La pedanía lorquina de La Hoya contó con una sala de cine durante unos 20 años. Se trata del cine Tutuvía que funcionó durante todo ese tiempo. La proyección de películas en la diputación de La Hoya fue posible gracias a la iniciativa que allá por el año 1950 puso en marcha Ángel Rojo Pérez, más conocido como 'El Tío Angel el Tutuvía'. La primera película que se proyectó en la sala fue El amor brujo con la interpretación de Miguel Ligero. Otros títulos que pasaron por el local fueron Pescador de coplas y Soy minero, protagonizadas ambas por el incomparable Antonio Molina, quien visitó la pedanía en el año 1987 para actuar en un espectáculo de copla con motivo de las fiestas del Sagrado Corazón de Jesús.

Otras películas que por aquella época ocuparon las carteleras fueron las protagonizadas por Carmen Sevilla, Juanito Valderrama, Rafael Farina, Lola Flores y, más tarde, Manolo Escobar. La capacidad del cine, cuya sala ha permanecido en pie durante varias décadas junto a la Carretera de Hinojar, cerca de la iglesia, era de unas 200 personas, que se sentaban en bancos de madera o sillas de anea. De pie cabían otro medio centenar.

El precio de las entradas, según fuera semana o festivo, oscilaba entre las 2,50 y 5 pesetas. Las películas se proyectaban los lunes, jueves, sábados y domingos. El encargado de recoger las entradas era Francisco Sánchez. El cine Tutuvía gozaba de una gran ventaja que fue posible gracias al trabajo como operador que realizaba Bartolomé Rojo Rosell en el Cristal Cinema de Lorca. El propietario de la citada empresa, Diego Miñarro, facilitaba a Ángel Rojo algunas de las películas que, primero, pasaban por el cine lorquino, sobre todo los domingos, haciendo posible que se pudieran ver en La Hoya al día siguiente. El alquiler de cada una de ellas costaba entre 150 y 250 pesetas. El cine de La Hoya comenzó a funcionar cuando incluso hasta la pedanía no había llegado la luz eléctrica, gracias a un generador de corriente que funcionaba con gasoil.

Pero la sala no funcionaba solo como tal, sino que se aprovechaban sus instalaciones para emitir discos dedicados a las parejas de novios que acudían a ver las proyecciones cada noche. En este caso, era el novio quien dedicaba la canción a su prometida «con todo el cariño del mundo» y ante la presencia de la suegra, que jamás dejaba solos a la pareja ni para que fueran al cine. Los discos dedicados se emitían siempre antes del inicio de las proyecciones, lo que retrasaba la hora de comienzo prevista. El precio de cada uno de ellos estaba en torno a una peseta. Había noches que se lograba una recaudación de hasta 50 pesetas. 'El Tío Ángel El Tutuvía', que actuaba como 'locutor', empezaba su intervención diciendo: «Atención, atención al disco del oyente», y a continuación iba la dedicatoria que cogía casi siempre de sorpresa a la novia.

El Tutuvía jugó en aquellos tiempos un papel muy importante en lo referente a los noviazgos de muchos de los matrimonios que actualmente hay en La Hoya. El cine fue durante años en el único lugar de encuentro de las parejas. Una vez que finalizaban las proyecciones, los hombres salían hasta la puerta del local y se colocaban en fila, esperando que salieran las mozas a quienes, previa petición de permiso, acompañaban hasta su casa, en presencia de la madre de éstas, a través de caminos y senderos que carecían de alumbrado público. No obstante, algunas de las mozas se negaban a ser acompañadas y dejaban 'plantado' sin más a su 'don Juan' lo que ocasionaba la correspondiente mofa entre el resto de concentrados. El cine Tutuvía cerró sus puertas allá por el año 1970.