La «única herramienta para cumplir con las exigencias europeas (agrarias) es la tecnología y la innovación», asegura el Gobierno regional, que apuesta por la «agricultura inteligente» para responder a las demandas del consumidor. «Quien va a determinar cómo es el presente y el futuro de los alimentos es el consumidor, por eso lo identificamos y adaptamos toda la cadena de valor hasta la producción y la semilla. Y eso requiere un nivel elevado de conocimiento», explica el consejero de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente, Antonio Luengo.

El sector es estratégico para la Región, que cuenta con más de medio millón de hectáreas de cultivo, de las que 135.000 has son de regadío y casi 6.000 son bajo invernadero, y una producción de la rama agraria que ronda los 2.800 millones de euros, especialmente focalizada en hortalizas, cítricos, frutales y viñas.

Centrado en la investigación y el desarrollo del sector agroalimentario autonómico está el Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental (Imida), con 19 grupos de investigación y más de 100 proyectos relacionados con la protección de los cultivos, la mejora de la producción, la sostenibilidad, el agua o la agricultura de precisión, entre otros.

Para director del Imida, Víctor Serrano, «Murcia es una de las regiones con la infraestructura más potente de investigación (pública y privada), con 99 centros de investigación y 130 grupos, y 12 zonas de demostración, hasta ponernos en primera línea mundial en algunos aspectos, como los sistemas de riego eficiente».

En el caso del agua, el histórico déficit hídrico obligó, según el consejero Antonio Luengo, a apostar por la innovación y la tecnología, y cita desde el desarrollo de variedades más resistentes a la sequía, la construcción de balsas de riego o el uso de sondas de humedad hasta la depuración, que cubre el 15 % de las necesidades de riego. En este sentido, y de acuerdo a los datos de la Consejería, el 99 % del agua que desechan los hogares o las industrias murcianas se regenera y es reutilizada por los agricultores.

«El sector agro está siendo demonizado y la única respuesta es con datos y hechos», dice el consejero

«Pocos sectores se enfrentan a tantos retos y cambios como el primario: de consumo, regulaciones, modelos de negocio, competencia, la sostenibilidad ambiental... y la respuesta pasa sin más remedio por la innovación y la investigación, en el uso de la tecnología y la automatización», sostiene el director del Imida.

Un conocimiento que se transfiere a los agricultores con la ayuda «inestimable» de las cooperativas, según el consejero, que afirma que la aplicación de ese conocimiento es ya una realidad en forma de Inteligencia Artificial, Big Data, Blockchain o el Internet de la Cosas.

Luengo defiende la «investigación aplicada», en la que agricultores e investigadores hacen un trabajo conjunto para identificar necesidades y problemas, y buscar soluciones, en un momento en el que a su juicio el agro está «siendo demonizado» y la única forma de responder es «con datos y demostrar los hechos» reales.

«La opinión pública desconoce este esfuerzo por modernizarse de la agricultura. Visto desde fuera parece que se sigue con el buey y el arado, pero en realidad intervienen satélites, robots, algoritmos y años de mejora genética», afirma el director del Imida.

En el horizonte más inmediato, el sector agroalimentario tendrá que responder a las políticas comunitarias emanadas del Pacto Verde o afrontar desafíos como el relevo generacional que evite el abandono del territorio rural.