El Jardín de cactus, conjunto escultórico formado por seis figuras y diseñado por el estadounidense Dennis Oppenheim, no variará su altura -la más alta mide casi 8 metros- por petición del propio artista, quien a cambio quiere que la plaza de Castilla, donde se sitúa, sea peatonal.

Oppenheim (Washington, 1938), uno de los principales creadores del arte conceptual en el mundo, visitó ayer Murcia en un viaje que aprovechó para supervisar 'in situ' como había quedado su trabajo. El escultor estuvo acompañado por Antonio Gabarrón, ingeniero del proyecto, y se llevó en su cámara bastantes fotografías del trabajo realizado.

"Me siento satisfecho por cómo ha quedado el proyecto y su ubicación en una plaza que yo elegí. He jugado con los colores del entorno, así he utilizado el color rojo haciendo juego con el cartel de La Opinión y el azul que figura en los balcones de un edificio próximo. Mi intención es darle más colores en los cuadrados abiertos de las figuras", manifestó.

Aunque en principio, tras ver algunas fotos que le fueron enviadas, pensó elevar la altura de las figuras, ayer descartó esa idea. "Quiero que mantengan este tamaño y sería ideal que la plaza se abriera a los ciudadanos para que existiera interrelación entre los cactus y las personas. Está bien que las figuras se puedan ver por quienes pasen cerca de ellas en coche y que se sorprendan al verlas, pero también sería bonito que las personas pudieran caminar entre las esculturas y es lo que planteamos", declaró.

El concejal de Urbanismo, Fernando Berberena, tomó la palabra a Oppenheim y dijo que el Ayuntamiento estudiará la propuesta.

Oppenheim, quien se declara "amante del minimalismo y del estilo biofórmico que tanto plasmó Miró", habló ayer de la necesidad de hacer "arte para todos".

"El arte en espacios abiertos no siempre se comprende. Hay dos tendencias, la elitista, que es la del arte de los museos, y la populista, encaminada a los espacios públicos. A los primeros no les gusta democratizar las obras, aunque yo pienso que hay que hacer arte para todos y que se pueda ver en las calles. Si no fuera así, las obras descansarían en los estudios de sus creadores", explicó.

El escultor, que tiene su estudio permanente en Nueva York, admitió que "pese a que llevo muchos años haciendo arte, éste es un misterio para mí, pues uno siempre espera que le surja una idea" y se refirió a un antes y un después del atentado que vivió de cerca el 11 de septiembre de 2001.

"El 11 S no es que haya cambiado al arte, pues éste se sigue rigiendo por las mismas leyes naturales, pero sí ha cambiado a los artistas y muchos, desde entonces, crean desde un punto de vista más político", enfatizó.