El próximo jueves, el Aula de Cultura de la CAM acogerá, a las ocho de la tarde, la presentación de Víctor Ros y el gran robo del oro español (Plaza & Janés). El escritor Jerónimo Tristante (Murcia, 1969), profesor además de Biología en un instituto de Secundaria, estará acompañado por María Dueñas para hablar de un personaje que nació con un pequeño papel en una novela que nunca se llegó a publicar y que ya cuenta con su propia serie de televisión.

La quinta novela ya de Víctor Ros, ¿se la demandaban?

Sí, había dejado dejar pasar bastante tiempo entre la anterior, La última noche de Víctor Ros (2012), y los lectores me suelen leer la cartilla para pedirme que publique nuevas entregas. Es muy positivo, porque demuestra que conectan y empatizan mucho con el personaje. Y hay que sumar que gracias a la serie de la televisión mucha gente ha conocido al personaje literario y quieren saber más, por lo que había cierta expectación.

¿Por qué ha trasladado la acción principal a Londres?

Mi idea es mover al protagonista por las ciudades más emblemáticas y mostrar una época. Londres era la capital del mundo y, además, quería hacer un guiño 'holmesiano'. Ahora estoy pensando en llevarlo a Nueva York en la siguiente novela.

A pesar de esa 'demanda', ¿siente nervios por cómo van a ser recibidas sus novelas?

Ya llevo trece años escribiendo y publicando novelas, al final te vas acostumbrando a todo y no sufro mucho. Sí que mantengo esa ilusión por acertar, por querer que a la gente le guste, disfrute y que viajen en el tiempo conmigo.

Un viaje en el tiempo a un Londres lleno de contrastes, sobre todo entre las clases sociales...

Es algo que daba la época. Pensábamos que era cosa del pasado y con la crisis se ha reproducido en nuestra sociedad; cada vez los pobres son más pobres y los ricos son más ricos. Y en aquella época era bestial. El 75% de la población se dedicaba al servicio doméstico. Era así en todas las grandes ciudades... Imagínate en la más grande del mundo. He querido que el lector se dé un paseo conmigo por ese Londres, desde los ambientes más sórdidos hasta los más elevados.

¿Redescubre usted también la ciudad?

La descubro cuando tengo que ambientar una época, porque yo de alguna manera también viajo a través de libros, de grabados y fotografías y leyendo tabloides de sucesos; es un viaje apasionante. Durante la fase de documentación de la novela lo paso francamente bien, aunque luego tengo que seleccionar aquellas cosas que llaman más la atención del lector.

¿Se documenta también con agentes de la Policía?

Tengo amigos policías a raíz de que hayan leído mis novelas y de haber coincidido en congresos y me cuentan cosas, pero la mayor parte de las tramas las invento; no suelo recurrir a hechos reales.

¿Cómo le surgen los 'casos'?

Hay un topicazo que dice que cuando viene la inspiración te tiene que pillar trabajando. Yo soy un poco hiperactivo y cuando no estoy con un ordenador o estoy leyendo siempre le estoy dando vueltas a la cabeza. Tienes que pensar mucho las tramas y los personajes y no se sabe cuándo te saltará la chispa. Puede ser por un suceso histórico, como en 36, que publicaré con Plaza & Janés y está ambientada en la Guerra Civil. Otra novela se me ocurrió en una cervecería de Bruselas... Depende, unas veces salta por algo que ves y otras, se me ocurre solo.

A los lectores les gusta Ros, ¿pero 'los malos' también, no?

Totalmente. Yo pienso que todos llevamos un pequeño asesino dentro. No es normal el grado de aceptación que tienen los libros o películas de psicópatas. El lado oscuro ejerce cierta seducción sobre todo el mundo, porque la gente ve cosas que le gustaría hacer y no se atreve. Esto da mucho que pensar, pero yo creo que es así. En Víctor Ros yo quise hacer un homenaje a la literatura de folletín y concebí un héroe positivo, con esa visión maniquea de los literatos de la época en la que los buenos son muy buenos y los malos, muy malos. La gente me suele preguntar que por qué Víctor Ros no engaña a su mujer, por qué es tan 'perfecto', y les resulta extraño...

¿Cómo fue la recepción de la serie? ¿Tendrá continuidad?

