Un libro de texto colgado en las redes sociales despertó, curiosamente, la memoria analógica de toda una generación, la que cursó Educación General Básica. Yo fui a EGB nació como una página de Facebook, creció como blog y se hizo libro. La nostalgia de Javier Ikaz y Jorge Díaz es uno de los fenómenos editoriales del año, mientras Cuéntame y Ochéntame evocan la época en la pequeña pantalla, La 2 rescata Verano Azul, Eduardo Aldán anda por los teatros hablando de Espinete o Naranjito y se venden como churros las Polaroid o los relojes Casio.

¿Por qué este furor ´revival´? En primer lugar aquellos niños son hoy la gente que dirige desde empresas a canales de televisión, la que ´mueve´ el consumo, los grandes prescriptores. Frente a la gran diversificación actual, en aquellos tiempos todo el mundo veía la misma televisión y casi merendaba igual, por lo que los recuerdos son comunes: El gran héroe americano, el chicle Boomer, Érase una vez, Naranjito y la Ruperta, Regreso al futuro, el rotring, los payasos de la tele... Por último, los ´egeberos´ fueron la primera ´generación fetichista´, vivieron el ´boom´ de las marcas y el nacimiento de grandes iconos.

«Yo soy de la generación de la EGB y tuve una mochila Perona. (...) Las bicis eran BH y las primeras zapatillas de deporte que tuvimos fueron unas Paredes. Veíamos solo TVE, sin embargo, podíamos elegir entre el UHF y VHF. Todos bebíamos gaseosa La Casera, Mirinda o Tang (...) A Sabrina se le escapó una teta en la gala de Nochevieja. A Alaska le dejaban presentar, con la bruja Avería y los Electroduendes, un programa para niños en la tele llamado La bola de cristal y lloramos a moco tendido cuando Chanquete se murió», escribía en el prólogo de Busque, compare y, si encuentra un libro mejor, ¡cómprelo! (Electa, 2009) Sergio Rodríguez.

Según la Ley General de Educación de 1970, y hasta que llegó la Logse en 1990, la Educación General Básica organizaba la vida de los niños españoles en ocho cursos. En la mochila viajaban los libros de Lengua, Matemáticas, Ciencias Naturales, Ciencias Sociales, Idioma extranjero, Educación Artística, Religión o Ética. Y luego estaba la Educación Física, con su plinto y su potro. El prestigioso cocinero murciano poseedor de una Estrella Michelín Pablo González Conejero recuerda aquellos años con cariño, donde el deporte era el protagonista. Del colegio -primero estudió en los Salesianos de Badajoz, pero a partir de sexto de EGB regresó a Murcia con su familia y, hasta COU, realizó sus estudios en los Maristas de Murcia- recuerda, «sobre todas las cosas», la disciplina.

«Era muy fuerte en aquellos años», afirma González Conejero, quien también recuerda con agrado las horas y horas que dedicaba a practicar deporte. El chef murciano jugó en los Infantiles del Real Murcia y «todos los viernes por la noche nos acercábamos al colegio para ver jugar y también jugar con los profesores al fútbol». González Conejero vivía junto al colegio Maristas de Murcia, por lo que «siempre estábamos en el patio jugando, era el sitio de encuentro de los amigos», añade.

Quienes nacieron entre 1970 y 1990 tienen ahora la oportunidad de rememorar su infancia y adolescencia gracias a, como hemos comentado anteriormente, numerosos proyectos dedicados a rescatar del pasado recuerdos imborrables. Jorge Díaz y Javier Ikaz son los culpables de gran parte de esto con la publicación de Yo fui a EGB. Un maestro explicando junto a sus alumnos en la pizarra mientras se fuma un cigarrillo, primera de las 500 imágenes que contiene Yo fui a EGB, 2 (Plaza & Janes), es toda una declaración de intenciones de un libro que profundiza en las costumbres de una época «con sus cosas buenas y sus cosas malas», algunas olvidadas, como esas escenas de la vida cotidiana que entonces no se fotografiaban. «Cualquier tiempo pasado, es pasado», dice Jorge remedando el dicho de que todo lo de atrás fue mejor, aunque echa de menos el halo políticamente incorrecto de una televisión que era «más libre», en la que, por ejemplo, Arévalo se hizo famoso contando chistes de «gangosos y mariquitas» y en la que muchos de los sketches de Martes y Trece no pasarían hoy «el filtro».

«Ahora todo tiene que ser políticamente correcto y se coarta la libertad, aunque la sociedad ha cambiado en algunas cosas, afortunadamente», añade Jorge Díaz, que recuerda los tebeos en los que aparecían fotos de niños que daban su dirección completa con la inocente expectativa de cambiar cromos, «algo impensable hoy en día».

Son algunas de las perlas que les han hecho llegar su legión de seguidores, los ´egeberos´, «un grupo de gente que ha descubierto que hacía y decía lo mismo, aunque parecían cosas de familia o del barrio», apunta Javier. «No teníamos Ikea, pero sí la formica», resume sobre el apartado dedicado a los hogares españoles, «que tenían todos el mismo mueble, los mismos libros del Círculo de Lectores, las fotos de la comunión y la mili, y el skay, la formica y el gotelé». En la segunda entrega de Yo fui a EGB también incluyen «frases de los mayores que odiábamos», del estilo «¿Te crees que soy el banco de España? (Pidieses lo que pidieses) o «Ya verás cuando llegue tu padre...» o «Como lo encuentre yo...»; «son expresiones que tenemos grabadas en el subconsciente y que seguimos repitiendo a nuestros hijos», añade Jorge. Otros iconos que han perdurado en el tiempo son expresiones que «te hacían sentir mayor», del estilo de «efectiviwonder», «ful de Estambul» o «me piro vampiro».