Educación

Las familias se plantan contra el comedor escolar de Catering 45

La mayoría de las madres del CEIP Vicente Medina de Sangonera la Seca no dejan a sus hijos en el colegio después de haber denunciado que se ofrecen platos de comidas en "mal estado"

Patatas negras en uno de los platos ofrecidos a los alumnos.

Patatas negras en uno de los platos ofrecidos a los alumnos. / L.O.

Adrián González

Adrián González

Plante generalizado. No están dispuestas a dejar a sus hijos en el comedor escolar «hasta que no decidan apartar a la empresa». Numerosas madres del CEIP Vicente Medina de Sangonera la Seca han dicho ‘basta’ y no están dispuestas a dejar a sus menores para que coman en este centro educativo donde la empresa Catering 45, que viene acumulando numerosas quejas en las últimas semanas tanto en este centro educativo como en otros, por el «mal servicio» que se presta.

En este comedor, que cuenta con medio centenar de alumnos, en los últimos días de esta semana han ido menos de una decena de ellos, ya que «el 90% de las madres sabemos la situación que hay». El último capítulo tiene que ver con el «mal estado» que presentaban algunos de los platos que había preparado la empresa externa contratada por la Consejería de Educación para los niños de este comedor.

En concreto, las madres apuntan que a principios de esta semana uno de estos platos contaba con unas patatas «de color negro y que estaban crudas». Un hecho que se suma a «otro más grave» que también se dio a mediados de febrero: en un guiso se hallaron gusanos en uno de los trozos de pescado.

Fuentes de la Consejería de Educación aseguraron a La Opinión tener conocimiento de este hecho a través de la dirección del centro educativo y «está en coordinación con la Consejería de Salud, que está analizando las muestras y trabajando en un informe. Tras conocer las conclusiones del informe, se llevará a cabo el procedimiento administrativo que corresponda, según marca la ley».

Inspección sanitaria

En ambas situaciones, confirma a esta redacción la directora del centro educativo, Mercedes Martínez, se dio el correspondiente aviso tanto a la Consejería de Educación como a la de Salud. Lógicamente, explica la directora del colegio, estos platos fueron «retirados y apartados de inmediato» para analizar las muestras, con el fin de conocer si la comida estaba o no en buen estado.

«Fue uno de los niños el que advirtió de que había gusanos», explica, asegurando que el colegio ha enviado las correspondientes incidencias a la Consejería «para ver si esta empresa cumple con los criterios técnicos o no».

Respecto a las patatas, desde el centro también se requirió la información oportuna a Catering 45, quienes contestaron que ese color se debía a la «reacción» provocada por la la propia «conservación de la patata a baja temperatura». Asimismo, añade Mercedes Martínez según la versión de la empresa, el comer la patata en este estado no suponía que afectase «ni al sabor ni a la textura» del producto, «ni a la salud» de las personas.

En estos casos, asegura la directora, desde el centro trabajan por ser «mediadores» en estos conflictos para intentar que «el servicio salga bien y se dé respuestas a las familias» ante estos «incidentes puntuales». Hay que recordar que esta misma semana las trabajadoras y monitoras tanto de este colegio como de otros en los que esta empresa presta sus servicios denunciaron que aún no les han pagado el mes de enero.

Una representación de las madres acudió este miércoles a la Consejería de Educación para denunciar por su parte estos hechos y requerir más información sobre la situación. «Allí les dieron una fotocopia en blanco y negro con la foto del trozo de pescado que llevaba un gusano», explica Elena Cortés, una de las madres que ha decidido no llevar a sus dos hijos, de 5 y 9 años, al comedor.

Esta madre cuenta que una parte importante de las familias que acceden a este comedor escolar son «becadas» debido a su situación de vulnerabilidad. «Estas cosas no se pueden pasar, están jugando con la salud de nuestros críos. Yo y muchas familias no nos fiamos de dejarlos, preferimos traerlos a casa y que se coman un bocadillo», sostiene.