Ana Peinado Portero (Albacete, 1974) es psicóloga y acaba de publicar 50 latidos (Noubooks, 2021), un libro donde recoge los pequeños textos que escribió y publicó durante el confinamiento en las redes sociales. Imparte clases en la Universidad de Murcia, dirige el Programa de Inteligencia Emocional Arcoíris, tiene su propio gabinete y es Agente de Igualdad para Adecco. Para el lanzamiento de este libro, ha contado con la colaboración de las ilustradoras Macarena Egea y Rosario García, y el resultado se puede adquirir en pequeñas librerías como Librillos, en Cehegín; Marialena, en Moratalla; Futuro Imperfecto, en Lorca; Tecniplano y Librería Ramón Jiménez, en Murcia, y en La Técnica, en Molina, pero también a través de su página web y en Amazon.

¿Qué es 50 latidos?

Es la recopilación de los posts que fui escribiendo durante el confinamiento. Cada día publicaba uno en las redes sociales que pudiera ayudar en esos momentos. La verdad es que tuvieron bastante éxito, me empezaron a llegar mensajes de gente diciendo que les ayudaba mucho, y que gracias a esas reflexiones se lo habían podido de tomar de otra manera. Estuve escribiéndolos durante 50 días seguidos. A partir de ahí, mucha gente me animó a publicarlo porque decían que les había servido mucho, pero que en las en las redes sociales esa información se pierde.

¿Pero los habrá desarrollado?

He desarrollado esas ideas y las he adaptado a cualquier otro momento vital de la vida.

¿Y no se planteaba publicarlo?

Muchísima gente me había dicho que tenía que escribir algo de autoayuda, porque, al margen, en mis charlas hablo del crecimiento personal de la gente y del desarrollo de la inteligencia emocional. Nunca me había puesto y ahora lo que ha salido podría calificarse así. No me gusta mucho llamarle ‘libro de autoayuda’ porque yo diría que es un manual de instrucciones emocionales para saber qué hacemos con todas las emociones que podemos sentir cada día y que nos pueden incomodar hasta suponer un auténtico problema. Todo está basado en el enfoque de la inteligencia emocional, en la terapia de aceptación y el compromiso, en técnicas de tercera generación con las que yo me muevo, y todo tiene que ver con ese manejo de las emociones que a veces pueden ser desagradables o intensas.

Pero la situación que hemos vivido ha hecho más presentes todas esas emociones.

Yo creo que somos ahora más conscientes y mucho más vulnerables porque las maneras que antes teníamos de escapar de nuestras emociones más desagradables, que podían ser saliendo con amigos o yéndonos de viaje, no son viables; nos tenemos que quedar con nosotros mismos y nuestras emociones desagradables. Por eso yo creo que se ha hecho tan evidente la importancia del trabajo con uno mismo, porque no tenemos escapatoria, nos tenemos que quedar en casa.

¿Cómo se inspiraba para realizar esos posts?

A veces la gente me escribía mensajes privados y me comentaba alguna sensación que había tenido. Una persona me decía que tenía un nudo en el estómago desde que empezó la pandemia y ese mensaje me llevó a hacer una publicación relacionada con una técnica llamada ‘de fusión’ que consiste en quitarte esas sensaciones. Hay un latido que se llama Me quito la pena y que va sobre una técnica que consiste en tratar de imaginarnos una forma para esas sensaciones, pensar que son una pelota y preguntarnos qué color tendría y qué forma tendría, y una vez que le has dado forma, a través de la respiración, tratar de alejarla. Es una técnica que empleaba cuando mi hija era pequeña y que es muy útil para esas sensaciones. Otras veces era yo misma quien se levantaba con una sensación de frustración y veía qué podía hacer.

Hay muchos libros de autoayuda en el mercado. ¿Por qué la gente debe leer el suyo?

Porque es muy concreto. No es filosófico, contiene recetas muy específicas que puedes hacer en determinadas situaciones de tu vida. Hay otra parte importante que trata de normalizar esas sensaciones desagradables porque la clave no es huir, sino afrontarlas y normalizarlas. Es decir, si un día estoy triste y frustrada es porque es parte de que estoy viva, y si me viene alguna situación problemática y la tengo que afrontar, significa que estoy viva. Uno puede huir quedándose.

¿Los psicólogos están de moda?

Ojalá, pero creo que no.

Pero ese prejuicio de antes de que si ibas al psicólogo es porque estabas loco ya no existe.

Se ha normalizado más, pero al mismo tiempo se dan dos circunstancias: la primera es que todavía no estamos en la sanidad pública y eso es un error gravísimo. Este año, por ejemplo, han salido menos de 200 plazas de psicólogo en toda España, y eso es un despropósito total. Creo que deberíamos estar en los centros de atención primaria, junto al médico de cabecera, pero la cosa no tiene pinta de mejorar... Y mientras no estemos en la sanidad pública habrá mucha gente que no tendrá acceso. Y otro problema es que cada vez afloran más personas que hacen cursos de coaching y que tratan de sustituir una formación de cuatro años más un máster de dos con un curso de un fin de semana. Y eso es peligroso.

¿Qué problemas más comunes han surgido a raíz del confinamiento?

Yo te diría dos. Uno son los trastornos obsesivos compulsivos, que han aflorado y han agravado los problemas que ya había, porque ahora una persona tiene la justificación de por qué se tiene que lavar las manos 35 veces al día o el peligro real de infectarse. Las personas así han sufrido agravamientos muy importantes. Y luego otra cosa que estamos viendo mucho son los agravamientos de la depresión, porque una de las técnicas para trabajarla es recomendar a la gente que salga a pasear, se vaya con amigos o de viaje, pero ahora no lo podemos decir.

¿Piensa que será el único libro que publique?

Pues algo me dice que no porque estoy a punto de terminar uno sobre el duelo con Enrique Garcés de los Fayos y que va a ser bastante especial. Los dos somos viudos y trabajamos el duelo desde la parte de la experiencia personal, cómo hemos vivido y afrontado ese trance, y una parte del duelo es tener la sensación de que estamos conectados con ellos. Nosotros, en nuestra pareja, decimos que somos cuatro, y el libro de duelo tiene una parte de cómo entendemos que hay que ir viviendo el día tras una pérdida.