Kiko Veneno ha regresado para ponerle un toque de optimismo a la rutina diaria. El autor de obras como Veneno (1977) y Échate un cantecito (1992) se las ha apañado para volver a maravillar con Sombrero roto, trabajo en formato de disco-libro donde refresca y expande su idea de la canción popular bajo el influjo de la electrónica y el hip-hop. Solo han pasado unos meses desde que lo publicó, pero el álbum ya ha sido señalado como un hito en la carrera del sevillano (de adopción), aclamado sin reservas por la crítica especializada y generalista.

Su trayectoria artística fue reconocida con la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes. El primer álbum de Veneno (1977) fue elegido por una revista especializada como el mejor disco de la historia del pop en nuestro país. Ajeno a modas y estereotipos, Kiko Veneno sigue su camino como si fuera el primer día, asumiendo riesgos en pro de una apuesta personal que pasa por mantenerse fiel a su lírica, a sus formas compositivas y a su búsqueda incansable de la autenticidad artística.

No va con Kiko Veneno lo de acomodarse en logros pasados e ir tirando, y ahí está Sombrero roto, donde somete su arte de la canción a nuevos enfoques y tratamientos sin dejar de ser él mismo. Estrofas reflexivas con ironía sureña, filosofía cotidiana a golpe de rumba y funk, a su estilo, ahora con más textura electrónica en directo.

A veces difícil de clasificar, pero siempre creativo, Kiko anda presentando esta temporada un disco rítmico y alegre con cadencias electrónicas. El arte, al final, se resume en una forma de encarar el mundo. Sombrero roto es un canto luminoso y valiente. No solo te alegra el día, es que además le da un empujón fuerte a las negruras. Los murcianos de La Tribu 29 le acompañan en esta visita.