Tras leer el artículo Yo no soy murciano de Andrés TorresYo no soy murcianoAndrés Torres del pasado 21/04/17, y en contestación a éste, me viene a la mente aquella imagen en la que un señor acababa pidiendo perdón al arañar, con la cremallera de su pantalón, el carísimo zapato de su agresor al propinarle éste una patada en la región genital; parece que a usted le pasa algo parecido. Parece que no sabe en qué parte quiere estar y salta entre Pinto y Valdemoro, manteniendo un equilibrio que no sabemos si le hará caer en mitad del arroyo del Puerto de la Cadena.

No hace falta que a uno le guste el caldero para sentirse herido por la actitud de la Administración murciana. No es necesario ni siquiera haber nacido en Cartagena, gustarle la Semana Santa de Cartagena, haberse casado por la Iglesia aquí ni pertenecer a una comparsa. Sólo es necesario sentir la diferencia de trato y el ninguneo que recibe esta tierra por parte de la Administración murciana que, parece, usted percibe. Sin embargo, quiere guardar una equidistancia entre una parte y otra al 'cabrearse enormemente' porque un barco pasa la ITV en Murcia, porque para salir de Cartagena o paga peaje o lo hace por Murcia, porque la ZAL del Puerto de Cartagena es hurtada para acabar en Murcia, u otras muchas, muchísimas, maldades que esta Cartagena (y no olvidemos, la Comarca del Campo de Cartagena) sufre desde la Administración murciana y que usted acaba reconociendo en su artículo.

Reconociendo para acabar corrigiendo, amagando con golpear para acabar poniendo la otra mejilla. El sentimiento cartagenero no es de nadie más que del que quiere hacer mejor a esta comarca; usted puede hacerlo suyo y, desde el privilegiado, puesto que tiene un medio de comunicación, trabajar porque las cosas cambien o mantener una postura tibia con la Administración murciana, pero ambas cosas al tiempo a menudo acaban en confusión, al menos.

El buenismo que usted pregona, el discúlpeme por arañarle el zapato con la cremallera del pantalón, es una postura, pero no una actitud. Lo dice usted muy claro en su artículo, pero parece que no se ha atrevido a contestar su pregunta, seguramente por la inquietud que pueda generar la respuesta. Se lo aclaro: «¿De quién es la culpa? ¿De los murcianos?». No, de los murcianos, no. Mi mujer es murciana; mi suegra, una de las personas más bellas que he conocido, era de Puente Tocinos; no, de los murcianos no. De la Administración murciana, en la que hay murcianos, cartageneros, manchegos, madrileños y de donde sea. La Administración murciana, que es la que al final y al cabo decide en gran parte, en favor de un sitio u otro, dónde y cómo llega el AVE, por dónde pasan autovías de pago y autopistas, dónde y cómo se implanta una ZAL, cómo se distribuye el dinero, cómo se da la información en los medios, por dónde pasa el FERMED, por qué se propicia la existencia de la falsa 'comarca del Mar Menor', etc.

No, señor Torres. No hay que preguntarse, como usted dice, por qué una ciudad como Cartagena no despega definitivamente. Eso lo sabemos todos. Hay que asombrarse de que una comarca a la que se le hurta todo (desde presupuestos hasta camas hospitalarias) todavía pueda presumir de tener grandes posibilidades, gracias precisamente a su riqueza cultural, patrimonial e histórica y gracias a unos cartageneros (nacidos donde Dios haya querido) que luchan y pelean por su tierra; pero nunca gracias a la Administración murciana, a la que le decimos alto y claro que esto se ha acabado ya, que (como usted) no somos murcianos y que exigimos la restitución de la Provincia de Cartagena para poner fin a todas las arbitrariedades que comete.

No, señor Torres; no voy a pedir perdón a Murcia por haberle arañado el zapato.