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La desertificación amenaza a la Región de Murcia

Los paisajes áridos de los barrancos de Gebas, en Alhama de Murcia.

Los paisajes áridos de los barrancos de Gebas, en Alhama de Murcia. / LMU

Despedido el año 2023, el más seco desde que se tienen registros, por La Opinión nos enteramos el pasado día 22 de marzo de que Murcia es la región que está más próxima a convertirse en un desierto, según el estudio que presentará en verano la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA), correspondiente a la década 2010-2020, y que señala como principal causa a la actividad humana por abusar de los recursos naturales.

Desertización, desertificación y recursos hídricos

Hay que distinguir entre ‘desertización’, fenómeno atribuible a causas naturales, de la ‘desertificación’, en la que hay causas humanas, antropogénicas, esquilmando recursos escasos como el agua o modificando los suelos. El proceso de la desertización está influido por determinados factores, empezando por el clima y la orografía

En nuestra Región predomina el clima mediterráneo. No obstante, hacia el sur y la costa, a sotavento de las montañas béticas, se da el clima subtropical seco. Un marcado efecto ‘foehn’ hace que las borrascas atlánticas lleguen ‘secas’ al territorio regional, si se exceptúan las sierras del noroeste murciano, con mayor pluviometría. Solo cuando confluyen los vientos húmedos de levante con aire frío en altura y un efecto de barrera de las sierras costeras e interiores, aumentan las precipitaciones, sobre todo en primavera y otoño, a veces torrencialmente.

En la ciudad de Murcia, el centro murciano de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), con datos de pluviometría desde 1998 a 2022, nos informa que la media de precipitaciones no suele sobrepasar los 300 mm, con 12 años en que ni siquiera se ha llegado a alcanzar esa cantidad.

En lo que se refiere a la desertificación, la Región de Murcia está incluida, junto con otras del país, como la zona oriental de Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura…, en una de las áreas semiáridas. Los factores más recurrentes para el avance de este fenómeno, además de los naturales (como la ausencia gradual de precipitaciones, la pérdida de cubierta vegetal por los incendios, el abandono de tierras por la crisis de la agricultura tradicional…), son antropogénicos, destacando la explotación insostenible de los recursos hídricos subterráneos, la contaminación química y la salinización de los acuíferos.

Las necesidades hídricas de la Región, a fecha de hoy, ascienden a un total de 1.805 hm³ anuales, de los que casi el 75% van destinados a las actividades agrícolas y ganaderas. En el horizonte de 2027, y según datos de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), la depuración de aguas residuales aportará, fundamentalmente para el regadío, unos 120 millones de metros cúbicos (120 hm³); la desalinización, 340 hm³; las aguas subterráneas, 246 hm³ (la sequía ha conducido, como es sabido, a la apertura de pozos del Sinclinal de Calasparra); y las aguas superficiales 493 hm³, necesitándose, pues, los recursos externos del Trasvase, con algo más de 300 hm³ anuales.

Si nos referimos al estado de nuestras aguas subterráneas, la dinámica que se observa en la Región es la que denuncia la revista Nature: la mitad de los acuíferos mundiales están perdiendo agua y, en nuestra zona, el acuífero de Cingla-Cuchillo (provincias de Murcia y Albacete) pierde unos 1,6 metros de agua al año, una de las cifras más altas del mundo.

Ya en mi artículo titulado Fuentes y manantiales nos avisan (La Opinión, 10-09-2019), y en relación a la comarca del noroeste de la Región, advertía que, según lo estipulado por la Directiva Marco del Agua y las Aguas Subterráneas, todas las masas de agua que en 2027 no alcancen los niveles óptimos de explotación deben dejar de ser ‘pinchadas’. Emilio Custodio, profesor de la Universidad Politécnica de Cataluña, refería la sobreexplotación de los acuíferos murcianos y advertía de que las zonas más afectadas por las restricciones de agua serán, precisamente, las más secas de la Región (Altiplano, el centro, el Campo de Cartagena y el Valle del Guadalentín-Águilas). A mayor abundamiento, la sobreexplotación de nuestros acuíferos corre pareja al vaciamiento de nuestros embalses, sobre todo en ciclos de larga sequía.

A fecha 25-03-2024, los pantanos de la cuenca del Segura estaban a un 20,88% de su capacidad total, cuando en la misma semana, en la media de los últimos 10 años, estaban al 42,79%. Por poner unos ejemplos, el Cenajo almacena solo el 15,79% de su capacidad, la Fuensanta el 20,47%, y el Talave, receptor de las aguas del Trasvase Tajo-Segura, el 48,58%. Con este panorama, la demanda ilimitada de agua, siempre dependiente de recursos externos y de otras fórmulas costosas, como la desalación, es cuestionable.

Nuestro modelo agroexportador es insostenible

Así pues, aunque los partidos políticos y grupos de presión practiquen la política del avestruz, la aridificación va a experimentar un gran avance en zonas de Alicante, Almería y Murcia, según un informe elaborado desde la Estación Experimental de Zonas Áridas del Consejo Superior del CSIC, que la atribuye, además de a la falta de lluvias y al incremento de temperaturas que aceleran la evaporación, al incremento del consumo de agua por la actividad turística y a una agricultura cada vez más dependiente del regadío, lo que trae como consecuencia más presión sobre embalses y acuíferos, muchos de estos en situación límite, como hemos dicho arriba. A ello habría que sumar la nitrificación acelerada de suelos en el Campo de Cartagena y en las nuevas zonas regables, muchas ilegales, que están proliferando en la Región.

Los datos son incontestables. La desertificación amenaza a la Región de Murcia, por lo que es irresponsable y de una necedad supina seguir negando que este modelo agrícola y ganadero, defendido con vehemencia por la derecha extrema, la extrema derecha, la Fundación Ingenio y últimamente por SOS Rural, lejos de atender al interés general, trata de perpetuar privilegios de grandes corporaciones agroexportadoras, esquilmando unos recursos hídricos cada vez más escasos y contaminando los suelos. 

Desde luego, con su proceder flaco favor le hacen al pequeño y mediano agricultor y a una agricultura tradicional y sostenible.

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