Casas con el cartel de ‘se vende’ colgado durante diez años, apartamentos al precio de una cochera en la ciudad y viviendas destinadas al alquiler que están cerradas a cal y canto en pleno verano. Esa es la dramática situación a la que hacen frente los vecinos de Los Nietos y Los Urrutias. Se trata de otro de los daños colaterales que el gran desastre ambiental que sufre el Mar Menor está provocando a los vecinos de los municipios ribereños.

La devaluación de las viviendas no es un fenómeno nuevo, pero el episodio de anoxia de 2019 y el que aún trata de superar la laguna estos días han agravado la situación. «Desde el 2016 hasta ahora el precio de los inmuebles ha bajado más de un 30% adicional, y ya rondará el 60 o 70%. Hay casas por 25.000 euros», explica Manolo Navarro, que dirige una inmobiliaria en Los Nietos. «Cuando quieren vender, no te cuentan lo mal que está el Mar Menor, sino lo bien que está su casa, pero evidentemente todos quieren salir de aquí por lo mal que se encuentra la laguna», señala. Muchos quieren salir de allí, vender su propiedad «y comprar en La Manga o Mazarrón, donde haya Mediterráneo», asegura Navarro.

Sin embargo, explica que vender una casa en estos municipios costeros no es tarea sencilla. No son pocos a los que les cuesta deshacerse de los vínculos sentimentales que los unen a una vivienda que ha acogido algunos de sus mejores recuerdos familiares, cuando el Mar Menor era un enclave idílico que hacía que la vida transcurriese a otro ritmo. «El gran problema es que piensan en su casa con un valor sentimental y eso no lo paga la gente. Los precios han ido cayendo cada vez más, pero para cuando los dueños bajan el importe, el valor de la casa ha vuelto a caer y no lo aceptan», detalla.

Muchos inmuebles de estas poblaciones se han depreciado hasta un 70% en los últimos años

Es por eso que en Los Nietos y Los Urrutias no es difícil encontrar viviendas por 20.000 o 30.000 euros. «Es una locura, son precios que pagaban nuestros padres hace décadas o lo que cuesta una cochera en la ciudad», explica Joaquín Martínez, vecino de la zona. Él compró una casa hace cuatro años que costaba 120.000 por un 35% menos de su valor, pero advierte de que «de la misma promoción las hay por menos del 60% ahora».

A Martínez también le está costando vender su casa. «La he bajado ya un 40% de lo que costaría. Está por 48.000, pero no es suficiente, no se vende», lamenta.

En la misma situación se encuentra Cati Sanmartín, quien presume de ser vecina de Los Nietos «de toda la vida». Ella y sus padres intentan deshacerse de la casa familiar. Ya han reducido varias veces el precio. «Va por 65.000 euros y he hablado con ellos para que le quiten 10.000 más, a ver si hubiera un poco de suerte». Reconoce que aún así será muy complicado que alguien la compre, pero «los vecinos tampoco queremos regalar cosas que nos han costado muchísimo trabajo».

Desinterés político

Sanmartín señala directamente la dejadez política hacia el Mar Menor y el pueblo como la principal culpable de «que se pierda el carácter singular de estas poblaciones, de gente humilde, de siempre, donde todos nos conocemos».

A la grave crisis ecológica del Mar Menor, los vecinos añaden el «desprecio» por parte de las administraciones. Reclaman que, siendo también pueblos del entorno del Mar Menor, Mar de Cristal o Islas Menores no sufren el mismo abandono. «En Islas Menores no hay problemas con Costas para arreglar el paseo marítimo, del que llevan prometiendo soluciones desde antes de que yo naciera y tengo 53», ejemplifica Sanmartín, que explica que los apartamentos para alquileres vacacionales están cerrados «porque quién va a querer venir».

Esta vecina recuerda con nostalgia tiempos mejores de su municipio, cuando «teníamos un turismo maravilloso, sus negocios funcionando, pero cada vez vamos a menos». Pero insiste en que entre los residentes de Los Nietos existe la creencia de que «hay algo para que no nos saquen a flote y dejen que siga habiendo vertidos, no limpien las algas...». Con ella coincide la presidenta de la asociación de vecinos, Nani Vergara, quien resume en «tristeza e impotencia» el sentir general de la población.

Los vecinos denuncian que la dejadez de la administración está haciendo que quienes puedan se marchen

«Es como si el Ayuntamiento quisiera ver hasta dónde aguantamos. El cierre de negocios no ayuda, pero con las pérdidas que acumulan no pueden seguir abiertos», explica Manolo Navarro, quien al drama del Mar Menor añade la situación «lamentable en la que se encuentra el club náutico, la falta de limpieza en las playas y la incertidumbre por la próxima DANA».

Joaquín Martínez recuerda que la carretera que une ambas poblaciones «lleva casi un año inundada porque el acuífero está desbordado, es vergonzoso que la carretera comarcal entre dos pueblos esté cortada y nadie haga nada».

Ante tal panorama, los vecinos no se extrañan de que cada vez sea más difícil que no se deprecien tanto viviendas como negocios. Señalan que el bajo precio de las casas, los problemas del Mar Menor y la cercanía con la zona agrícola han hecho que «los trabajadores del campo sean los únicos que quieren las viviendas». De hecho, los vecinos sospechan que la dejadez pueda tener «un interés agrícola para que la mano de obra barata esté cerca del lugar de trabajo. Ellos ganan al devaluarse nuestras casas y que se queden vacías para que sus empleados vivan junto a las fincas».

Los vecinos de Los Urrutias y Los Nietos esperan con temor y la vista puesta en el cielo la llegada de la próxima gota fría, que amenaza con ser el golpe final para el Mar Menor y los negocios de la zona.