La Opinión de Murcia

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Radiofonías de Carmen Conde

Carmen Conde

Carmen Conde no deja de sorprender según vamos conociendo algunos de sus escritos, inéditos u olvidados, que se conservan afortunadamente en el Patronato Carmen Conde-Antonio Oliver de Cartagena. Ahora se ha editado un volumen apasionante, titulado Levanto mi voz. Radiofonías (1967-1972), publicado por la Fundación Banco Santander en su colección de Cuadernos de Obra Fundamental, al cuidado de Fran Garcerá, que se ha ocupado de la selección, transcripción, anotación y estudio preliminar. Una labor que revela la importancia de esta colección de artículos, ya que lo que se recopila son una serie de textos escritos para la radio entre los años 1967 y 1972.

    Se recogen en el volumen, por primera vez, las colaboraciones de Carmen en el espacio ‘En Voz de Mujer’ (1967-1969) de Radio Nacional, que se emitía en el programa España a las 8, en total 69 artículos; así como una selección de otros textos radiofónicos emitidos entre 1970 y 1972, en concreto los titulados La creación literaria, La mujer ante los libros y Acerca de la fe (Meditaciones juveniles rehabilitadas). Estos últimos, compuestos de diferentes secciones y mucho más extensos que los de En voz de mujer, fueron emitidos por Radio Nacional de España, en el III Programa.

    Carmen Conde en 1967 era una escritora reconocida, ya que había obtenido el Premio Nacional de Literatura (la primera mujer que lo conseguía) por la edición de su Poesía completa. Es muy interesante observar que la autora publicaría los textos transcritos, según anota Fran Garcerá, casi todos, años después en el diario ‘Ya’ y en algunos periódicos regionales de la cadena de la Editorial Católica. También alguno en ‘ABC’. Era ya 1981, y Carmen, la primera mujer en la Real Academia Española desde 1979, era requerida en muchos medios como colaboradora de prestigio. Por cierto, en alguno de estos textos, de diez años antes, la descubrimos censurando la actitud de los académicos hacia el diccionario de la gran María Moliner: una expresiva carta inédita de la lexicógrafa, incluida en el estudio preliminar, revela su gratitud por el gesto y la amistad entre ambas. Otros reproches por el desdén de los académicos hacia las mujeres también los podemos leer en los textos recopilados.

    Descubre y confirma este libro una de las pasiones de Carmen más sostenidas en su existencia: la radio. Desde muy joven, como señala Garcerá, desde 1934, en Cartagena, en Murcia, escribía e intervenía en la radio. Durante la Guerra de España, refugiada en Murcia, ciudad de retaguardia, adonde había llegado huyendo de los bombardeos que sufría Cartagena, escribe mucho y colabora en Radio Murcia. El 30 de marzo de 1937 Carmen leyó en la emisora murciana un fragmento de ¡Oíd a la vida!: auto civil contra la guerra, escrito en la ciudad en diciembre de 1936. Y a lo largo de su vida, colaboró en numerosas ocasiones en diversas emisoras, así como en Televisión Española.

    Todas estas radiofonías descubren una imagen nítida de la escritora a través de las inquietudes que se van poniendo de relieve en los artículos, a veces basados un suceso de actualidad y en otras ocasiones reflexiones más intensas sobre sus preocupaciones de siempre: la mujer, la poesía y algo que en todo momento le obsesionó: creer y crear, tal como escribió: «Hay que creer. Hay que crear. Nadie puede, ni debe, vivir sin Fe». Fe en la poesía, en la verdad, en su Dios y en su Edén… y fe desde luego en su voluntad creadora, la que definió su vida e impulsó su inmensa obra literaria, y que trasmite en un emotivo artículo referido a una persona cercana y familiar, ejemplo de abnegación: «¿Hay algo en el universo que no sea acción? Para nosotros está, además, la pasión. Pero no del ánimo, no la melancolía, no la resistencia. Nosotros trabajamos para la vida, para el mañana hecho de pedazos de hoy en carne viva».

    Tal como documenta Garcerá, por testimonios conservados, los programas matinales de España a las 8 tenían mucha aceptación porque trataban asuntos que atraían a los radioyentes en su diversidad y actualidad, algunos muy curiosos, como el dedicado a los hermanos Kennedy, tras la muerte de Robert, o a la llegada del hombre a la luna, ya en uno de los textos de 1970. Otros evocaban fiestas entrañables como la Navidad, el año nuevo o el Viernes Santo, resumido en un beso traidor (el de Judas) que desvela emociones muy de la escritora de aquellos años sesenta. Reflexiones personales, citas de escritores preferidos (Juan Ramón, Azorín, Miró, Pedro Salinas) y evocaciones entrañables, como la dedicada a los molinos de velas del campo de su Cartagena, revelan lo justificado de la general aceptación de tan expresivos textos.

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