La fauna que habita en las aguas someras del Mar Menor había comenzado a recuperarse tras el episodio de mortalidad que sufrió en octubre de 2019. Las zonas someras son un área de refugio para especies protegidas debido a la degradación generalizada del ecosistema y a la pérdida de cobertura vegetal en el fondo marino por los sucesivos periodos de eutrofización en la laguna. Esta crisis eutrófica y el colapso ambiental de 2016, seguido del episodio de anoxia que mató a cientos de miles de ejemplares tras la DANA de 2019, ha ido impactando en el ‘estado de salud’ de las comunidades de peces que habitan esta zona, hasta el punto de poner en riesgo las poblaciones del chirrete, el pez aguja o el pez gobio.

El equipo de investigadores del Laboratorio de Conservación y Biología de Vertebrados Acuáticos del Departamento de Zoología y Antropología Física de la Universidad de Murcia, tras monitorizar a estas especies que habitan en aguas someras durante el invierno y la primavera de este año, había concluido antes del actual espisodio de mortandad en la laguna que estas poblaciones presentaban «valores similares a los detectados de forma previa al evento de mortandad de otoño de 2019, lo que sugiere cierta recuperación de la calidad ecológica en las orillas del perímetro lagunar».

Mar Torralva, una de las directoras del grupo de investigación y miembro del Comité de Asesoramiento Científico del Mar Menor, remarca que todavía se registraban datos «por debajo» de los valores mostrados antes de la anoxia de 2019, «pero se apreciaba cierta recuperación». Con la nueva muerte masiva de peces, donde se han visto afectadas especies bentónicas que residen en el fondo marino, y que tienen una escasa capacidad de movimiento, «las comunidades biológicas van a tener que volver a la casilla de salida».

Poner fin a los vertidos

La zoóloga remarca que «será imprescindible seguir monitorizando» a estas especies: «Las zonas someras son un importante refugio para distintas comunidades de peces y a día de hoy lo siguen demostrando». Adelanta que en septiembre su equipo volverá a realizar monitorizaciones, una vez se calme el colapso ecológico que sufre la laguna estos días. «Intuyo que habrá valores negativos en determinadas especies», subraya Torralva, pero muestra algo de esperanza al recordar que si los peces y otras especies se recuperaron en la cubeta norte tras el impacto de la anoxia en la zona de Villananitos, en San Pedro del Pinatar, «de esta también se recuperarán solo si cortamos de una vez los vertidos con nutrientes al Mar Menor».

Especies como los gobios han mostrado un patente crecimiento durante este invierno y primavera, aunque sigue habiendo una abundancia baja de los peces aguja pese a mostrar signos de recuperación antes del verano. En el caso del fartet, su presencia es estable e incluso se ha visto favorecida por la menor presencia de otras especies que compiten por el mismo espacio en estas zonas costeras tras la anoxia de 2019.

Otros animales como el mújol, la dorada o el pejerrey «han mostrado en términos generales una respuesta positiva durante las estaciones muestreadas».

Torralva lanza una petición a las brigadas de limpieza, y es que si encuentran ejemplares moribundos en la orilla, que traten de meterlos aguas más adentro, ya que en esta zona hay un mayor intercambio de oxígeno.