¿Qué se siente al volver como jefe de servicio al lugar en el que uno se formó?

En la Arrixaca di mis primeros pasitos en la cirugía, así que volver a mi tierra es una enorme satisfacción, aunque soy consciente de la gran responsabilidad que supone. Estoy convencido de que este servicio puede estar no solo entre los mejores de España sino de Europa gracias a la ilusión y trabajo del equipo que ahora dirijo.

Su nombramiento llegó precedido de algunas protestas sindicales. ¿Cómo ha sido su recibimiento?

Estupendo, me he encontrado con gente magnífica, tanto los médicos del Servicio de Cirugía Cardiovascular, como el resto del personal, la gente aquí es encantadora.

¿Con qué proyectos u objetivos llega al servicio? ¿Qué se ha propuesto?

Mejorar lo que ya se estaba haciendo bien, porque siempre hay espacio para la mejora. Y para ello mi primer objetivo es conseguir que en la Arrixaca se generalicen sistemas de cirugía cardiovascular mínimamente invasiva para procedimientos de reparación de la válvula mitral y para el recambio de la válvula aórtica.

¿Y a qué se refiere exactamente cuando se habla de mínima invasión?

Lo habitual cuando se opera a alguien del corazón es hacer una incisión de unos 20 o 25 centímetros en el pecho. Una operación mínimamente invasiva supondría en uno de los casos una incisión de unos ocho centímetros y en otro de entre cinco o seis centímetros. Las diferencias estéticas son evidentes, pero lo más importante es que una menor incisión supone una mejor recuperación del paciente, una menor tasa de complicaciones y una menor mortalidad.

Deduzco que la dificultad es mayor y por eso no es un método extendido.

Lo que ocurre es que los cirujanos cardiovasculares somos extremadamente conservadores para algunas cuestiones. A nadie se le escapa que las operación de corazón son peligrosas y tienen una tasa de mortalidad importante; una tasa que se reduce y que mejora, pero que está ahí. Cuando un procedimiento funciona bien, cambiarlo por otro desconocido, aunque hipotéticamente mejor, pero técnicamente más difícil, nos cuesta en general porque sabemos que tenemos las vidas de los pacientes en nuestras manos. En el servicio del que vengo en Valencia se tiene mucha experiencia en cirugía cardiaca mínimamente invasiva y por tanto no será difícil trasladar esta experiencia a Murcia.

¿Y cómo han acogido los cirujanos este nuevo proyecto?

Están muy implicados y con muchas ganas de desarrollarlo. Ya hemos hecho alguna intervención de este tipo y seguiremos haciéndolas. Además, las pacientes requieren de una menor hospitalización y por tanto también supone un ahorro económico y en estos tiempos es importante.

¿Tiene este servicio alguna debilidad?

No, aunque siempre hay espacio para la mejora. Pero quisiera llamar la atención sobre el problema que tenemos de caída de donantes para el trasplante cardiaco. El descenso de las muertes por accidentes de tráfico es una gran noticia, pero la contrapartida es que hay menos donaciones, de manera que los pacientes tienen que esperar mucho más que hace unos años y su salud se resiente, lo que nos obliga a hacer muchos trasplantes urgentes. Necesitamos más donaciones, que no se pierdan órganos que puedan ser trasplantados.