Importante Octubre

Carlos del Amor: un 'género' producto de la pasión

El murciano fue reconocido el pasado 18 de octubre con el Premio Ondas al Mejor Presentador del año, un galardón con el que la voz cultural de TVE ni siquiera había soñado y cuyo jurado ha destacado su trabajo como «un género en sí mismo»

El periodista murciano Carlos del Amor

El periodista murciano Carlos del Amor / L.O.

Asier Ganuza

Asier Ganuza

Dice Carlos del Amor (Murcia, 1974) que ni siquiera él sabe lo que es. «No soy un presentador al uso, pero presento. No soy un redactor al uso, pero hago sus labores. Soy jefe adjunto de Cultura, pero tampoco puede decirse que mi desempeño sea el propio de alguien con ese cargo. Y sí, hago Cultura, pero también a veces hablo de fútbol, o incluso de política», reflexiona, al otro lado del teléfono, cuando recibe la llamada para comunicarle que recibirá el Premio Importante de octubre del diario La Opinión.

Pero claro, estamos acostumbrados a definir por comparación, y lo que el murciano hace en el Telediario de TVE... no tiene igual. Ni parecido. Por eso Carles Francino hablaba el otro día del ‘delamorismo’, bautizando eso que decía el jurado de los Premios Ondas 2023 de que «sus crónicas y sus entrevistas –las de Carlos– son un género en sí mismo». «Sí, aquello me hizo mucha gracia –reconoce–; además, cuando me llamaron de la SER no había podido leer todavía el fallo, por lo que me pilló un poco por sorpresa. Pero, más allá de la anécdota, creo que este es un reconocimiento a la información cultural en general. Porque hay mucha gente intentando contar lo que pasa; yo simplemente soy al que le ha tocado recogerlo», apunta con humildad.

Por supuesto, hablamos del premio al Mejor Presentador (del año), un título «con el que uno ni sueña», pero que ha recaído en Del Amor aun cuando el perfil del murciano parece lejano al que los Ondas venían destacando en sus últimas ediciones. Sin ir más lejos, quien se lo llevó el año pasado fue Andreu Buenafuente, al que su ‘sucesor’ considera «un maestro de la televisión, y un tipo que también hace muchísimo por la cultura, y que lo lleva haciendo toda la vida». Sin embargo, su estilo poco tiene que ver con el de Del Amor (y mucho más con el de anteriores galardonados como Roberto Leal, en 2022, y Michael Robinson, en 2021). «A lo mejor este año buscaban premiar algo que ni siquiera ellos sabían lo que es. No sé..., a lo mejor era eso: ‘No sabemos lo que es, pero cuenta cosas y lleva veinte años haciéndolo’», anota Carlos, persistiendo en la incógnita.

Para empezar, cabe preguntarse si Del Amor es realmente un presentador, ya que hablamos de un periodista (de televisión) al que, a menudo, se reconoce antes por su voz que por el rostro. Pero él lo tiene claro (y se apoya en el dictamen del jurado para corroborarlo): «Si lees la letra pequeña del fallo –que me gusta mucho–, dice algo así como: ‘Por su manera de presentar la cultura a la gente’, una veces con un minuto y medio y otras con más (con quince para las Colecciones Reales, veinticinco para Picasso o treinta y cinco para el resumen del año). O con cincuenta, como en La matemática del espejo, donde sí soy más ‘presentador’», señala el de la capital del Segura, que, en cualquier caso, si algo pretende ser es, más que eso, «un transmisor de la riqueza cultural que nos rodea».

