Dicen que nada es verde y que los colores de nuestra tierra son el gris y el amarillo. Tremendo error. Ahora, si te conformas con lo que se ve desde la A-7 al cruzar la Región, entonces sí tienes motivos para creer que aquí solo se pueden grabar peliculas de vaqueros, indios incluidos. Hay qué mover el pandero. Me levanté sabiendo que Calasparra seguía ardiendo. Cambié mi destino y desde Moratalla inicié la ruta. Pinos, pinos verdes, ese es el color que se repite desde el Cámping de la La Puerta. Más arriba hay pozas de agua termal. Lugar masificado. Demasiada gente y cero vigilancia. Personas con bolsas, latas, tambanillos y cigarros. Cero vigilancia. Si sigues, el río te lleva a lugares difíciles de llegar, pero ojo, cuando llegas, con la lengua fuera, alguien se te ha adelantado y en coche. No se nos puede dejar solos. Necesitamos vigilancia. Todo lo que vi y disfruté hoy es ceniza. Lo que queda puede serlo mañana. ¿Por qué? Porque andas suelto, eres un enfermo y hay poca vigilancia, pero la que ahí avisa y además apaga lo que vas dejando, arde a tu paso. El interior de nuestra Región bien merece que todos nos hagamos guardias forestales. Manos a la obra. Vigilancia diez.