El invento de Murcia que utilizas (casi) todos los días sin saberlo

Aunque el sector tecnológico e ingeniero de la Región de Murcia lleve años consolidado, todavía parece sorprender cuando descubrimos que desde nuestra Comunidad Autónoma han salido algunos de los inventos que más usamos en nuestro día a día. El libro 'Inventores y patentes de la Región de Murcia. Un patrimonio industrial y tecnológico' publicado en 2019 por los ciezanos Pascual Santos y Manuela Caballero, recoge algunos de los hitos del amplio recorrido murciano en el sector de la investigación.

Pero una de las ideas que siguen vigentes a día de hoy y que, de hecho, más se utilizan a pie de calle, fue inventada en el municipio murciano de Cieza hace más de 100 años.

El invento murciano que utilizamos diariamente no es ni más ni menos que el primer cajero automático: el dispensador de efectivo que actualmente podemos encontrar en la fachada de cualquier banco que encontremos por la calle. Este artilugio, sin el cual sería muy difícil mantener la dinámica del sistema bancario, sigue funcionando en la actualidad de una forma parecida a cuando se inventó a principios del siglo XX.

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El invento de un ciezano que se usa en todo el mundo

El primer cajero automático del mundo se inventó en Cieza (Murcia), en 1913, por Luis Anaya y Bernard Brunton. La herramienta consistía en una caja donde se guardaban las monedas y que solo se abría a determinada hora del día: provisto de un gran reloj, sonaba en el horario fijado y ese era el único momento cuando se podía sacar dinero.

Inscrito en la patente como "una caja repartidora de un cierto número de monedas con intervalos de tiempo determinados", el "autocajero" se pensó como un artículo para fomentar el ahorro y ayudar a gestionar las economías familiares, proporcionando solo una cantidad de dinero prefijada a una hora determinada. También se pensó para ser utilizado en comercios, industrias o para pagar los sueldos de los trabajadores.

Un ciezano y un inglés, unidos para crear el "autocajero"

Luis Anaya fue un ciezano que, nacido en 1860 y fallecido en 1951, se dedicó fundamentalmente a la industrialización del sector textil en Murcia. Inversor e inventor, Anaya se asoció con el ingeniero británico Bernard Haslip Brunton para juntos mecanizar los procesos de hilado de esparto.

Tras el registro de su primera patente, una máquina de rodillos para machacar la fibra del esparto, Amorós y Brunton crearon la sociedad Manufacturas Mecánicas de Esparto con el apoyo de invasores catalanes. En marzo de 1913, patentaron el "autocajero", cuyo legado sigue vigente a día de hoy.

La herramienta se expuso en 2013, coincidiendo con el centenario, en la biblioteca municipal de Cieza en la exposición organizada por el Centro de Estudios Fray Pasqual Salmerón, 'Ingenio y Técnica en la Región de Murcia: 1878-1966' y comisariada por Pascual Santos y Manuela Caballero (autores del libro 'Inventores y patentes de la Región de Murcia. Un patrimonio industrial y tecnológico').