Solventada esta primera duda, queda entender qué es los que el jurado ha visto en su trabajo (tan diferente al de Andreu y compañía). La respuesta más directa la encontramos en su propia justificación, en el fallo: «Una mirada especial, atractiva y con enorme personalidad». O, lo que es lo mismo, una mirada diferente, única, y que escapa a cualquier molde; al menos, a los que produce la vertiginosa televisión de hoy en día. «Yo es que creo que en los tiempos de vértigo también conviene mirar de vez en cuando por la ventanilla y disfrutar del paisaje, y no hay nada para ello como la información cultural. De hecho, si no lo logramos, estaremos fracasando en nuestro cometido», advierte Del Amor, que dice que él cada vez cree más «en la televisión tranquila (que no lenta). En esa en la que te da tiempo a mirar un plano y analizarlo, en esa que hace partícipe al espectador. Porque sí, un plano de un segundo genera estímulos, pero prácticamente inoculados, y yo creo que las cosas reposadas llegan mejor al público», explica el murciano.

Sin trucos

Porque si algo le obsesiona como periodista es captar la atención del espectador, pero sin trucos, solo con ‘eso’ que él tiene –que él es– y que todavía no sabemos definir. «Busco que levantes la cabeza. La televisión muchas veces está ahí puesta en el salón de casa casi como un electrodoméstico más; encendida, pero de fondo. Con lo que captar la atención del que está al otro lado ya es una victoria. Y, a partir de ahí –añade–, procuro que no la vuelva a agachar. Pero no busco más. Solo eso: una reacción», asegura Del Amor, quien no sabe si esa es la ‘clave’, pero que tiene claro que cuando locuta una pieza lo hace refiriéndose a «un único espectador»: «Me da igual que haya uno o un millon, yo hablo para uno, para el que está escuchando».

Un ejemplo bastante ilustrativo de todo esto es una pieza que publicaba esta misma semana y que ha tenido bastante repercusión en redes sociales. «Surgió de pura casualidad, cuando un espectador llamó nuestra atención sobre unas filmaciones del Congreso de Escritores Antifascistas de 1937, en Valencia. Nos decía que en ellas había visto a Miguel Hernández, en lo que serían las primeras imágenes en movimiento que hayamos visto del poeta. Y, efectivamente, allí estaba», resume Carlos. Y es aquí, en una pregunta que aparece fuera del guion previsto para esta conversación telefónica, cuando encontramos la respuesta a la gran pregunta: ¿qué es Del Amor? Pues bien: sin duda, pasión. Pasión por la cultura, por una parcela de la información «muchas veces maltratada, denostada», lamenta; por una «asignatura maría» en la que él siempre se encontró cómodo.

Porque el murciano no solo se emocionó confirmando (y mostrando) que, efectivamente, aquel «hombre de camisa clara arremangada y pantalón oscuro» era Miguel Hernández. También lo hizo, e incluso más, descubriendo al día siguiente que entre el público de aquel congreso también aparece aplaudiendo Antonio Machado, o Gerda Taro, pasando por delante del oriolano, apenas unos días antes de su muerte. «Qué pena no poder cubrir ese congreso... Poder volver atrás en el tiempo y entrevistar a todos ellos. Y que en el ‘37 Lorca ya hubiera sido asesinado, porque si no también hubiera estado ahí, y tendríamos su voz», lamenta el Mejor Presentador (de la Cultura) que tenemos en este país. Qué fácil es ahora, después de escucharle, entender al jurado del Ondas...

TVE: sus grandes valedores

Cuenta Del Amor –al hilo de su pasional amor por la cultura– que llegó un día en el que se dio cuenta de que le pagaban por hacer algo que realmente le gustaba (y que hasta poco tiempo antes le venía costando dinero). Pues eso: ir al cine, a museos... «No lo quise decir en alto», señala entre risas. Para él aquello fue «la cuadratura del círculo», pero no localiza –repasando su biografía– el momento en el que la cultura le «deslumbró».

«Creo que es algo que siempre me ha interesado, y que a nivel informativo me atrajo mucho por las posibilidades visuales que ofrece», detalla. Además, ha tenido la suerte de desarrollar la práctica totalidad de su carrera en el ente público, donde la apuesta por la cultura es «decidida». «En otros sitios sería muy difícil que me dieran treinta minutos para hablar del Museo del Prado –reconoce–, y, sin eso, esto sería impensable (el premio y lo que soy hoy día)».