los responsables de la galería- es «generar una conexión entre los artistas que salen de la academia y aquellos ya formados o revisar la obra de creadores cercanos que tienen proyectos de investigación, así como un cuerpo de trabajo que nos acerca a comprender el mundo en el que vivimos», caso, éste último, de Balanza. «Es un proyecto con carácter local (y nacional) para revisar lo que sucede próximo, teniendo siempre en cuenta las tendencias internacionales. Se trata de dar visibilidad desde de el interior al exterior», apuntan.