Cine de verano

Cadena perpetua

Cadena Perpetua (’The Shawshank Redemption’, Frank Darabont, 1994)

Cadena Perpetua (’The Shawshank Redemption’, Frank Darabont, 1994)

Héctor Uroz

Stephen King es el autor del que más obras poseo y leí en mi adolescencia, aunque lo tengo archivado desde hace mucho. Curiosamente, las películas que más me gustan de entre las basadas en sus libros no son adaptaciones de sus novelas de terror, sino de sus relatos dramáticos. Y, salvo Cuenta conmigo, están llevadas a la pantalla por Frank Darabont. Rita Hayworth y la redención de Shawshank es una fábula redonda que daba para mucho (como todo drama carcelario), pero la versión cinematográfica de la historia de ese hombre tranquilo, educado y paciente (¡y tanto!) injustamente condenado, se ha erigido, con el tiempo (pues en su estreno no fue, ni mucho menos, un éxito) en una de las cintas más queridas y valoradas por el público, incluyendo el arriba firmante. Te conquista poco a poco, con cada visionado, y es mejor dejarse llevar y no resistirse, como a la hora de la siesta.

El film, rodado con un mimo exquisito (en cada escena, cada pausa), es un estribillo constante rotundamente sobrio, sin artificios, y, pese a ello, profundamente emotivo. Exactamente lo mismo sucede con la música de Thomas Newman en todas sus BSO. La institucionalización vs reinserción de gente que ha pasado media vida entre rejas es el leitmotiv de una trama que ensalza la generosidad, denuncia la corrupción y esboza la justicia autoimpuesta saltándose el sistema. Pero, sobre todo, estamos ante uno de los más bellos relatos sobre la amistad masculina que se han hecho nunca, donde cualquier hombre, sean cuales sean sus valores, se puede emocionar sin reservas.

A los que acusaron a Darabont de dopar el ‘happy end’ con un epílogo que no estaba en la obra de King, les respondió en 2007, rozando el sadismo, haciendo todo lo contrario con La niebla.