En principio se concibió como una miniserie de seis capítulos, pero en la productora hemos seguido trabajando para que tenga continuidad. En TVE están contentos con el resultado, con los premios y la media de audiencia, y se ha vendido a Italia y a Francia. Sé que están contentos por cómo ha calado el personaje en el espectador, que también se ha pulsado en redes sociales, donde los espectadores reclaman la segunda parte.

Y para usted, ¿qué supone ver 'vivo' al personaje?

Es gratificante ver que se te va de las manos y deja de ser tuyo, cuando son los propios lectores los que te lo piden. Cuando se escapa de tu control y ves que se suma la gente a esa pasión por tu personaje o se hace una serie es muy llamativo. Yo no era consciente de que se estaba haciendo una serie, pero al llegar al rodaje, ver a más de cien personas trabajando, metros y metros de decorado, pensé: 'esto lo he provocado yo', e impacta.

¿Y no se cansa? ¿Mantiene también el cariño por Víctor Ros?

A mí me gusta porque con él llegué a un público más amplio y es un personaje que creé en una novela que no he publicado relacionada con la Capilla de los Vélez. Ahí tenía una pequeña aparición, pero me atrajo tanto que decidí hacerlo protagonista de una serie de novelas, y eso que entonces no había publicado nada. Es un homenaje a Holmes, es diferente en muchas cosas y se parece en otras. Me llamó la atención que fuera un hijo de la Latina que en la juventud fue un delincuente y que intenta cambiar la sociedad en la que vive desde dentro, a pesar de que el sistema no le gusta. Tiene características que me enamoraron y comprobé que al lector le pasaba lo mismo.

Sherlock Holmes aparece en esta novela...

Holmes hace un cameo, se encuentran en un albergue, van disfrazados pero se reconocen y Holmes le echa una mano y le da cierta información sobre un fumadero de opio al que Víctor tiene que ir.

Víctor quería cambiar la sociedad. Hoy en día, ¿se puede cambiar desde la literatura o desde la docencia?

Creo que se puede desde la cultura, por supuesto, pero la docencia es un mecanismo más directo, aunque lleva muchos años y no vamos por el buen camino, teniendo en cuenta la ley imperante, que es la Lomce, que espero que se cambie tras las elecciones, porque es un ataque contra el sistema de educación público. De hecho, el ministro que la ideó ni siquiera sigue, es el único que no sigue.

¿Por qué sigue dando clases?

Lo necesito. A veces me pido excedencias, pero suelo escribir en vacaciones y no me va bien estar en casa encerrado. El contacto con los alumnos y la sociedad en el día a día me oxigena y me hace estar activo. Me complica un poco cuando hay una promoción de un libro, pero, durante el curso, intento centrarme en el instituto.

¿Tenemos un buen futuro por delante?

No lo sé... No soy muy optimista. Hemos sufrido una pérdida terrible con los derechos laborales, por ejemplo; cada vez hay más estratos de la sociedad que rozan la pobreza y al mismo tiempo las grandes fortunas se han hecho más grandes y revertir esta sociedad es complicado. Requeriría de buenos gestores y ahora mismo no sé yo si los hay.

La semana que viene participa en Getafe Negro en una mesa redonda sobre novela negra, ¿goza de buena salud?

Muy buena. Corremos el riesgo de empachar, como sucedió con el boom de la novela histórica. Pero es un género que ha crecido mucho porque permite contar cosas que a nivel de ensayo no se puede hacer. Es un gran vehículo para describir una sociedad, para analizar cuestiones políticas y sociales. Además, es muy agradecida en ese sentido porque es el género más lúdico. El lector juega a detective y el suspense es un motor muy potente para que quiera seguir leyendo.

Le han puesto su nombre a una calle de Murcia, en Joven Futura...

¡Bueno ahora no sé si será ilegal! Pero hasta eso me pega (risas). Son cosas que cuando te pasan no eres consciente... Hay veces que un amigo de fuera me lo dice, pero hasta ese momento yo lo veo con normalidad. Si me paro a pensarlo, es algo que refleja que eres profeta en tu tierra, cosa que en Murcia es difícil, pero yo aquí me siento muy reconocido y soy afortunado.

También hace guiños a la Región. El gran robo del oro español empieza en el Balneario de Archena.

Siempre hago guiños. O hay un personaje de Murcia o algún momento de la acción transcurre aquí, e incluso hay dos novelas ambientadas en la Región. Quiero que mis lectores sepan que soy murciano y que tenemos fantásticos profesionales en todos los ámbitos. Debemos quitarnos ese perullismo de que lo de fuera es mejor.