«En recuerdo de las más de 400 víctimas (en su mayoría mujeres, niños y ancianos) causadas por la explosión del Parque de Artillería de Cartagena el día 6 de enero 1874». Así comienza la placa conmemorativa que ayer se inauguró en la plaza de las Puertas de la Serreta, el lugar donde, hace 145 años, se produjo una de las tragedias más severas que ha sufrido la ciudad de Cartagena. En un acto al que acudieron diversos represenantes políticos, y más de un centenar de personas, se guardó un sentido recuerdo para esas cuatrocientas personas que perdieron la vida mientras el cantón de Cartagena agonizaba, y con él la Primera República.

Junto al concejal de Cultura del Ayuntamiento, David Martínez, asistió el cronista oficial de la ciudad, Luis Miguel Pérez Adán. Él se encargó de leer un manifiesto en el que se recordaba el sentido histórico de esta efeméride e ilustraba a los presentes con lo que sucedió aquel trágico día de Reyes al final de la Revolución Cantonal.

Cartagena se había alzado en armas medio año antes, el 12 de julio de 1873, apenas unos meses después de que se instaurara la I República, que tuvo cuatro presidente en menos de un año. Todo ello con el fin de instaurar una Constitución Federal, en lugar del modelo centralista. Después de varios meses de asedio a la ciudad, al Ejército central solo le quedaba por acabar con el Cantón de Cartagena, una vez que el resto de sublevaciones del territorio nacional se habían rendido. El 6 de enero, después del golpe de Estado del General Pavía y con la población cartagenera en una situción límite por la escasez de alimentos, el Parque de Artillería saltó por los aires: «Sobre las doce menos veinte de la mañana un proyectil lanzado por la batería sitiadora Nº11 (Loma de Los Gallegos) penetra en el interior del Parque de Artillería de Cartagena y alcanza sus almacenes de pólvora y municiones. La explosión es tremenda y, como resultado de la misma, se destruye la mayor parte del edificio y se producen más de 400 muertos y numerosos heridos, en su mayoría civiles que se refugiaban bajo sus bóvedas protegidas. A las desgraciadas pérdidas de unos importantes números de vidas humanas se une la de la mayor parte de las reservas de pólvora y proyectiles con que contaba la plaza sitiada y la completa ruina de la mejor parte de esta dependencia, siendo determinante para la posterior rendición de Cartagena el 12 de enero de 1874», recoge el manifiesto.

La historia acabó con la entrada de las tropas a la ciudad, con numerosos exiliados y condenados a muerte, y con el inexorable final de la I República para dar paso a la restauración monárquica.

Casi siglo y medio después, el Ayuntamiento ha decidido apoyar institucionalmente este acto, que han promovido varias entidades ciudadanes. La visión de los cartageneros se resume en el texto que figura en la placa, que pertenece al historiador José María Jover Zamora, para quien la sublevación militar del Cantón de Cartagena es, fundamentalmente, un intento por conseguir implantar un modelo federalista y reformar la estructura territorial del estado, y aclara que en ningún caso había ansias independentistas por parte de los rebeldes durante la rebelión cantonal: «Digámoslo ante todo: si nuestros ciudadanos se levantaron en 1873 frente al Gobierno de Madrid, si organizaron expediciones terrestres y marítimas, si sufrieron los trabajos y privaciones de un prolongado asedio, si defendieron animosamente -heroicamente, en ocasiones- las murallas de la ciudad, y si resistieron los fuegos de un durísimo bombardeo, no lo hicieron movidos por un patriotismo localista, no por un afán de independencia, sino motivados por una utopía política y social que estimaban válida para todos los españoles y cuyo advinimiento creían acercar con una denodada resistencia».