Se trata de cómo progresar en economía, de crear riqueza con proyectos de mucho valor añadido. Es lo primero en cualquier orden de toda propuesta política. Y no como fin en sí mismo sino como mediación oportuna para repartir 'lo creado' de manera universal, justa, equitativa. Cualquier otro comienzo es irresponsable e interesado en cuestiones sectarias, con o sin escrúpulos. No hay otra forma de progresar que la de empujar a la iniciativa privada. El Estado no hace sino recaudar; es incapaz de decretar desarrollos. Mejor construir una fábrica de cañas de pescar que repartir coyunturalmente un mogollón de peces a todos quienes padecen y sufren de hambre.