Salud

La adicción a la comida o bebidas azucaradas pasa factura al rendimiento escolar

Un trabajo de dos investigadores de la UCAM, publicado en la revista especializada International Journal of Mental Health and Addiction, asocia estos consumos a un mayor deterioro cognitivo

La adicción a la comida o bebidas azucaradas pasa factura al rendimiento escolar.

La adicción a la comida o bebidas azucaradas pasa factura al rendimiento escolar. / ANA GARCÍA

Ana García

Ana García

El consumo desorbitado de bebidas azucaradas y la adicción a la comida no saludable entre los jóvenes estaría relacionado con un menor rendimiento académico y peores notas. Así lo afirman los investigadores Cristina Reche-García y Juan José Hernández, profesores de la Facultad de Enfermería de la Universidad Católica San Antonio (UCAM), quienes acaban de publicar un trabajo de investigación sobre adicción a la comida y rendimiento académico en adolescentes en la revista especializada International Journal of Mental Health and Addiction.

El proyecto se inició el pasado año 2022 y en él se analizó a más de 300 alumnos de cinco institutos de la Región de Murcia y Andalucía. A estos estudiantes se les pasó un cuestionario sobre sus hábitos de consumo de hasta 29 alimentos, entre los que aparecían conocidas marcas de refrescos, patatas fritas, kebab o hamburguesas, entre otros. Tras esta fase del trabajo se cruzaron los resultados de las encuestas con las notas de cada uno de sus expedientes académicos, previo consentimiento por parte del centro y el compromiso de mantener el anonimato.

Reche-García explica a La Opinión que «entonces vimos que quienes son adictos a la comida o a las bebidas azucaradas tienen peores notas y peor rendimiento académico».

En el cuestionario se valoraba tolerancia, abstinencia, falta de control, nivel de satisfacción..., elementos que también se analizan en los controles sobre drogas.

En este caso se separó en dos grupos a los alumnos en los que se confirmó que había un comportamiento adictivo con la comida de los que no, y «fue ahí cuando se demostró que los primeros tenían un peor rendimiento académico, siendo las bebidas azucaradas las que más problemas generan», señala Juan José Hernández.

Los investigadores apuntan que la adicción a la comida aún no está considerada un trastorno mental, aunque se trate como un trastorno alimentario, lo que ha generado un debate sobre el significado real de adicción a la comida, tanto como un trastorno mental independiente o como un comportamiento adictivo.

Para diferenciar entre una conducta placentera y una adictiva, es necesario que exista una pérdida de control asociada a dicha conducta, que se mantiene a pesar de las consecuencias negativas que puede conllevar. Pero además, algunos de los síntomas asociados deben prolongarse por un periodo de, al menos, doce meses.

Entre estos síntomas, Cristina Reche-García menciona, por ejemplo, la tolerancia (necesidad de consumir cada vez una mayor cantidad para mantener la misma sensación de placer); la abstinencia (sensación que se tiene cuando deja de consumirse un producto); la frecuencia (si se toma más de lo deseado o recomendado); y el uso continuado, pese a los daños que puede generar a nuestra salud, entre otros.

Por lo tanto, la adicción a la comida se ha definido como un comportamiento alimentario que busca el placer y que involucra el consumo de alimentos altamente sabrosos en cantidades más allá de los requerimientos energéticos de nuestro organismo.

Los autores del trabajo apuntan a que aunque muchos informes han descrito previamente una asociación inversa entre el uso de drogas de abuso y el rendimiento cognitivo, pocos estudios han relacionado el rendimiento cognitivo y la adicción a la comida. Sin embargo, un informe reciente ha demostrado que las personas con síntomas elevados de adicción a la comida tienen una conectividad cerebral estructural más baja en varias regiones. El siguiente paso «será investigar qué áreas concretas del cerebro se ven afectadas y si queda alguna marca de ese daño», dice Hernández.

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El estudio llevado a cabo por los investigadores de la UCAM Cristina Reche-García y Juan José Hernández ha determinado que un 8,8% de los jóvenes tiene adicción a la comida. La cifra se queda algo por debajo de otras referencias que ellos manejaban y que establecían esta tendencia en el 12%, llegando a situarse en el 19,9% de personas adictas en el resto de población. La profesora de la UCAM llega a alertar de que, como ocurre con otras sustancias, esta adicción puede conllevar otras, por lo que considera fundamental que se pongan medios para atajar este tipo de hábitos que a la larga pueden ser mucho más perjudiciales. Hernández recuerda que en España y en la Región de Murcia se lideran las tasas de sobrepeso infantil y «es en la edad escolar cuando hay que atajar estos problemas de alimentación para frenar también el posterior fracaso escolar, al tiempo que se evitarían otros problemas asociados como obesidad, diabetes o enfermedades cardiovasculares».