En 1969 los Beatles lanzaron un álbum con la banda sonara para su película El submarino amarillo.

De entre aquellos maravillosas canciones la más evocadora, que es de justicia que dé título a todo el álbum, me parece precisamente El submarino amarillo. Con alegría y un poco de nostalgia su música nos conduce, como en los cuentos, a un mundo de infancia, a la legendaria tierra de los submarinos de colores, a través del recuerdo de la narración de un viejo marinero que también navegaba y vivía en el legendario navío. Sé bienvenido a una atmósfera de alucinación, de alegre visión, de viaje a un peculiarísimo país de las maravillas, donde hemos de participar también de una gran hazaña, nada menos que el rescate maravilloso del país de Peperland amenazado por fuerzas hostiles que niegan la música. Comienza un viaje heroico por entre mares imaginarios jalonado con canciones hermosas que habitarán en nuestra memoria; un viaje heroico de triunfo y de liberación a través de la fuerzas del arte y la imaginación. Sí, es un mensaje sencillo de alegría, casi infantil, que precisamente por eso permite el triunfo final de la música para evitar una vida sin ella, que sería oscura y triste, inútil y errónea.